"Tengo derecho a que mi vida no sea impecable"
Matt Dillon cumple 50 a?os estren¨¢ndose en televisi¨®n con Shyamalan. Otro paso en una carrera llena de riesgos que nadie le exigi¨®
A Matt Dillon (New Rochelle, Nueva York, 1964) parece que se la ha subido la normalidad a la cabeza. No quiere que se note que, inevitablemente, ser una estrella desde adolescente le ha marcado profundamente y se esfuerza por ajustarse al prototipo de hombre com¨²n, lo que convierte una entrevista con el actor en un entretenido partido de ¨¦l mismo contra s¨ª mismo para demostrarte y demostrarse que tiene los pies en la tierra, que puede ser igual que usted.
Cuando se le pregunta por la fama cita a Jack Kerouac y la define como ¡°los peri¨®dicos de ayer arrastrados por el viento en la calle Bleecker¡±, pero no puede evitar llegar, como buena celebridad, una hora tarde a la entrevista, que tiene lugar en una cafeter¨ªa del Upper West Side de Nueva York. En ese tiempo de espera, uno se pregunta: ?cu¨¢l es el Matt Dillon que cruzar¨¢ esa puerta? ?Un rebelde peterpanesco heredado de La ley de la calle, las cinta de Coppola que marc¨® su juventud? ?Un hombre en crisis al estilo de Beautiful girls? ?Un poli malo como en su ¨²ltimo ¨¦xito, la oscarizada Crash? Su alergia a la prensa y su car¨¢cter reservado hacen que el Matt Dillon ¨ªntimo siga siendo un enigma.
Finalmente, aparece, levanta las cejas y, qu¨¦ cosas, la primera imagen que viene a la cabeza es la del descerebrado de la escatol¨®gica Algo pasa con Mary, donde conoci¨® a la que ha sido su pareja m¨¢s famosa, Cameron D¨ªaz. Cuando se le pregunta por ella se hace el longuis. Parece que realmente le azora hacer esperar, aunque un actor nominado al Oscar deber¨ªa ser capaz de hacer creer eso y mucho m¨¢s. Suelta un par de palabras en espa?ol, refunfu?a un poco sobre las c¨¢maras digitales que ¡°a veces lo hacen todo m¨¢s dif¨ªcil¡± (acaba de llegar de la sesi¨®n de fotos para ICON) y se pone a comer con las manos. Como lo har¨ªa cualquiera, podr¨ªa decirse... solo que ha pedido algo fuera de men¨² que le han preparado especialmente para ¨¦l porque ha puesto mirada de ¡°oye, que soy Matt Dillon¡±. La misma que no le funciona cuando, al ense?ar orgulloso en su iPad im¨¢genes de su nuevo proyecto como director (un documental sobre el m¨²sico de scat cubano Francisco Fellove), la pareja que est¨¢ sentada al lado protesta y le pide bajar el volumen. Estrella de Cine, 1 ¨C Persona Normal, 1.
¡°No es conveniente salir en las portadas. Yo no deber¨ªa ser modelo para nadie. Tengo derecho a que mi vida no sea impecable¡±
?Cu¨¢ndo se diluy¨® el flechazo entre el estrellato y Matt Dillon? Para ¨¦l fue casi su primer amor y, como con todos los primeros amores, donde hubo fuego quedan brasas. Matt, todav¨ªa joven, impuso la relaci¨®n a distancia cuando cambi¨® California por las clases de interpretaci¨®n de Lee Strasberg en Nueva York. ¡°No es que no me guste Los ?ngeles¡±, dice al principio, aunque mientras avanza la entrevista se calienta y termina despotricando: ¡°Miro a Hollywood y me parece muy triste. Es realmente pat¨¦tico lo que veo, delirante. Hay m¨¢s oportunidades que nunca ah¨ª fuera para contactar con la realidad y la mayor parte de lo que se hace es basura¡±, dice, enfatizando adem¨¢s esta ¨²ltima palabra al decirla en espa?ol. Se percibe el resquemor. ?Aqu¨ª hay tomate!
