Reconciliaci¨®n familiar entre abogados en casa de los Thyssen
Sus diferencias se han convertido en un culebr¨®n que dura siete a?os. Pero Carmen Cervera y su hijo est¨¢n dispuestos a sellar la paz. Eso dice la baronesa. Un pacto sin vencedores ni vencidos del que no dan detalles y que negocian sus asesores
Despu¨¦s de siete a?os de distanciamiento, la llamada guerra de los Thyssen parece que est¨¢ a punto de terminar. Los ¨²ltimos encuentros que se han producido entre Carmen Cervera (Barcelona, 1943) y su hijo Borja (Madrid, 1980) en el Museo Thyssen y en el domicilio familiar de su ¨²nico hijo biol¨®gico est¨¢n destinados a negociar hasta el ¨²ltimo detalle sin que al final haya vencedores ni vencidos. Asegura la baronesa que por exigencias legales no puede detallar en qu¨¦ est¨¢ consistiendo la negociaci¨®n, aunque mantiene que tanto ella como su hijo tienen una gran ilusi¨®n de que todo acabe de la mejor de las maneras posibles y puedan recuperar la estrecha relaci¨®n que siempre han tenido.
Aunque ella no quiere desmenuzar los detalles, se sabe que el mayor conflicto se debe a que Borja reclama algunos de los cuadros que en estos momentos forman parte de la colecci¨®n Carmen Thyssen, m¨¢s de 800, y otros bienes integrados en la herencia del bar¨®n Thyssen. El conflicto no tiene relaci¨®n con los pagos que se acordaron en su momento y que Carmen Thyssen ha cumplido religiosamente: 15 millones de d¨®lares (11 millones de euros) en tres entregas. La primera la recibi¨® Borja en 2005; la segunda, en 2010, y la ¨²ltima ser¨¢ en 2015; adem¨¢s de los 300.000 d¨®lares (220.00 euros) que le entrega anualmente.
En plena batalla familiar, el entorno de Borja Thyssen habl¨® para un reportaje en este peri¨®dico en octubre de 2011. Entonces especificaron que lo que quer¨ªan era un acuerdo global testamentario en el que se aclarase que ¡°Borja es propietario de bienes y derechos a los que no tiene acceso en su totalidad. Es un problema de administraci¨®n. Borja prefiere una soluci¨®n pac¨ªfica antes de llegar a un contencioso. Pero no va a esperar que las causas naturales resuelvan el conflicto¡±.
El hijo de la baronesa vive con su mujer, Blanca Cuesta, y sus tres hijos ¡ªa la espera de la llegada del cuarto¡ª en una casa de lujo alquilada en la exclusiva urbanizaci¨®n La Finca, situada en las proximidades de Madrid, un aut¨¦ntico gueto para millonarios que quieren proteger su intimidad y vivir aislados.
Desde entonces, la comunicaci¨®n entre madre e hijo ha sido exclusivamente v¨ªa tribunales. Hasta que el pasado invierno se encontraron de manera casual en una calle de Madrid y se fraguaron los primeros contactos. En los ¨²ltimos d¨ªas se ha asegurado que la guerra hab¨ªa terminado.
Pregunta. ?Se puede dar por hecha la firma de la paz con su hijo Borja?
Respuesta. Estoy muy contenta. Y ¨¦l tambi¨¦n. Es cierto que nos hemos reunido para hablar de nuestras diferencias, pero ninguno de los dos podemos entrar en detalles.
P. ?D¨®nde se han producido estos encuentros?
R. En el museo y en casa de mi hijo.
P. ?Han participado tambi¨¦n sus respectivos equipos de abogados?
R. A veces s¨ª, pero en otras ocasiones no.
P. Todo ha sido excesivamente formal.
R. No, porque nos tenemos mucho cari?o.
P. Se ha dicho que estos encuentros se producen porque su hijo le ha ganado dos demandas en Bermudas que la forzar¨ªan a usted a pactar.
