El d¨ªa que cambi¨® el mundo
Europa y China tomaron rumbos muy diferentes hace 25 a?os
Hace 25 a?os, el mundo cambi¨® de rumbo. El 4 de junio de 1989, unas elecciones semilibres en Polonia fueron el punto de partida del fin del comunismo en todo el bloque sovi¨¦tico, al tiempo que la matanza de la plaza de Tiananmen hac¨ªa que China siguiera una trayectoria totalmente distinta. Las consecuencias a¨²n pueden verse en el mundo actual, desde Ucrania hasta el Mar del Sur de China.
Nunca me olvidar¨¦ de cuando, aquella tarde, regresaba a la Redacci¨®n de un peri¨®dico en Varsovia con varios amigos polacos, felices ante la perspectiva de un triunfo hist¨®rico, y vimos de pronto, en la pantalla de un televisor, las primeras im¨¢genes borrosas de los cuerpos de los estudiantes y trabajadores chinos a los que llevaban en camillas improvisadas por las calles de Pek¨ªn. A partir de ese d¨ªa, el fantasma de Tiananmen sobrevol¨® Europa del Este. ¡°?Recordad Tiananmen!¡±, susurraba la gente desde Sof¨ªa hasta Berl¨ªn Oriental. ¡°Si vamos demasiado lejos, podr¨ªa sucedernos lo mismo¡±. Y ten¨ªan raz¨®n. En la ciudad germano oriental de Leipzig, por ejemplo estuvo a punto de producirse la misma represi¨®n violenta. En ese sentido, la tragedia de China fue una bendici¨®n para Europa. El ejemplo negativo de Tiananmen impuls¨® a los europeos a seguir la v¨ªa de la no violencia, la negociaci¨®n y el compromiso.
Luego se invirti¨® el sentido de la lecci¨®n. Los l¨ªderes comunistas chinos aprendieron de la ca¨ªda del comunismo en Europa. Como dijo un alto dirigente chino en una declaraci¨®n pol¨ªtica de 2004: ¡°Hemos extra¨ªdo profundas ense?anzas del doloroso ejemplo que supuso la p¨¦rdida de poder de los partidos comunistas de la Uni¨®n Sovi¨¦tica y Europa del Este¡±. Por eso decidieron facilitar el crecimiento econ¨®mico, no perder el contacto con lo que pensaban las masas, introducir la rotaci¨®n peri¨®dica de los m¨¢ximos dirigentes, reclutar para el partido comunista a los estudiantes m¨¢s inteligentes, en¨¦rgicos y ambiciosos independientemente de la clase a la que pertenecieran, y reprimir sin piedad cualquier intento de organizaci¨®n social y acci¨®n colectiva, porque eso era lo que hab¨ªa derrocado a sus camaradas europeos. El propio presidente Xi Jinping ha recordado en p¨²blico la ca¨ªda del bloque sovi¨¦tico.
Ambas v¨ªas han producido unos ¨¦xitos extraordinarios durante el ¨²ltimo cuarto de siglo. China ha vivido un crecimiento econ¨®mico espectacular y un aumento notable de las libertades individuales. La televisi¨®n estatal china suele mostrar im¨¢genes de la violencia y el caos en Ucrania. ¡°Debemos alegrarnos¡±, es el mensaje nada sutil, ¡°de no haber seguido el camino de la revoluci¨®n de terciopelo que deseaba Estados Unidos. ?Mirad ad¨®nde lleva!¡±. Menos frecuentes son las im¨¢genes de una Polonia libre, pr¨®spera y democr¨¢tica.
Si hay algo que nadie se pod¨ªa imaginar era el capitalismo leninista
Hay otra diferencia interesante. Lo que hizo Polonia el 4 de junio de 1989 fue incre¨ªblemente original, al implantar un nuevo modelo de cambio pac¨ªfico de r¨¦gimen, mientras que lo que ha hecho desde 1989 es bueno, pero no original. El sistema pol¨ªtico, econ¨®mico y legal de la Polonia actual es una mezcolanza de modelos ya probados en Europa Occidental.
