Colombia, una paz discutida
La polarizaci¨®n del debate en torno al proceso de paz ha impedido medir la respuesta de ambos candidatos a demandas ciudadanas que no pueden esperar
Probablemente nunca han existido menos diferencias entre dos candidatos en la historia electoral de Colombia que en esta segunda ronda de los comicios presidenciales. Se enfrentan los dos herederos pol¨ªticos del expresidente ?lvaro Uribe; sus disc¨ªpulos m¨¢s queridos designados en distintos momentos como continuadores de su misi¨®n, miembros de la ¨¦lite pol¨ªtica m¨¢s influyente, una del centro bogotano -la de Jos¨¦ Manuel Santos-, otra del poderoso eje cafetero -la de ?scar Iv¨¢n Zuluaga-; ambos ministros suyos: el primero de Defensa, el segundo de Hacienda -del mismo gobierno para m¨¢s INRI-, exponentes de esa forma tecnocr¨¢tica mod¨¦lica de gesti¨®n, con d¨¦bil liderazgo previo y poca capacidad de seducci¨®n medi¨¢tica. Incluso, los dos equipos son claramente intercambiables: el ministro de Defensa de Santos, Juan Carlos Pinz¨®n, podr¨ªa ser el aguerrido ministro que pueda necesitar Zuluaga. Y el vicepresidente escogido por el presidente para su reelecci¨®n, Germ¨¢n Vargas Lleras, podr¨ªa poner sin desentonar el tono firme del discurso fuerte que exigen las filas de Uribe.
Los candidatos presidenciables representan dos versiones de la herencia uribista recibida: una, la m¨¢s dulce y amable, que ha hecho del proceso de Paz el punto principal de su campa?a, ¨²nico a tenor de las innumerables veces que aparece el ya agotado t¨¦rmino en su programa. La otra, una versi¨®n m¨¢s aut¨¦ntica en donde el propio Uribe hace de fiel "escudero" de un candidato escasamente conocido que con el "no a esta Paz a cualquier precio" -entreguista y de espaldas del pa¨ªs, dice- pretende llegar a la fibra m¨¢s brava, sangu¨ªnea y visceral de los colombianos.
Aun con todo, ambas opciones son la expresi¨®n de esa mayor¨ªa electoral en Colombia que sigue siendo sociol¨®gicamente uribista. M¨¢s a¨²n si a lo dos candidatos en liza le sumamos la tercera posici¨®n en votos que fue la candidata del Partido Conservador, Marta Luc¨ªa Ram¨ªrez, a la saz¨®n tambi¨¦n ministra con Uribe -de Defensa como Santos- que ya en la campa?a, incluso con cierta a?oranza, se decant¨® por apoyar a Zuluaga llegado el caso, y el caso ha llegado. En conclusi¨®n, todo queda en familia. Una familia que ha recibido el 70,46% del voto emitido.
Ambas opciones son la expresi¨®n de esa mayor¨ªa electoral que sigue siendo sociol¨®gicamente uribista
Una simple pregunta a los electores sobre cu¨¢les son los programas de ambos candidatos en temas como la situaci¨®n del campo colombiano, la pol¨ªtica de precios rurales, la aplicaci¨®n de los TLC?s, la pol¨ªtica educativa y el reto de la I+D+I, la aplicaci¨®n de la ley de v¨ªctimas, por no hablar de la poblaci¨®n desplazada por el conflicto, que supone m¨¢s del 10% de la poblaci¨®n total de ese pa¨ªs, para constatar que la discusi¨®n sobre el proceso de Paz se ha colocado en el centro de la campa?a y ha fagocitado el debate sobre las propuestas de construcci¨®n de futuro en un momento hist¨®ricamente determinante para el pa¨ªs. Una oportunidad, probablemente perdida, para medir la voluntad real de ambos candidatos en dar respuesta a demandas ciudadanas que est¨¢n en la calle y no pueden esperar.
Ahora bien, si el punto que diferenciaba a ambos candidatos eran sus diferentes visiones respecto al proceso de Paz y ahora el candidato Zuluaga, tal como hab¨ªa prometido, levanta su ultim¨¢tum de una semana a las FARC para, bajo la excusa de no cumplir las condiciones, poner en solfa la negociaci¨®n y en estos d¨ªas, en un cambio insospechado, pasa a aceptar el proceso. Y si por el contrario, Santos puede tener la tentaci¨®n de endurecer su posici¨®n para convencer a los que no le votaron por la forma en la que se ha llevado el proceso de negociaci¨®n, llegamos a la conclusi¨®n que este es un falso debate y existe un punto de encuentro entre ambos: Paz s¨ª, pero no. Un proceso de "maquillaje¡± que, incluso si es capaz de prosperar entre tantas dificultades, no suponga en el fondo el cambio transformador necesario en ¨¢mbitos determinantes del Estado en su estructura territorial, en las pol¨ªticas p¨²blicas y en la sociedad.
Colombia probablemente no ha iniciado la inevitable pedagog¨ªa de la Paz para avanzar hacia una superaci¨®n colectiva del conflicto; en parte, por la insuficiente voluntad pol¨ªtica y financiera del gobierno para llevarla a cabo en el territorio y, lo m¨¢s grave, porque los colombianos sospechan que, gane quien gane y por mucho que cesen las armas, continuar¨¢n los mismos grados de injusticia, desigualdad, corrupci¨®n e impunidad que engendran la violencia en ese pa¨ªs.
En el falso debate que se ha producido existe un punto de encuentro entre ambos candidatos: Paz s¨ª, pero no
Gustavo Palomares es presidente del Instituto de Altos Estudios Europeos y catedr¨¢tico Jean Monnet en la UNED; forma parte de la misi¨®n internacional de observaci¨®n electoral en Colombia.
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