En recuerdo de Ana Mar¨ªa Matute
Cuando Ana Mar¨ªa era peque?a se quedaba fascinada con los relatos que su vieja cuidadora le contaba. Su imaginaci¨®n crec¨ªa con los ogros, princesas, hadas y gnomos, que poblaban los viejos cuentos populares.
Como era una ni?a muy despierta pronto se dio cuenta de que dentro de las cajitas rectangulares que llenaban aquellos muebles tan altos que los mayores llamaban libreros, se encontraban esas y otras muchas historias. Llegaba f¨¢cilmente a los estantes y enseguida comenz¨® a manipular aquellas cajitas llamadas libros. Eran objetos de diversos colores que se abr¨ªan. Estaban llenas de hojas de papel blanco y sembradas de unas extra?as hormiguitas negras que no se mov¨ªan.
Cuando ni siquiera sab¨ªa leer supo que de mayor iba a hacer eso, libros. A los 5 a?os escribi¨® su primer cuento. A los 17, Peque?o teatro, su primera novela.
Su viva inteligencia, su enorme coraz¨®n, iban a regalarnos desde muy pronto docenas y docenas de apasionantes, divertidas y tr¨¢gicas historias que nos ayudan a vivir, descubri¨¦ndonos que nuestro mundo oculta otros mundos; que debemos, como Alicia, atravesar la niebla del espejo y adentrarnos en el bosque de las palabras, en su misterio.
Ella ha sido la gran maga de las palabras, la maga cuentacuentos. Las palabras la aman, como bien dice su amiga Juana Salabert.
Descansa en paz, hermosa y generosa maga. Tus libros quedan con nosotros.¡ª Carlos Jos¨¦ Barb¨¢chano Gracia.
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