Thomas Piketty, Freud y Argentina
Los fondos de cobertura representan un peligro para la econom¨ªa mundial
Tiempo despu¨¦s de que surgiera el dinero como modo de representar valor, comenz¨® a utilizarse como una mercanc¨ªa m¨¢s, tal como trabajaban los primeros banqueros, recibiendo ahorros de los ciudadanos y prest¨¢ndolo a cambio de un inter¨¦s. Con el paso de los siglos, los Gobiernos entendieron que estas actividades deb¨ªan ser reguladas. Fue as¨ª como, primero los bancos y luego las Bolsas de valores y de materias primas, tuvieron que adaptarse a ciertas normas de funcionamiento, ratificadas tras la crisis de 1929 con el objetivo de prevenir nuevos crashs de la econom¨ªa.
En los a?os ochenta, en el contexto del ascenso del pensamiento ortodoxo, las presiones de los sectores neoliberales generaron modelos financieros no regulados: en 1985 surgi¨® la International Swaps and Derivatives Association (ISDA), que se ocup¨® de establecer un contrato tipo para las operaciones de derivados, es decir, instrumentos financieros que cotizan en relaci¨®n a un activo subyacente (el inversor no compra acciones, bonos o materias primas, sino que especula sobre la variaci¨®n de los precios de esos activos, por eso se dice que el valor ¡°deriva¡± del activo).
Se trata de operaciones exentas de regulaciones que son consideradas simples acuerdos entre privados. Para darse una idea de la magnitud del negocio, se puede se?alar que las operaciones con derivados alcanzan un valor anual de 700 billones de d¨®lares, es decir, 10 veces el PIB mundial.
Un tipo particular de derivados son los Credit Default Swap (CDS). Consisten en un convenio entre una parte A que, teniendo bonos soberanos emitidos por los Estados o empresas privadas, toma un seguro con otra parte B para que, en caso de que el Estado o la empresa entre en suspensi¨®n de pagos, la parte B pague a la A el valor del seguro. En 2012, el monto de CDS era de 22,5 billones de d¨®lares, equivalentes a una vez y media el PBI estadounidense. Al tratarse de una operaci¨®n con derivados, ning¨²n organismo p¨²blico las controla y, por tanto, no se le impone al ¡°asegurador¡± ninguna norma de solvencia. Los intentos por establecer alg¨²n tipo de regulaci¨®n, como los realizados en el Congreso estadounidense en 1974 y 1978, siempre fracasaron.
Ning¨²n pa¨ªs con una deuda superior al 80% puede pagarla por falta de super¨¢vit
Ahora bien, tambi¨¦n estaba permitido que, sin tener los bonos, se pudiera contratar el seguro, lo que se llamaba ¡°CDS desnudos¡±. La perversi¨®n del mecanismo es evidente: en ese caso, el inter¨¦s de quien toma el seguro es que el Estado o la empresa entre en default. En diciembre de 2011, luego de los ataques de los especuladores que pose¨ªan ¡°CDS desnudos¡± de Grecia y la aseguradora norteamericana AIG, la Uni¨®n Europea prohibi¨® este tipo de operaci¨®n dentro de su jurisdicci¨®n.
Los fondos buitres utilizan habitualmente los CDS para sus operaciones especulativas. ?C¨®mo operan? Cuando un pa¨ªs entra en suspensi¨®n de pagos, los buitres compran los bonosdefaulteados al 10% o 15% de su valor. Algunos de los que tienen esos bonos los venden porque creen que es mejor recuperar algo que nada. Articulados con estudios de abogados muy expertos e importantes compa?¨ªas de lobby, a veces con el apoyo de personalidades importantes, los buitres, radicados casi siempre en para¨ªsos fiscales, lanzan juicios contra los pa¨ªses en default y rastrean sus activos por el mundo en busca de embargos que sumen presi¨®n.
El caso argentino es emblem¨¢tico. El pa¨ªs hab¨ªa comenzado a endeudarse a partir de la ¨²ltima dictadura y en 2001 declar¨® el default m¨¢s importante de la historia. Cuatro a?os despu¨¦s, en 2005, y luego nuevamente en 2010, reestructur¨® la deuda con el 92,4% de los acreedores, pagando puntualmente, desde ese momento hasta hoy, 190.000 millones de d¨®lares. Este ¨²ltimo a?o, adem¨¢s, resolvi¨® su litigio pendiente con Repsol por la expropiaci¨®n de YPF, con el CIADI y con el Club de Par¨ªs.
