Mala leche
Los latidos del coraz¨®n constituyen tambi¨¦n una forma de conocimiento
Los latidos del coraz¨®n constituyen tambi¨¦n una forma de conocimiento. Seg¨²n los bi¨®logos m¨¢s avanzados esa bomba mec¨¢nica es la que excita y pone en estado mental al cerebro y no al rev¨¦s; incluso algunos l¨ªderes espirituales la han elevado a la categor¨ªa de or¨¢culo de nuestro propio futuro. Si a un electrocardiograma se le aplica un zoom muy potente se pueden descubrir entre sus quebradas l¨ªneas de s¨ªstole y di¨¢stole unos espasmos microsc¨®picos cuya lectura nada tiene que ver con la medicina sino con el campo magn¨¦tico que el coraz¨®n expande y que afecta a todos los seres vivos de alrededor, incluidas bacterias y personas. Se ha hecho la prueba de ese poder con un recipiente lleno de leche. Conectados a una corriente se introducen dos electrodos en el recipiente, que se coloca en el centro de la mesa en la que est¨¢s departiendo una cena agradable con amigos. Los g¨¦rmenes vivos que contiene la leche responden a las sensaciones positivas o negativas del coraz¨®n de los comensales. Sus latidos no solo elevan la sangre al cerebro de los presentes para mover el mecanismo de sus pensamientos; tambi¨¦n desv¨ªan las descargas emocionales hacia el recipiente que son captadas por los electrodos. La placentera sensaci¨®n de amistad, la armon¨ªa feliz y las risas del grupo, purifican la leche, la eximen de bacterias y la convierten en el mejor postre de sobremesa, en leche merengada. Pero si el recipiente se instala en medio de una tertulia pol¨ªtica, en el hemiciclo del Congreso de los Diputados, en la mesa del consejo de administraci¨®n de un banco, la leche concentra la codicia, el rencor, la ambici¨®n, la miseria, la estupidez, el fanatismo de su entorno y la convierte en una p¨®cima venenosa. La mala leche que hoy se ha apoderado en nuestra sociedad responde de los latidos de un coraz¨®n colectivo devastado. Por eso el aire es irrespirable.
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