Letizia, la Reina en el Sur
Supe que sabr¨ªa vencer las cr¨ªticas con trabajo, talento y temeridad, sin dejar de ser ella misma
Probablemente yo era el ¨²nico periodista del Hemisferio Occidental que desconoc¨ªa la noticia. Hab¨ªa estado tres d¨ªas incomunicado tomando fotos a osos polares en la tundra canadiense y s¨®lo al regresar al peque?o pueblo de Churchill, punto de partida de la expedici¨®n, pude percatarme de docenas de correos electr¨®nicos que indagaban mi opini¨®n sobre la futura reina de Espa?a. La pregunta me parec¨ªa casi tan surrealista como la aurora boreal que hab¨ªa contemplado horas antes.
Entre los emails reconoc¨ª el nombre de un amigo, directivo de EL PA?S, quien me pon¨ªa al tanto de la noticia: la corona espa?ola hab¨ªa anunciado el compromiso del pr¨ªncipe Felipe de Borb¨®n con la periodista Letizia Ortiz Rocasolano. Entre los escasos datos que aportaba el anuncio se dec¨ªa que hab¨ªa trabajado en el diario Siglo21 de Guadalajara, M¨¦xico.
Record¨¦ a la joven rubia que hab¨ªa conocido siete a?os atr¨¢s y tem¨ª por ella al comenzar a leer el medio centenar de correos febriles y perentorios de mis colegas espa?oles. Estaban desesperados por conocer algo m¨¢s del pasado de la futura reina. Luego acudieron a mi mente un par de estampas de Letizia durante su paso por M¨¦xico y supuse que, a su manera, podr¨ªa con todo ello.
La conoc¨ª a principios de 1996 cuando cursaba un diplomado en periodismo en la Universidad de Guadalajara en el que di una charla. Sobresal¨ªa por su estatura, la cabellera rubia y las preguntas inquisitivas. Al final del acto me abord¨® y quiso saber si hab¨ªa posibilidad de ingresar al diario que yo dirig¨ªa.
No me extra?¨® que quisiera trabajar con nosotros. Siglo 21, fundado en 1991, era un peri¨®dico absolutamente singular. Concebido tras una larga estancia m¨ªa en EL PA?S, en Madrid, en muchos sentidos constitu¨ªa una versi¨®n bons¨¢i del diario espa?ol. Ten¨ªa tambi¨¦n la influencia de Tom¨¢s Eloy Mart¨ªnez, el escritor y periodista argentino, quien me hab¨ªa ayudado a capacitar al personal. Cinco a?os despu¨¦s, cuando Letizia apareci¨®, Siglo 21 era un diario con una redacci¨®n punzante, fruto de la convicci¨®n rom¨¢ntica y mesi¨¢nica de estar descubriendo el nuevo periodismo en M¨¦xico.
Recib¨ª en mi oficina a la aspirante d¨ªas despu¨¦s de la charla en la universidad; estaba por terminar su diplomado y ten¨ªa una promesa de empleo en Madrid que estar¨ªa disponible meses m¨¢s tarde. Un trato similar hab¨ªamos realizado ya con una docena de egresados del m¨¢ster de EL PA?S con buenos resultados, as¨ª que no dud¨¦ en ofrecer un puesto provisional a la avispada joven, aunque supuse que mi oferta la frustrar¨ªa: s¨®lo ten¨ªa disponible una plaza de reportera en Tentaciones, el suplemento de ocio. Me equivoqu¨¦, acept¨® encantada.
Letizia fue recibida por el peque?o universo cerrado de nuestra redacci¨®n de la misma manera que lo har¨ªa la opini¨®n p¨²blica espa?ola al ingresar al Palacio de la Zarzuela: alg¨²n entusiasmo, mucha desconfianza. Era demasiado guapa para pasar inadvertida entre el elenco masculino y para su desgracia lo mismo pod¨ªa decirse del femenino. Pero la joven de 25 a?os no se arredr¨®; d¨ªas m¨¢s tarde comenz¨® a inundar de notas period¨ªsticas a su editora.
La falta de contexto de los usos y costumbres tapat¨ªos por parte de Letizia se convirtieron en un activo inesperado. Su cr¨®nica de platillos t¨ªpicos para la secci¨®n gourmet callejero permiti¨® a los locales ver los tacos de lengua con otros ojos. Lo mismo ofrec¨ªa miradas nuevas sobre el sobador de huesos del mercado que del artista pl¨¢stico semijubilado y enfermo de nostalgias de Par¨ªs. Su pasi¨®n por la m¨²sica pronto rindi¨® dividendos al peri¨®dico gracias a la amistad que supo granjearse entre los grupos de rock.
Semanas despu¨¦s observ¨¦ que el suplemento se hab¨ªa llenado de notas firmadas por Letizia Ortiz. Llam¨¦ a la editora, Cecilia Jarero, para reclamar lo parroquiano que resultaba tal reincidencia. ¡°Es que me trae dos notas diarias¡±, se quej¨®. Una semana despu¨¦s Letizia misma ofreci¨® la soluci¨®n: la mitad de sus textos aparecieron firmados por Ada Rocasolano.
Meses m¨¢s tarde me invit¨® un caf¨¦ para anunciar su regreso a Espa?a donde la esperaba el nuevo empleo en la radio. ¡°Si no lo hago ahora no lo hago nunca, estoy encantada¡±. Trat¨¦ de disuadirla, sin ¨¦xito, invit¨¢ndola a ser editora de la secci¨®n internacional. Para entonces Letizia era apreciada incluso por una buena parte del personal femenino.
Un a?o m¨¢s tarde la vi en Madrid; nos citamos en un bar para ponernos al corriente de las novedades. Cuando se enter¨® que me estaba quedando en casa de un c¨¦lebre periodista al que ella respetaba me ofrec¨ª a present¨¢rselo. Lo encontramos enfundado en bata leyendo en un sof¨¢. Letizia relat¨® entusiasmada que hac¨ªa entrevistas y ex¨¢menes para ser admitida como presentadora en la televisi¨®n. Mi amigo, quien ha hecho de la provocaci¨®n un arte, le asegur¨® que con esa cara pod¨ªa contestar mal todos los cuestionarios y a¨²n ganar la plaza. A su manera quer¨ªa hacer una mofa del periodismo televisivo versus el profesional de la prensa escrita. Picada por el desd¨¦n del anfitri¨®n, Letizia insisti¨® en el rigor de las pruebas. ?l, encantado con el jaleo, reiter¨® la frivolidad de algunos conductores de la pantalla.
De regreso en la calle a donde la acompa?¨¦ a tomar un taxi, ella segu¨ªa molesta. Se sab¨ªa guapa pero insist¨ªa que eso nunca hab¨ªa sustituido la inteligencia ni el trabajo; a veces, me dijo, resulta incluso un estorbo. Pens¨¦ en su experiencia en Guadalajara y comprend¨ª sus razones. Volv¨ª a pensarlo a?os despu¨¦s cuando le¨ª las cr¨ªticas superficiales en la prensa espa?ola en torno a la boda real. Tambi¨¦n supe que tarde o temprano sabr¨ªa vencerlas con esa mezcla de temeridad, trabajo y talento con el que se emplea para lograr sus metas, sin renunciar a ser ella misma. Me parece que otra vez est¨¢ sucediendo, ahora en su papel de reina de Espa?a.
Jorge Zepeda Patterson es periodista y escritor mexicano
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