?Seguro que fue Matt Dillon el que dio calabazas a Hollywood? Quiz¨¢ fuera la Meca del cine la que parti¨® peras con ¨¦l cuando vio que no eleg¨ªa siempre bien sus proyectos cada vez que le volv¨ªa a dar una nueva oportunidad. Oportunidad 1: cuando se recicl¨® de chico forra-carpetas a icono del cine independiente gracias a Gus Van Sant y al complejo drogadicto que interpret¨® en Drugstore cowboy, en 1989, Dillon eligi¨® como siguiente proyecto la imposible B¨¦same antes de morir, en la que hac¨ªa un doble papel y que fracas¨® estrepitosamente. Oportunidad 2: cuando logr¨® por fin optar a los grandes premios con Crash, de Paul Haggis, en 2006, su siguiente pel¨ªcula fue el remake de Herbie, el coche con vida propia de Disney, junto a Lindsay Lohan.
Quiz¨¢ lo hayan castigado por ser un actor que, cuando da entrevistas, no responde con el discurso aprendido. Que da prioridad a an¨¦cdotas de aquel Herbie a reflexiones sobre t¨ªtulos clave de su carrera, despachando Beautiful girls, una de las cintas claves de su carrera, diciendo ¡°no es mi favorita entre las pel¨ªculas que he hecho¡±, o zanjando el debate sobre los peces de colores que hipnotizaban dentro del blanco y negro de La ley de la calle con un ¡°soy dalt¨®nico¡±. Incluso cuando relata su labor filantr¨®pica (es miembro de la junta de la ONG Refugees International) reconoce: ¡°Los actores necesitamos estas cosas para quitarnos mierda de la cabeza¡±.
Y as¨ª, la din¨¢mica entre estos dos amantes ya crepusculares (Matt Dillon acaba de cumplir los 50) ha ido viviendo reca¨ªdas cada equis a?os y, seg¨²n los c¨¢lculos, Wayward Pines, la serie que ahora ha rodado bajo la direcci¨®n de M. Night Shyamalan, el responsable de El sexto sentido, puede ser el campo de cultivo perfecto para el reencuentro.
?Por qu¨¦ esa relaci¨®n tan complicada con el estrellato?
Siempre he querido ser un tipo de persona que es accesible a los dem¨¢s y que puede acceder a los dem¨¢s. Si alg¨²n d¨ªa eso deja de suceder pensar¨¦ que me estoy perdiendo algo. Quiz¨¢ por eso nunca he vivido en Los ?ngeles. El anonimato es un lujo que muchos dan por supuesto, y no es as¨ª. Sin embargo, la fama es un fen¨®meno extra?o para el que nadie te prepara. No significa nada para m¨ª. No es importante.
Pero, teniendo en cuenta que empez¨® en el cine con 14 a?os, que a los 18 a?os estaba celebrando su cumplea?os en el Studio 54 y que, con 19, Andy Warhol le estaba haciendo una entrevista, ?qu¨¦ es para usted la realidad o la normalidad?
S¨ª, recuerdo ese cumplea?os. Andy Warhol era muy, muy interesante. Lo ve¨ªa y me dec¨ªa ¡°?Hola Matt!¡±, y luego a lo mejor me lo encontraba y era yo el que le saludaba y ¨¦l se escond¨ªa. Yo entonces era un chico joven en Nueva York, estudiando en la academia de Lee Strasberg. En aquella fiesta estaban todos mis amigos del instituto y los de la escuela de interpretaci¨®n. No era el Studio 54 en su apogeo, ya no estaba Steve Rubell [el propietario en los a?os de gloria], pero segu¨ªa siendo algo grande. Hab¨ªa paparazzi, entre los cuales estaba Andy Warhol con su c¨¢mara tomando fotos, como uno m¨¢s, alimentando la m¨¢quina de la fama. No s¨¦, cuando eres joven te parece todo de lo m¨¢s natural. Pero s¨ª, reconozco que durante un tiempo pens¨¦ que ten¨ªa dificultades para distinguir entre realidad y fantas¨ªa, ten¨ªa el debate en mi cabeza sobre si estaba loco o no, bueno, m¨¢s bien sobre si, como otros chicos, al crecer estaba perdiendo un poco el norte. Podr¨ªa hablar mucho de eso, pero me limitar¨¦ a decir que me di cuenta de que mi relaci¨®n con la realidad era buena y que ten¨ªa los pies en la tierra cuando tuve que interpretar a un esquizofr¨¦nico [en ?ngeles sin cielo, de 1993, y otra de sus cintas menos recordadas] e investigu¨¦ este personaje. Entonces me di cuenta de que no estoy muy loco.
