Abdicaci¨®n
La marcha del Rey muestra una necesidad social, las ganas de renovarse y de reinventarse
Antes de que se cumpliera una hora del anuncio de la abdicaci¨®n ya hab¨ªa recibido por whatsapp siete chistes al respecto, siete vi?etas con im¨¢genes trucadas y muy elaboradas, y todas ellas confeccionadas en mitad de una ma?ana laboral. Esta es una de las consecuencias de tener seis millones de parados: que, cuando es menester chotearse del poder, hay much¨ªsimo personal con tiempo y ganas suficientes para hacerlo. Despu¨¦s de los chistes llegar¨¢n, y se me abren las carnes de s¨®lo pensarlo, infinidad de art¨ªculos y comentarios sesud¨ªsimos sobre la Monarqu¨ªa. No quisiera yo extenderme en eso; digamos que creo que tanto la Monarqu¨ªa constitucional como el sistema presidencial tienen sus pros y sus contras, y que, aunque el Pr¨ªncipe me gusta y pienso que ahora no es el mejor momento, sin duda habr¨¢ que hacer antes o despu¨¦s un referendum sobre cual es la forma de Gobierno que queremos. Pero mi primera reacci¨®n ante la abdicaci¨®n no ha sido pol¨ªtica, sino personal. Ha sido la constataci¨®n del paso del tiempo; la sensaci¨®n de alivio pero tambi¨¦n de melancol¨ªa ante la desaparici¨®n de un t¨ªo abuelo irritante y que ya se estaba poniendo imposible pero que ha formado parte del paisaje de una buena parte de tu biograf¨ªa. O sea: su abdicaci¨®n como met¨¢fora de tantas otras abdicaciones en la vida, de los cambios, las p¨¦rdidas, las despedidas. Pero tambi¨¦n de los renacimientos. Las bromas sobre la marcha del Rey muestran una necesidad social, las ganas de renovarse y de reinventarse. Despu¨¦s de que las ¨²ltimas y deprimentes elecciones revelaran que una cuarta parte de la UE es fascista (a veces, de pura desesperaci¨®n, dese¨¦ marcharme de Espa?a; ahora deseo marcharme de Europa), necesitamos una catarata de abdicaciones. Necesitamos acabar con el viejo mundo y ser capaces de inventar algo mejor.
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