Shalom, Allahu Akbar
Me encuentro ahora en Jerusal¨¦n y en torno a m¨ª hay una ciudad encantadora en la que todo habla de historia, de religiones, de un pasado que nos toca a todos ¡ªporque todas las civilizaciones han tenido contactos a lo largo de la historia con esta ciudad¡ª, del intento de cohabitaci¨®n entre religiones y culturas diferentes. Sin embargo en este momento todas estas cosas de las que Jerusal¨¦n habla, con sus calles polvorientas y sus edificios iluminados por el sol, desaparecen ante la tensi¨®n que se respira por las calles de la ciudad vieja, donde israel¨ªes y palestinos siguen enfrent¨¢ndose.
La muerte de los tres chicos israel¨ªes ha dejado boquiabierto a todo el mundo por la brutalidad de hacer que sean muchachos inocentes los que paguen por la rabia y el odio, chicos cuyo ¨²nico ¡°delito¡± fue ser israel¨ªes que viv¨ªan en los territorios conocidos como West Bank. Desde mi punto de vista no hay religi¨®n, pol¨ªtica, reclamaci¨®n territorial... que pueda justificar esas muertes. Pero ¡ªlo siento, hay un pero, como siempre hay con cuestiones tan complejas¡ª no hay nada, ni religi¨®n, ni pol¨ªtica, ni reclamaciones territoriales, ni la muerte injusta de tres j¨®venes que pueda justificar la detenci¨®n de centenares de palestinos, la muerte de un chico palestino en un pueblo cerca de Hebron y la muerte en Jerusal¨¦n de otro muchacho palestino.
Y ?qu¨¦ han tra¨ªdo estas muertes? Solo venganza, odio, sangre, gritos y disparos que acaban con lo que Jerusal¨¦n podr¨ªa ser: la ciudad en la que historia, religiones y culturas diferentes consiguen cohabitar.¡ª Marta Furlan.
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