?Hubiese preferido que, como dec¨ªa Warhol precisamente, la fama durara solo 15 minutos?
Yo no me hice actor por la fama y nunca me sent¨ª c¨®modo con ser un gal¨¢n o un ¨ªdolo juvenil. No era en lo que estaba trabajando, y no hab¨ªa mucho fundamento para actuar como si fuera as¨ª. Yo estaba m¨¢s interesado en la gente. Que yo pudiera realizar un trabajo y asombrarles. Eso era lo que emocionaba de ser actor: ayudar a mi entorno a crecer, aportarles algo. La etiqueta de sex symbol para m¨ª era una superficie, no era algo con lo que me pudiera identificar. Por supuesto, estaba bien tener la adulaci¨®n de todas esas chicas j¨®venes; no lo rechazaba del todo. Pero decid¨ª tomar un camino que me llevara a hacer lo mejor que pudiera con lo que tengo. Las oportunidades para ello no siempre son buenas, y eso ha tomado m¨¢s tiempo. Creo que mi karma es ese: poco a poco, como cuando dirig¨ª City of Ghosts [su ambiciosa cinta de 2002 ambientada en Camboya, que recaud¨® un mill¨®n de d¨®lares en todo el mundo], que me cost¨® a?os levantarla, pero ahora es una de las pel¨ªculas de las que m¨¢s satisfecho estoy.
¡°En el ba?o del jodido Lee Strasberg le¨ª: ¡®Al Pacino cag¨® aqu¨ª¡¯. Los grandes actores eran h¨¦roes. Hoy ya no son la gente importante¡±
Pero, por un momento, parec¨ªa que su generaci¨®n, ese brat pack, ese atajo de mocosos de los a?os ochenta, estaba llamado a cambiar las reglas de Hollywood, imponer m¨¢s personalidad. ?Le decepciona ver que no ha sido as¨ª?
No me siento para nada decepcionado por c¨®mo hemos evolucionado como generaci¨®n, porque no me he sentido muy conectado con los dem¨¢s necesariamente. Y no creo que fu¨¦ramos conscientes de crear algo en concreto, porque est¨¢bamos m¨¢s concentrados en trabajar con Francis Ford Coppola [tanto en Rebeldes como en La ley de la calle], que entonces era como un dios. Cada uno ha llevado luego su carrera y, en cualquier caso, yo sent¨ªa que estaba en otro viaje, quiz¨¢ porque estaba en Nueva York y ellos en Los ?ngeles.
Ahora que no es el ¨ªdolo juvenil de entonces, ?cu¨¢l es su relaci¨®n con la prensa?
Intento no tener mucha relaci¨®n con los medios y, la verdad, hac¨ªa mucho que no hac¨ªa una entrevista de este tipo. Est¨¢ bien salir en los peri¨®dicos, pero no es conveniente estar en las portadas. Hago estas entrevistas por el mundo en el que vivimos, por el mercado en el que se mueve mi trabajo. Tengo que hablar de lo que hago, promocionarlo, pero no me interesa hablar de mi vida privada. S¨¦ que es algo que interesa a la gente. Lo noto cuando voy al supermercado y veo que la gente est¨¢ mirando ese tipo de noticias: qu¨¦ famosa se ha quedado embarazada, qui¨¦n se casa con qui¨¦n. Es algo que ha pasado siempre, pero ese mundo del cotilleo es lo opuesto a lo que yo quiero transmitir. Y no creo que mi vida tenga que ser un modelo para nadie. Tengo derecho a que mi vida no sea impecable.
