Tierra y justicia para Curuguaty
Seis polic¨ªas y 11 campesinos murieron hace dos a?os en el enfrentamiento por una tierras Paraguay posee uno de los modelos de tenencia m¨¢s desiguales del mundo Unas 300.000 personas reclaman a¨²n una superficie que cultivar
¡°Uno de mis hermanos muri¨®. Otros dos cayeron presos y ahora est¨¢n bajo arresto domiciliario¡±. Rodolfo Castro, de 29 a?os, recuerda escuetamente los acontecimientos en los que su familia qued¨® rota el 15 de junio de 2012. Ese d¨ªa sucedi¨® la conocida como masacre de Curuguaty (ciudad al este de Paraguay), en la que murieron 11 civiles y seis polic¨ªas en un enfrentamiento por 2.000 hect¨¢reas de tierra llamadas Marina Kue que los campesinos reclamaban para s¨ª, frente a la compa?¨ªa de producci¨®n de soja Campos Moromb¨ª. Esta asegura que son de su propiedad. ¡°Marina Kue m¡¯ibae¡±, se lee en una pancarta que da la bienvenida al lugar en guaran¨ª. ¡°Marina Kue es del pueblo¡±.
Rodeada de planicies de plantaciones de soja y alg¨²n maizal, en Marina Kue crece a¨²n la vegetaci¨®n aut¨®ctona de Paraguay. Hasta all¨ª se llega por un estrecho camino de tierra roja humedecida por la lluvia del oto?o, a una hora caminando desde la carretera en cuyo margen los campesinos han levantado campamento de casas de madera y pl¨¢stico para no olvidar lo ocurrido.
El pasado 15 de junio, con motivo del segundo aniversario, Marina Kue dej¨® de ser por unas horas un lugar solitario y silencioso. Unas 400 personas acudieron a rememorar a los muertos, campesinos y polic¨ªas, y pedir justicia. Las l¨¢grimas y la liturgia se mezclaron con la m¨²sica y los bailes. ¡°As¨ª debe ser la vida¡±, dice Mario Castro, hermano peque?o de Rodolfo, mientras observa a las parejas que danzan entre risas. A pesar del hermano perdido y los dos acusados bajo arresto domiciliario, no se siente triste. ¡°Tenemos que seguir luchando por la tierra y para tener un futuro¡±.
¡°El dolor ese d¨ªa fue insoportable. No ten¨ªa que haber pasado lo que pas¨®¡±, continua Mario, entero. Su padre, Mariano Castro, integrante de la Comisi¨®n de v¨ªctimas y familiares de Marina Kue, acaba por perder el semblante y se echa a llorar. ?Se arrepiente de haber estado all¨ª con sus hijos? ¡°No¡±, responde tajante y sin dudar, de pie al otro lado de la carretera donde se encuentra el campamento y se celebra fiesta de conmemoraci¨®n. ?l no puede pasar. La Fiscal¨ªa se lo proh¨ªbe. Pero no est¨¢ solo ni un momento, pues no deja de recibir gente que se le acerca para desearle que mantenga la fuerza. Entre ellos, un grupo de voluntarios espa?oles de Oxfam Interm¨®n, organizaci¨®n que ha respaldado la causa de las v¨ªctimas de Marina Kue y nos ha tra¨ªdo hasta aqu¨ª. Ellos le entregan una pancarta con fotograf¨ªas de personas de todo el mundo portando carteles de apoyo a su reivindicaci¨®n.
Adem¨¢s de los Castro, casi medio centenar de personas, tambi¨¦n ni?os peque?os, se encontraban aquel d¨ªa en el asentamiento en Marina Kue. Lleg¨® la polic¨ªa. ¡°Mucha, con helic¨®pteros y todo¡±, recuerda Dolores Peralta en la puerta de su casa. Ella no puede salir: est¨¢ bajo arresto domiciliario desde entonces, acusada de homicidio en grado de colaboradora, por asociaci¨®n criminal e invasi¨®n de propiedad privada. Hubo un disparo que nadie supo nunca de d¨®nde vino y empez¨® un tiroteo con terrible final: 17 muertos. ¡°Pens¨¢bamos que iba a ser un desalojo normal¡±, dice soltando una carcajada ir¨®nica Martina Paredes, hermana del fallecido Luis Paredes. ¡°Yo sal¨ª corriendo porque estaba con mi hijo de tres a?os. Me escond¨ª, pero me agarraron por la tarde y en dos d¨ªas estaba en la c¨¢rcel¡±, acierta a juntar las palabras mientras se seca las mejillas con la manga.