Por el contrario, lo sucedido el 4 de junio de 1989 en China no fue original en absoluto. Deng Xiaoping hizo lo que sol¨ªan hacer los l¨ªderes comunistas ante un levantamiento espont¨¢neo de los ciudadanos para exigir libertades: disparar contra ellos. En cambio, lo que ha hecho China desde 1989 es tremendamente original, una combinaci¨®n del dinamismo de la econom¨ªa de mercado y un sistema de partido ¨²nico. Si hay algo que nadie pod¨ªa imaginar hace 25 a?os era el capitalismo leninista. Por eso me parece que China, hoy, para un estudioso de la pol¨ªtica comparativa, es el lugar m¨¢s interesante del mundo. Es algo muy poco frecuente en pol¨ªtica: un experimento verdaderamente nuevo, con un futuro todav¨ªa incierto.
A pesar de los esfuerzos de Vlad¨ªmir Putin para hacer retroceder el reloj, puedo entrever con bastante certeza de qu¨¦ ser¨¢ Polonia dentro de 10 a?os: una democracia liberal europea, dentro de Occidente, en el mismo barco que Francia y Alemania (el mejor amigo de Polonia en los ¨²ltimos tiempos). ?Pero China? ?Lograr¨¢ continuar su viaje sin mapas, ¡°cruzar el r¨ªo palpando las piedras¡±, seg¨²n la famosa frase de Deng? ?O acaso las contradicciones entre su sistema pol¨ªtico y su sistema econ¨®mico y las crecientes tensiones que aquejan a su sociedad desembocar¨¢n en otra crisis? En ese caso, ?servir¨¢ esa crisis de catalizador para las anheladas reformas pol¨ªticas o para la peligrosa distracci¨®n del nacionalismo, que podr¨ªa manifestarse, por ejemplo, en aventuras militares en el Mar del Sur de China? ?O quiz¨¢ esto ¨²ltimo pueda llevar a lo primero? ?O acabar todo en algo mucho m¨¢s desagradable?
Tal vez, como escribi¨® el poeta James Fenton, lleno de indignaci¨®n d¨ªas despu¨¦s de la matanza, ¡°Volver¨¢n a Tianamen¡±. Es posible que entonces se conmemore a las v¨ªctimas como m¨¢rtires y h¨¦roes, en esa misma plaza de la Paz Celestial. Si en 1980 alguien hubiera sugerido que, antes de acabar la d¨¦cada, los l¨ªderes de la revoluci¨®n h¨²ngara de 1956 ser¨ªan enterrados de nuevo, con toda la pompa y circunstancia, en la plaza de los H¨¦roes de Budapest, nadie lo habr¨ªa cre¨ªdo. Sin embargo, eso es lo que ocurri¨® pocos d¨ªas despu¨¦s de las hist¨®ricas elecciones en Polonia.
?Puede ocurrir un acontecimiento as¨ª en China? Es posible, pero no parece probable. Lo m¨¢s normal es que China contin¨²e avanzando por su particular camino. Y eso nos lleva a una ¨²ltima y significativa diferencia. Esta semana, en Varsovia, los polacos recuerdan y celebran con orgullo su 4 de junio, en compa?¨ªa del presidente Barack Obama. En Pek¨ªn, todos los datos fundamentales del 4 de junio de 1989, fotograf¨ªas, nombres, incluso el duelo ritual de las madres afligidas, permanecer¨¢n ocultos de una manera muy orwelliana. Alguien teme todav¨ªa al espectro de Banquo.
Por mi parte, espero y deseo que los chinos encuentren su propia forma pac¨ªfica de progresar, de aprovechar los indudables logros alcanzados desde 1989 y remediar sus fallos, asimismo indudables. Pero de una cosa estoy seguro: no podremos decir que China ha construido un sistema estable y ha seguido una trayectoria muy diferente a la de la Europa poscomunista hasta que no sea capaz de afrontar con tranquilidad y p¨²blicamente su dif¨ªcil pasado.
Timothy Garton Ash, profesor de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, es autor de La Linterna M¨¢gica: la Revoluci¨®n de 1989, un relato de primera mano de las ¡®revoluciones de terciopelo¡¯ de 1989.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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