Tampoco tiene ni Twitter, ni Instagram como toda estrella que se precie ahora.
Estoy seguro de que hay alguna cuenta con mi nombre, pero yo no utilizo eso. Es una de las cosas que quiz¨¢ me gustar¨ªa tener, pero que por ser famoso creo que no debo. Tengo mi e-mail, que es relativamente f¨¢cil de conseguir, y la gente a veces me manda cosas. No es nada malo, supongo. Muchos famosos lo tienen, pero por lo que veo causa m¨¢s problemas que otra cosa. Pones algo all¨ª, alguna tonter¨ªa, e inevitablemente es un narcisismo mal canalizado. Yo tambi¨¦n quiero decir cosas, pero quiz¨¢ debes decirlo solo a algunas personas, no a todo el mundo.
?Ser actor implica inevitablemente algo de narcisismo?
Es dif¨ªcil no estar con tu ego todo el d¨ªa cuando eres actor. Supongo que para todo el mundo resulta dif¨ªcil, pero en la naturaleza de nuestro trabajo parece que va intr¨ªnseco. Intento no ser demasiado narcisista, y creo que lo consigo. Pero, aunque no me gusta hablar de la t¨¦cnica del trabajo, porque es algo un poco pretencioso, uno de los beneficios de ser actor y mirarte tanto a ti mismo es que aprendes a estar c¨®modo mostrando tus emociones. Est¨¢s en contacto con ellas. Y me gusta que esas emociones con las que trabajamos son a la vez aut¨¦nticas y artificiales. Me interesa el concepto de credibilidad, la apariencia de la verdad. Es interesante porque podr¨ªa parecer deshonesto, algo que parece cierto pero no lo es. No es as¨ª y, de hecho, es algo muy poderoso. Por ejemplo, ves Gunga Din [George Stevens, 1939] o Rocky [John G. Avildsen, 1976], ves la lucha de los personajes, te identificas, y se generan sentimientos verdaderos.
?Qu¨¦ se siente, por ejemplo, al cumplir 50 a?os?
?Ey! ?No lo digas que te van a o¨ªr [r¨ªe]! No me saques el tema de la edad, anda. ?No me ves? Puedo interpretar j¨®venes y puedo interpretar gente mayor. Cuando hice Drugstore cowboy ten¨ªa 25 o 26, estaban preocupados porque fuera demasiado joven para el papel, porque en el libro el personaje ten¨ªa 50 a?os, ten¨ªa canas. Sin embargo, cuando me conoci¨® el autor del libro [James Fogle], dio su bendici¨®n al ver que, de hecho, me parec¨ªa al personaje en el que se hab¨ªa basado para escribirlo cuando era joven.
¡°Hollywood es triste. Ah¨ª fuera hay m¨¢s oportunidades que nunca para conectar con la realidad y casi todo lo que hace es basura¡±
Pero si fue un joven maduro, ?no le tienta ahora ser un se?or inmaduro?