No era la primera vez que un grupo de campesinos ocupaban aquellas tierras desde que en 2004 iniciaron los tr¨¢mites legales para reclamar la titularidad de las mismas. Ya hab¨ªan acampado all¨ª seis veces antes de la masacre. ¡°Siempre de manera pac¨ªfica y con el objetivo ¨²nico de marcar su presencia para reclamar que deb¨ªan ser de uso agrario¡±, subraya Hugo Valiente, abogado coordinador del informe Derechos Humanos en el caso de Marina Kue y miembro del Instituto Base de Investigaciones Sociol¨®gicas.
Todas las ocupaciones anteriores terminaron con el desalojo tras una negociaci¨®n con la Fiscal¨ªa y la Polic¨ªa. Y con una pregunta: ¡°?D¨®nde est¨¢ el t¨ªtulo?¡±. Los ocupantes hac¨ªan notar con este interrogante que si el terreno era p¨²blico ¡ªseg¨²n lo establecido por la Reforma Agraria y la Constituci¨®n del pa¨ªs¡ª, ellos ten¨ªan el derecho a trabajar en ¨¦l porque la ley dice que la superficie del Estado deber¨¢ ser destinada a la agricultura familiar y tradicional por los llamados ¡®sin tierra¡¯. Estos son j¨®venes hijos de campesinos para los que la chakra (tierra de cultivo) familiar ya no es suficiente porque son muchos a repartir y adem¨¢s desean formar su propio hogar.
Los peritos demostraron que las armas que supuestamente ten¨ªan los campesinos nunca fueron disparadas o no estaban all¨ª
El presidente del Instituto Nacional de Desarrollo Rural y de la Tierra (Indert), Justo C¨¢rdenas, ha asegurado recientemente en un comunicado que Marina Kue ¡°es del Estado¡±. Reconoce de esta manera que no pertenece a la empresa Campos Moromb¨ª, propiedad de una familia de terratenientes muy poderosa en el pa¨ªs due?a de las plantaciones de soja que asedian las 2.000 hect¨¢reas en disputa y que reclama para s¨ª. Pese a las declaraciones pol¨ªticas y la documentaci¨®n recogida por ONG como Oxfam Interm¨®n, que corroboran la declaraci¨®n del Indert a favor de los campesinos, diez a?os despu¨¦s de iniciado el proceso de solicitud de la titularidad, el asunto espera todav¨ªa resoluci¨®n en los juzgados.
¡°El mecanismo hist¨®rico de los campesinos para obtener la tierra, y aceptado por el Estado, ha sido la ocupaci¨®n¡±, apunta Clyde Soto, investigadora del Centro de Documentaci¨®n y Estudios (CDE) de Paraguay. ¡°Crean una comisi¨®n de sin tierra e inician los tr¨¢mites legales para reclamar la titularidad del terreno que saben que es p¨²blico. Pero solo con seguir el itinerario legal no vale. Ninguna petici¨®n se resuelve as¨ª. Lo que funciona es la ocupaci¨®n, porque los campesinos fuerzan al Estado a reaccionar y entonces atiende la petici¨®n formal¡±, abunda esta experta en Derechos Humanos. A pesar de ello, Campos Moromb¨ª consigui¨® siempre que una Fiscal ordenara el desalojo de Marina Kue. El 15 de junio de 2012 los acontecimientos fueron, sin embargo, muy distintos.
Valiente asegura que podr¨ªa haber sido "una matanza m¨¢s de campesinos en Am¨¦rica Latina¡±. Pero no lo fue. No solo porque trece de los que quedaron vivos est¨¢n a¨²n acusados de homicidio, asociaci¨®n criminal y ocupaci¨®n de propiedad privada, y esperan el inicio del pleito en la c¨¢rcel o bajo arresto domiciliario. Sino porque, adem¨¢s, aquellos acontecimientos pusieron fin, en un juicio pol¨ªtico en el Parlamento de Paraguay, al Gobierno de Fernando Lugo. El conservador Partido Colorado le acus¨® de alentar a los campesinos, pero muchos en el pa¨ªs le recuerdan por sus pol¨ªticas de mejora de servicios sociales como la sanidad y la educaci¨®n. Tambi¨¦n porque intent¨® gravar con impuestos la exportaci¨®n de la soja, negocio de grandes empresas y terratenientes como Campos Moromb¨ª. El hoy senador Lugo no resisti¨® a su salida del Gobierno apenas una semana despu¨¦s de la masacre, y las v¨ªctimas de Curuguaty consideran que les abandon¨®.