Los fondos buitres no aceptaron entrar en esa negociaci¨®n. Compraron deuda argentina por 325 millones de d¨®lares y est¨¢n reclamando 3.250 millones, es decir, 1.000% de inter¨¦s en siete a?os. Un juez de Nueva York ya ha determinado que al fondo buitre NML se le debe pagar el total al contado, e incluso orden¨® al Banco de Nueva York, sede del pago a los acreedores que aceptaron reestructurar la deuda, embargar las transferencias y utilizar ese dinero para pagarle. Algunas versiones indican que, como suele suceder, el fondo buitre NML ten¨ªa CDS sobre los bonos argentinos. Se trata de un juego win win: si el fallo es positivo, cobra; y si hay default, tambi¨¦n.
Los fondos buitres compraron deuda argentina por 325 millones de d¨®lares y est¨¢n reclamando 3.250 millones
Y aqu¨ª llega Freud. Lejos de ser entidades abstractas, los fondos buitre tienen due?os y empleados, abogados y lobistas, pero no son como las personas corrientes que cada d¨ªa dedicamos buena parte de nuestro tiempo a estudiar, a la investigaci¨®n cient¨ªfica, a la creaci¨®n art¨ªstica o a trabajar en el campo o en la ciudad. Viven lejos de todo eso, alienados, desconectados de la realidad, imaginando muy creativamente la mejor manera de multiplicar su dinero a trav¨¦s de productos financieros que da?an al conjunto de la sociedad. Son psic¨®ticos sociales.
Thomas Piketty ha revolucionado al mundo con su libro El capital en el siglo XXI, con estad¨ªsticas de los ¨²ltimos 210 a?os y una conclusi¨®n resumida en una f¨®rmula (r>c=+d) muy concreta: si la renta del capital es mayor que el crecimiento del PIB, la desigualdad aumenta. Imaginemos, por ejemplo, qu¨¦ suceder¨ªa con un pa¨ªs que crece al 3% anual y tiene que pagar una renta de capital del 145% anual, que es exactamente lo que Argentina debe pagar a los fondos buitres. Ser¨ªa un mundo imposible. Pero lo peor es que puede que nos acontezca si, como dice Felipe Gonz¨¢lez, los pa¨ªses no establecen leyes de gobernanza internacional sobre el sector financiero, que permitan controlar el proceso creciente de financiarizaci¨®n de la econom¨ªa que acent¨²a las desigualdades.
Los fondos de cobertura, algunos de los cuales disponen de un capital superior al PIB de un pa¨ªs desarrollado, han capturado una parte importante del dinero que los bancos destinaban a la producci¨®n y a la creaci¨®n de empleo, orient¨¢ndolo en buena medida a operaciones de compra y venta de dinero. En 2008 algunos millonarios americanos encabezados por George Soros presentaron una ponencia en el Congreso estadounidense advirtiendo del riesgo que representan los fondos de cobertura para la econom¨ªa mundial.
La soluci¨®n inmediata no consiste en ejercer una cr¨ªtica moral para que recapaciten. Lo m¨¢s efectivo es aplicar lo que nos duele a todos: una fiscalidad que quite rentabilidad a este tipo de operaciones, una fiscalidad que deber¨ªa pensarse globalmente de modo que los fondos especulativos no encuentren refugios en donde operar y prohibir que los bancos comerciales act¨²en como bancos de inversi¨®n tal como promulg¨® en 1933 el Parlamento de los Estados Unidos.
Ning¨²n pa¨ªs desarrollado con una deuda de entre el 80% y el 120% de su PIB, que es el peso de la deuda en la mayor¨ªa de los pa¨ªses de Occidente, puede pagarla sin ayuda, porque no genera el super¨¢vit fiscal necesario para ello. Como una familia con una hipoteca que si no ahorra no puede afrontar los vencimientos, los pa¨ªses dependen de la confianza del mercado y de la renovaci¨®n de los cr¨¦ditos para seguir funcionando. As¨ª como tuvieron ¨¦xito con Argentina, Per¨², Congo, Panam¨¢ y Grecia, cualquier pa¨ªs,aun los m¨¢s desarrollados, puede ser una v¨ªctima de estos depredadores en el futuro.
Hugo Sigman es m¨¦dico y empresario
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