La gente dice que con el tiempo mejoras, que eres m¨¢s sabio, pero eso solo sucede si cambias y haces el esfuerzo de crecer, si sabes quitarte de encima las cosas que ya no necesitas. Siempre he sido una persona muy responsable y siento que ahora mismo estoy asumiendo riesgos. Cuando miro mi carrera de joven, reconozco que, aunque tuve que ir aprendiendo sobre la marcha e inevitablemente estaba muy verde para algunas cosas, me siento satisfecho, me gusta casi todo lo que veo. Y ahora estoy en un momento de mi vida en el que afronto dos trabajos que estructuralmente son nuevos para m¨ª. Con el documental sobre Fellove, que escap¨® de Cuba antes de la revoluci¨®n, he estado entrevistando a gente que se hace mayor y que mantiene los ¨¢nimos y la fe en lo que est¨¢ haciendo. Me apasiona. La historia central va cambiando seg¨²n entran informaciones nuevas y el documental puede convertirse en algo totalmente diferente. Considero que he viajado y he visto mundo, pero soy culpable como todos de tener prejuicos por pura ignorancia. Trabajar en este documental me ayuda a mejorar en eso. Fellove fue un adelantado a su tiempo que sali¨® de Cuba, era otra discriminaci¨®n, no la misma que en Estados Unidos, pero todav¨ªa exist¨ªa. Eran negros en Cuba condenados a un menor protagonismo como artistas, a aparecer en la televisi¨®n en un segundo plano. Y Fellove sali¨® de Cuba, como D¨¢maso P¨¦rez Prado o Benny More, pasando por M¨¦xico DF, en busca de oportunidades. Tocaban rumba, mambo¡ pero bajo la influencia de Benny Goodman, Duke Ellington, Ella Fitzgerald o Charlie Parker. Es una gran historia que he dejado en pausa porque se cruz¨® ante m¨ª la televisi¨®n y por primera vez estoy haciendo un personaje que no se divide en tres actos.
Esta nueva serie, Wayward Pines, se promociona como un nuevo Twin Peaks. Un poco arriesgado, ?no?
S¨ª, lo s¨¦, y no creo que sea muy justa esa comparaci¨®n, porque David Lynch es David Lynch. ?Con eso no se juega! Aunque entiendo los paralelismos. Es una serie ambiciosa, inquietante y extra?a. Me gusta de ella que es una ciencia ficci¨®n muy humana, que parte de la base de que nada pasa por error. Yo interpreto a un l¨ªder que a su pesar que llega a un pueblo donde las personas tienen prohibido mirar al pasado, algo que hacemos habitualmente con nosotros mismos. No queremos afrontar nuestros errores.
Convendr¨¢ conmigo que Shyamalan haces a veces cosas maravillosas y otras que no lo son tanto.
Puede ser, pero es un director de actores fant¨¢stico. En todas sus pel¨ªculas, sean mejores o peores, hay un gran trabajo interpretativo de todo el reparto. En esta serie he trabajado con uno de los mejores elencos de mi carrera: Tobey Jones, Melissa Leo¡ Y adem¨¢s, aunque en la televisi¨®n suelen ser los guionistas los que tienen el mayor peso creativo, en esta serie la decisi¨®n creativa estaba en manos del director, y a m¨ª me gustan los directores que toman las decisiones. Es como en el cine independiente: Gus Van Sant apost¨® en Drugstore cowboy por retratar la droga en un momento en el que Nancy Reagan estaba en plena campa?a antidroga, con muchos actores importantes diciendo que herir¨ªa sensibilidades. Pero ¨¦l se empe?¨® en eso. En las superproducciones de Hollywood uno tiene la sensaci¨®n de que hay todo un comit¨¦ que opina y no hay una visi¨®n concreta.
?Ha sido la televisi¨®n un refugio para usted como para tantos otros?
Parece que la televisi¨®n ahora en Estados Unidos es un buen lugar. Puedes estar haciendo durante cuatro a?os una pel¨ªcula, hacerla bien, y luego se estrena y en una semana nadie la ha ido a ver. Ahora el mejor p¨²blico no va al cine tanto, ve m¨¢s televisi¨®n. Como nuevo medio para m¨ª es muy emocionante, aunque tambi¨¦n dif¨ªcil.
?Usted tambi¨¦n ha dejado de ir al cine o cree que el cine ha ido a peor?
