Califato y terrorismo global
El Estado Isl¨¢mico, que se ha despojado de las referencias a Irak y Levante en su nombre, aspira a instaurar un imperio pol¨ªtico panisl¨¢mico en competencia con Al Qaeda por la supremac¨ªa en el universo yihadista
Muchas y dispares han sido las reacciones al anuncio que el pasado 29 de junio hizo el Estado Isl¨¢mico de Irak y Levante (EIIL), proclamando el establecimiento de un nuevo califato y la designaci¨®n de un nuevo califa en la persona de su l¨ªder, Abubaker al Bagdadi. No pocas de esas reacciones se han centrado en el significado mismo de esa f¨®rmula de dominio musulm¨¢n y en la relevancia o irrelevancia para el mundo isl¨¢mico de su controvertida recreaci¨®n. Aunque son asuntos de indudable importancia, no menor la tienen los relacionados con las implicaciones en materia de terrorismo atribuibles a semejante iniciativa, adoptada por una organizaci¨®n yihadista cuya especialidad m¨¢s notoria es precisamente la pr¨¢ctica sistem¨¢tica de dicha violencia.
?Estamos ante una resoluci¨®n tomada por dirigentes de una entidad con liderazgo y estrategia propios o responde a los designios de las autoridades estatales que patrocinan su campa?a terrorista? Si se trata de lo primero, ?es una iniciativa adoptada por yihadistas cuya agenda es predominantemente local y en particular iraqu¨ª, o ante un nuevo desarrollo del yihadismo internacional con proyecci¨®n regional o incluso mundial? Caso de que se trate de lo segundo, ?es la opci¨®n de una organizaci¨®n que intenta ante todo subsistir en el escenario de conflicto armado que conforman Siria e Irak, o que es ya n¨²cleo de una nueva red de terrorismo global?
Empiezo por el primero de estos interrogantes. Durante los dos ¨²ltimos a?os han circulado, incluso entre periodistas y comentaristas occidentales dedicados a temas de Oriente Pr¨®ximo, especulaciones en apariencia racionalistas, unas veces infundadas y otras exageradas, sobre conexiones de la actividad terrorista que tiene lugar en Siria e Irak con los gobernantes de ambos pa¨ªses o de otros de la regi¨®n, incluyendo a los de la pen¨ªnsula Ar¨¢biga. Especulaciones, por ejemplo, a las que era com¨²n relacionar los atentados el EIIL con el beneficio que supuestamente supon¨ªan para el r¨¦gimen de El Asad en Siria. Como si dicha organizaci¨®n yihadista no tuviese una din¨¢mica aut¨®noma respecto al modo en que evolucionara la correlaci¨®n de fuerzas entre otros contendientes asimismo implicados en la guerra civil que desde 2011 asola ese pa¨ªs.
Especulaciones que tambi¨¦n lo eran al presentar al EIIL y sus actividades terroristas como mero producto de los servicios de inteligencia de Arabia Saud¨ª o de patrocinadores que act¨²an desde otros pa¨ªses del Golfo como Qatar. En este sentido, sin embargo, hay indicios suficientes para considerar veros¨ªmil que los extraordinarios avances del EIIL en Siria e Irak se deben en parte al apoyo que esta organizaci¨®n yihadista ha recibido desde esos dos sultanismos. Incluso para sospechar que los servicios de inteligencia saud¨ªes, al menos hasta abril de este mismo a?o, intentaron manejarla como proyecto de su asistencia encubierta a las facciones extremistas de la oposici¨®n siria. Pero la l¨®gica del EIIL no estaba sujeta a la voluntad de quienes imaginaron instrumentalizarla. Menos a¨²n, es obvio, a la de quienes eran vistos como favorecidos por su brutalidad. Al contrario.
El nuevo l¨ªder reivindica su autoridad pol¨ªtica y religiosa sobre todos los musulmanes
Paso entonces a abordar el segundo interrogante. El EIIL es la tercera denominaci¨®n consecutiva de una organizaci¨®n yihadista que asumi¨® este nombre en 2013 pero desde 2006 era conocida como Estado Isl¨¢mico de Irak (EII) y anteriormente como Al Qaeda en la Tierra de los Dos R¨ªos (AQTDR), fundada en 2004. A lo largo de m¨¢s de ochos a?os confin¨® sus actividades al territorio iraqu¨ª. A excepci¨®n de un importante atentado suicida perpetrado en noviembre de 2005 en Amm¨¢n, que podr¨ªa relacionarse con el origen jordano de su entonces m¨¢ximo dirigente, Abu Musab al Zarqaui, no se le hab¨ªan atribuido otros actos de terrorismo fuera de Irak hasta que empez¨® a ejecutarlos en Siria. Sin embargo, el mero hecho de que su l¨ªder inicial tuviese nacionalidad jordana y que la organizaci¨®n fuera la extensi¨®n reconocida de Al Qaeda en Irak indica que su actuaci¨®n local se enmarcaba en la yihad global.