¡°Curuguaty fue totalmente premeditado para quitar a Lugo. Ya hab¨ªa habido otros intentos de juicio pol¨ªtico antes¡±, asegura Dionisio Borda, doctor en Econom¨ªa y ex ministro de Hacienda, cargo que ocup¨® tanto con el partido conservador Colorado (2003-2005), como despu¨¦s durante el mandato de Fernando Lugo (2008-2012). ¡°Lo sucedido en Curuguaty fue una verg¨¹enza¡±, espeta.
Por eso, las familias de las v¨ªctimas se afanan en pedir justicia, no solo para que se libere a los acusados que est¨¢n bajo arresto domiciliario y a uno que a¨²n permanece en la c¨¢rcel, sino para que se inicie una investigaci¨®n. La versi¨®n oficial de los hechos fue que los campesinos atacaron primero y los polic¨ªas se defendieron. As¨ª se puede leer en la prensa de entonces. Pero las ¨²nicas investigaciones realizadas sobre el terreno, llevadas a cabo por organizaciones de la sociedad civil, y las pesquisas de los abogados defensores, ofrecen un relato muy distinto. ¡°Los ex¨¢menes periciales han demostrado que las armas que supuestamente ten¨ªan los campesinos y que se presentaron como prueba nunca hab¨ªan sido disparadas o no estaban all¨ª¡±, subraya Valiente, coordinador de uno de los estudios independientes.
¡°Nuestros presos tienen que ser liberados¡±, aclama el obispo de la Conferencia Episcopal de Paraguay, Mario Melanio Medina, arrancando el aplauso de los que han acudido al homenaje en Curuguaty. En la misa celebrada el domingo del aniversario, cerca de donde ocurri¨® la masacre, las fotograf¨ªas de los fallecidos se convierten en lugar de peregrinaci¨®n de familiares y amigos. Una mujer se?ala una de ellas. ¡°Mira, mi Arnaldo¡±, dice sin dejar de santiguarse entre l¨¢grimas a los que pasan a su lado. ¡°Se?or Jes¨²s, te pedimos que se anule el juicio por los presos. Y un Paraguay con tierra para todos y con justicia social¡±, se escucha por megafon¨ªa. ¡°Los poderosos usurpan las tierras que se dan a los ricos, los militares¡ de manera fraudulenta¡±, contin¨²a el obispo. Y un grupo de campesinos coloca una pancarta frente al altar: ¡°Marina Kue causa nacional. Lucha por la tierra. Muerte nunca m¨¢s¡±.
¡°Tengo el deseo de hablar con ellos, aunque sea por tel¨¦fono. Una llamada¡±. Martina Paredes, hermana de uno de los fallecidos, se acuerda de los familiares de los agentes muertos. ¡°Les dir¨ªa que ellos tambi¨¦n fueron asesinados, igual que nosotros, por un montaje. Que no somos delincuentes y nuestros allegados no estaban all¨ª para matar polic¨ªas, sino buscando una tierra para tener un futuro¡±. Para Hugo Valiente, las detenciones que se produjeron, todas de campesinos, no llevar¨¢n justicia tampoco a las madres, hermanos o hijos de los agentes.
Unas 300.000 personas siguen reclamando unas pocas hect¨¢reas de tierra
Justicia. Es la petici¨®n que se repite entre los asistentes. Y tierra. Los campesinos de la comunidad quieren cultivar Marina Kue donde hace dos a?os se sembr¨® muerte. ¡°Curuguaty es m¨¢s que una masacre. Es el m¨¢ximo exponente de la lucha que mantienen miles de campesinos en el pa¨ªs por una tierra que les corresponde¡±, se?ala Valiente. Marina Kue es un ejemplo de la batalla de los pobres contra las grandes corporaciones y terratenientes poderosos que acaparan la riqueza natural del pa¨ªs. ¡°El Censo Agr¨ªcola Nacional de 2008 destac¨® que el 2,5% de las fincas posee el 85% de las tierras censadas¡±, recoge el estudio La tierra en disputa, de Luis Rojas, economista integrante de Base Investigaciones Sociol¨®gicas de Paraguay.
As¨ª, un informe de la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para la Alimentaci¨®n y la Agricultura (FAO) califica la estructura de la tenencia de la tierra en Paraguay como una de las m¨¢s desiguales del mundo. La superficie de bosque aut¨®ctono del pa¨ªs va siendo engullida por las manchas marrones de planicie de las plantaciones de soja que salpican el paisaje. Mientras, 300.000?sin tierra reclaman unas pocas hect¨¢reas de chakra para mantener un modelo de producci¨®n sostenible, familiar, de supervivencia. Entre ellos, los de Marina Kue.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.