?Qu¨¦ no ha ido a peor? ?No ha ido la m¨²sica a peor? ?Hay algo ahora comparable a Louis Armstrong o Beethoven? ?Hay una pel¨ªcula mejor que El tercer hombre? Lo ¨²nico que creo que ha mejorado ha sido el g¨¦nero documental, y no lo digo porque yo est¨¦ haciendo ahora uno, sino porque creo que se est¨¢n haciendo grandes documentales ahora mismo y es pr¨¢cticamente lo ¨²nico que veo en el cine. Vi hace poco uno sobre la fot¨®grafa Vivian Maier que me pareci¨® buen¨ªsimo [Finding Vivian Maier, John Maloof, Charlie Siskel, 2013], no ten¨ªa ninguna intenci¨®n art¨ªstica pero result¨® hacer puro arte, y me pareci¨® buen¨ªsimo. Y hablando de realidades y ficciones, me encant¨® Grizzly man [el at¨ªpico documental de 2005 sobre Timothy Treadwell, el hombre que pens¨® que era aceptado por los osos grises de Alaska y muri¨® en la fauces de uno de ellos], es una de las pel¨ªculas que m¨¢s me han impresionado en los ¨²ltimos a?os, y creo que Werner Herzog es ahora mismo el mejor cineasta que hay.
?Y qu¨¦ ha pasado para que todo haya ido a peor?
Cuando era joven, quiz¨¢ no est¨¢bamos haci¨¦ndolo todo bien, pero nos importaba el trabajo que hac¨ªamos. Recuerdo cuando iba al jodido Lee Strasberg, iba al ba?o a fumar un cigarrillo y en la pared alguien hab¨ªa escrito ¡°Al Pacino cag¨® aqu¨ª¡±. Nos pregunt¨¢bamos, ?t¨² crees que lo escribi¨® ¨¦l? Evidentemente, habr¨ªa sido otro, pero el tema es que nuestros h¨¦roes eran grandes actores. La generaci¨®n de Montgomery Clift, Brando, James Dean y luego una segunda generaci¨®n con De Niro, Al Pacino, Gene Hackman o Dustin Hoffman. Realmente los admir¨¢bamos y nos fij¨¢bamos en ellos, era importante para nosotros. Ahora hay grandes actores, claro, pero algo ha cambiado. Ellos ya no son la gente importante. La verdad ha dejado de ser importante.
Un hatajo de mocosos
Ser un mocoso no es malo, solo una estaci¨®n obligatoria que hay que padecer en alg¨²n momento de la vida, cuya mayor desgracia es que acarrea un absoluto desconocimiento de su propia condici¨®n. Va con el concepto, pegado a su chepa. De modo que lo peor que puede pasar no es que seas un mocoso, que por ah¨ª hemos pasado todos, aunque algunos se instalen en su and¨¦n para el resto de sus d¨ªas, sino que seas un mocoso y que invites a un periodista a que d¨¦ cuenta de tu estado interior y exterior. Y a los periodistas, ya se sabe, nos gusta hurgar, preguntar, observar y hasta titular: "Hollywood's Brat Pack" (El hatajo de mocosos de Hollywood). Lo escribi¨® el cronista estadounidense David Blum el 10 de junio de 1985 en New York Magazine. Sirvi¨® como encabezamiento para un reportaje y tambi¨¦n ilustr¨® la portada. El resto es historia. Emilio Est¨¦vez, protagonista inicial de aquel trabajo, y sus amigos y compa?eros de generaci¨®n Rob Lowe y Judd Nelson pasaron a formar parte de un club al que tambi¨¦n fueron invitados, por afinidad, edad y actitud, unos en el n¨²cleo duro, otros como acompa?antes forzosos, Demi Moore, Ally Sheedy, Anthony Michael Hall, Molly Ringwald, Matt Dillon, Ralph Macchio, Tom Cruise, Andrew McCarthy, C. Thomas Howell, Robert Downey Jr. y alguno m¨¢s. Todos de entre 20 y 25 a?os.
Como los buenos periodistas con cintura, Blum, que en principio elaboraba un perfil ¨²nicamente de Est¨¦vez, regate¨® su idea y la de la revista mediado su trabajo cuando, una noche, para completar la visi¨®n, el actor lo cit¨® en el Hard Rock Caf¨¦ y aparecieron por all¨ª Nelson y Lowe. Y, claro, tambi¨¦n el alcohol, las risas, las chicas, el triunfo, la fama, el dinero, el sexo y la condici¨®n mocosa. La pandilla ven¨ªa de protagonizar pel¨ªculas como 16 velas, El club de los cinco, Rebeldes, La ley de la calle y Risky business, y estaba a punto de estrenar St. Elmo, punto de encuentro, verdadero santo y se?a del grupo. Y Blum, como el profesor de El club de los cinco con "el cerebro, el atleta, la irresponsable, la princesa y el criminal", los etiquet¨®. Ellos solo quer¨ªan chuparle la sangre a la noche. Aqu¨ª y ahora. Y tanto se la chuparon que se atragantaron.