Por definici¨®n, la proclamaci¨®n de un nuevo califato apenas anunciada por el EIIL reafirma esta orientaci¨®n internacional, que adem¨¢s trasciende a la de una agenda regional. Para empezar, el EIIL se ha despojado de las referencias a Irak y Levante en su nombre, que ha pasado a ser el de Estado Isl¨¢mico (EI) sin m¨¢s. Al tiempo, discusiones doctrinales aparte, aunque los dirigentes del mismo admiten que la extensi¨®n de aquel califato queda administrativamente delimitada en estos momentos a un ¨¢rea ¡°de Alepo a Diyala¡±, alegan que su autoridad pol¨ªtica y religiosa ¡°incumbe a todos los musulmanes¡±, de modo que el califa designado lo es ¡°para los musulmanes en cualquier lugar¡±.
Es dif¨ªcil negar que esta iniciativa, cuya aspiraci¨®n ¨²ltima es instaurar una suerte de imperio pol¨ªtico panisl¨¢mico que incluya al conjunto de territorios en los que, en alg¨²n momento de la historia posterior al siglo VII, ha existido dominio musulm¨¢n, supone un evidente desarrollo del yihadismo internacional.
La actual rivalidad entre los combatientes en Irak y Al Qaeda podr¨ªa acabar en cooperaci¨®n
Esto me lleva al tercero de los interrogantes planteados. Desde la formaci¨®n de Al Qaeda en 1988, el yihadismo internacional se encuentra estrechamente relacionado con el terrorismo global. Hace poco m¨¢s de un a?o, Ayman al Zawahiri, como el emir de esa estructura terrorista que sucedi¨® a Osama bin Laden, rompi¨® su vinculaci¨®n con el EIIL, organizaci¨®n a la que desposey¨® de la condici¨®n de rama territorial de Al Qaeda que hasta entonces ostentaba junto a Al Qaeda en la Pen¨ªnsula Ar¨¢biga (AQPA), Al Qaeda en el Magreb Isl¨¢mico (AQMI) y Al Shabab. Pero Al Qaeda y el EIIL, ahora EI, comparten fines aunque discrepan en t¨¢cticas y en la secuencia temporal a lo largo de la cual deben alcanzarse. Pero esos objetivos ¨²ltimos declarados, al margen de otras consideraciones sobre su formulaci¨®n, son de alcance global, lo que hace que la violencia terrorista a que se recurra con la intenci¨®n de avanzarlos cumpla con uno de los dos criterios de demarcaci¨®n del terrorismo global.
El otro criterio de demarcaci¨®n que permite definir a un terrorismo no ya como transnacional o internacional sino como global, se refiere a la extensi¨®n de los actores individuales y colectivos implicados en el mismo, que debe estar en consonancia con aquellos objetivos. Este criterio, que desde hace d¨¦cada y media satisface la urdimbre terrorista relacionada de uno u otro modo con Al Qaeda, est¨¢ por ver lo cumpla por s¨ª mismo el EI. No es casual que, inspiradas en una misma ideolog¨ªa, ambas entidades pugnen ahora por la supremac¨ªa en el yihadismo global como movimiento. Desde la ruptura entre Al Qaeda y el EIIL, ¨¦ste ha conseguido recabar el apoyo de distintas organizaciones yihadistas que existen como tales, desde Ansar al Sharia en Libia o T¨²nez hasta Ansar Bayt al Maqdis en Egypto o Abu Sayaf en Filipinas. Incluso provoca fracturas internas en otras a¨²n asociadas con Al Qaeda. Tambi¨¦n est¨¢ concitando la adhesi¨®n de una mayor¨ªa de los musulmanes radicalizados en el seno de las sociedades occidentales, incluida Espa?a.
En el contexto de esta competici¨®n entre yihadistas adquiere un especial sentido la proclamaci¨®n del califato hecha por el EI. Esta iniciativa, presentada literalmente como una ¡°victoria¡±, al igual que la realidad del control que dicha organizaci¨®n ejerce sobre amplias zonas de Siria e Irak, son difundidas como ¨¦xitos que contrastar¨ªan con el estancamiento y la relativa escasa notoriedad de Al Qaeda. No debe descartarse, sin embargo, que hechos consumados y llamamientos a la reconciliaci¨®n dentro del movimiento yihadista internacional conviertan la actual competici¨®n en cooperaci¨®n. Mientras tanto, una posible consecuencia de la rivalidad entre el n¨²cleo de una red de terrorismo global existente y el de otra emergente es que ambas, mientras se esfuerzan por revertir la situaci¨®n y consolidar ventajas respectivamente, traten de movilizar apoyos en su com¨²n poblaci¨®n de referencia exhibiendo determinaci¨®n y capacidad para ejecutar atentados espectaculares en o contra Occidente.
Fernando Reinares es investigador principal en el Real Instituto Elcano y catedr¨¢tico en la Universidad Rey Juan Carlos. Actualmente imparte un curso de posgrado sobre terrorismo global en la Universidad de Georgetown, en Washington.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.