R. Se escriben muchas cosas que no son verdad. Yo no he dicho eso y estoy segura de que mi hijo Borja, tampoco.
P. En la reuni¨®n en casa de su hijo, en La Finca, ha podido conocer por fin a sus nietos m¨¢s peque?os.
R. S¨ª. Son preciosos y me ha hecho mucha ilusi¨®n.
P. ?Estaba tambi¨¦n presente Blanca Cuesta, su nuera?
R. No. Ella no estaba.
P. ?Qu¨¦ sensaci¨®n le ha producido estar con sus nietos? ?Se parecen a usted?
R. Son guap¨ªsimos, pero no puedo asegurar a qui¨¦n se parecen.
P. ?Est¨¢ previsto alg¨²n encuentro con toda la familia este verano?
R. No s¨¦ todav¨ªa qu¨¦ voy a hacer este verano porque tengo much¨ªsimo trabajo, pero algo har¨¦. Nada me har¨ªa m¨¢s ilusi¨®n que reunirnos todos y que mis nietos conozcan tambi¨¦n a sus t¨ªas [Carmen y Sabina, adoptadas por la baronesa en Los ?ngeles]. Ser¨ªa extraordinario.
P. ?Estuvo en la recepci¨®n de los reyes Felipe y Letizia el pasado d¨ªa 19 en el Palacio Real?
R. No. Ten¨ªa compromisos en el extranjero adquiridos desde hace m¨¢s de seis meses. Estoy segura de que Felipe VI va a ser un rey magn¨ªfico. Me hubiera gustado ir, pero fue imposible arreglar mi complicada agenda.
P. En el vest¨ªbulo del Museo Thyssen tiene usted los dos grandes retratos de don Juan Carlos y do?a Sof¨ªa pintados por Macarr¨®n. ?Le gustar¨ªa incluir un retrato de los actuales Reyes?
R. Los retratos de Juan Carlos y Sof¨ªa se los encargamos mi marido y yo a Macarr¨®n, que les pudo pintar en su estudio. Son fant¨¢sticos. S¨ª que me gustar¨ªa incluir una pintura con los nuevos Reyes.
P. ?A qui¨¦n le encargar¨ªa el retrato?
R. Pues no lo s¨¦. Ahora mismo no se me ocurre, pero es un tema que me parece interesante.
P. El pasado jueves asisti¨® usted a la reuni¨®n del patronato del museo. ?C¨®mo fue? ?Alguna tormenta en el horizonte?
R. Todo fue perfecto. Pese a la crisis, estamos manteniendo unas exposiciones temporales de primer nivel. Las dos ¨²ltimas inauguradas, Mitos del pop y Alma-Tadema y la pintura victoriana en la Colecci¨®n P¨¦rez Sim¨®n, son una buena prueba de ese nivel.
P. ?Qu¨¦ le parece la competencia que le est¨¢ surgiendo en M¨¢laga al Museo Carmen Thyssen? ?Cree que le va a afectar la pr¨®xima apertura de la sede del Pompidou y del Museo de San Petersburgo?
R. El Museo de M¨¢laga ha resultado ser un ¨¦xito tremendo. No s¨¦ si habr¨¢ p¨²blico para tantos nuevos centros que hay que sumar a los que ya estamos all¨ª. Va a ser complicado.
P. Parece que crea usted tendencia art¨ªstica.
R. No s¨¦ si creo tendencia, pero el barrio malague?o en el que est¨¢ situado el Museo Carmen Thyssen era una zona abandonada que ¨²ltimamente se ha llenado de tiendas y restaurantes preciosos. Da gusto pasear por all¨ª. Se ha revalorizado la zona de una manera sorprendente. Y queremos avanzar. A ver si el pr¨®ximo a?o podemos dejar que se visiten los yacimientos arqueol¨®gicos que est¨¢n en los bajos del edificio.
P. ?Y qu¨¦ ocurre con las memorias de su marido, el bar¨®n Heinrich Thyssen-Bornemisza? Se ha pospuesto su publicaci¨®n ya varias veces.
R. Puedo asegurar que a mediados de septiembre la editorial Planeta sacar¨¢ el libro a la venta. Haremos dos grandes presentaciones. Una ser¨¢ en octubre, dentro del museo, y quiero que sea una gran fiesta.
P. ?Ha tenido que pulirlas mucho para evitar querellas?
R. Son sus memorias hechas a partir de cintas grabadas por ¨¦l y transcritas por el periodista Jos¨¦ Antonio Olivar. Yo soy la editora. Todo lo que se lea ah¨ª ser¨¢n cosas dichas por ¨¦l. Yo no a?ado nada.
P. Parece que se va usted de vacaciones con todos los deberes hechos.
R. No tengo vacaciones de esas de estar sin hacer nada, aunque algo descansar¨¦. Ahora me voy a Sant Feliu para inaugurar una exposici¨®n. No paro.
P. ?Cu¨¢ndo podr¨ªa ser ese encuentro con toda la familia que tanto le gustar¨ªa?
R. No lo s¨¦. Pero creo que a todos nos va a hacer una ilusi¨®n inmensa.
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