Nelson, Est¨¦vez y McCarthy tuvieron problemas con el alcohol; Dillon y Downey Jr., con el alcohol y las drogas; Lowe, con el sexo; Sheen, con el alcohol, las drogas y el sexo; Demi Moore, ebria de melancol¨ªa tras un matrimonio con hijos con Bruce Willis, acab¨® casada de nuevo durante seis a?os con otro mocoso, y Tom Cruise, en un ins¨®lito alarde por mejorar a todos, ingres¨® en la Cienciolog¨ªa. Dillon, "el m¨¢s firme aspirante a nuevo Marlon Brando", que dec¨ªa de ¨¦l Blum, debe ir por su cuarta muerte y resurrecci¨®n. Y Lowe, que por aquella ¨¦poca sal¨ªa con la hija mediana de La casa de la pradera, a¨²n se duda si lleg¨® a resucitar del todo o solo han sido conatos. Y s¨ª, Cage gan¨® un Oscar; Sheen se convirti¨® en el actor mejor pagado de la televisi¨®n; Est¨¦vez dirigi¨® una buena pel¨ªcula (Bobby); Downey Jr. y Cruise, cada uno en su estilo, se convirtieron en grandes; Thomas Howell, Michael Hall y Macchio... Maldici¨®n, ?qu¨¦ ha sido de estos t¨ªos?
Ocurre con todas las pandillas. Y si no, piense usted en la suya. O en la del origen de la denominaci¨®n Brat pack: aquel Rat pack de Sinatra, Martin, Lawford y Davis Jr., que sirvi¨® al periodista para el juego de palabras. Si hubieran tenido la oportunidad de juntarse ambos hatajos, unos con sus trajes a medida, otros en camiseta y zapatillas, quiz¨¢ Sinatra y c¨ªa. les hubieran seguido el rollo durante cinco minutos para acabar humill¨¢ndoles. O les hubieran mandado las Ray-Ban de pasta negra a tomar por saco de un manotazo. O quiz¨¢ no. Los del Brat Pack creyeron que el articulo les destruy¨® y que pod¨ªan haber llegado m¨¢s lejos en papeles dram¨¢ticos si la revista no los hubiera etiquetado. Falso. Casi todos han demostrado m¨¢s tarde estar m¨¢s bien limitados en la actuaci¨®n m¨¢s all¨¢ de su carisma y magnetismo. De hecho, el art¨ªculo cuenta que ninguno pas¨® por escuelas de interpretaci¨®n.
Aunque para mocoso, y tard¨ªo, el periodista Blum, que muchos a?os despu¨¦s se arrepinti¨® de haber escrito aquella historia. Pero, alma de c¨¢ntaro, si lo peor que le puede pasar a una pel¨ªcula es que aparezca una redenci¨®n forzada, meliflua e in¨²til. T¨² hiciste tu trabajo, ser periodista, y ellos el suyo, ser j¨®venes. La verdadera venganza del grupo est¨¢ en la visi¨®n que se tiene ahora de buena parte de aquellas pel¨ªculas. Los mocosos se hicieron adultos. Y los otros mocosos que babe¨¢bamos con aquellas historias puede que tambi¨¦n. Y aunque ya no tengamos cuerpo para bailar en calcetines agarrados a un candelabro, ni valor para tararear en p¨²blico el Don't you (forget about me) de Simple Minds, a¨²n nos queda, m¨¢s que la nostalgia, la convicci¨®n de que aquellas pel¨ªculas capturaron el esp¨ªritu de una generaci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.