Incendios en el horizonte global
Con Estados Unidos distra¨ªdo, el n¨²mero de lugares calientes ir¨¢ en aumento
En el mundo actual no faltan las zonas de conflicto. Los nuevos retos que presentan una Rusia revanchista, la poderosa insurgencia en Irak y las tensiones cada vez mayores entre China y sus vecinos producen titulares preocupantes. Estas fuentes de conflicto han tenido escasa repercusi¨®n fuera de sus regiones respectivas, pero la situaci¨®n va a cambiar.
El primer problema es el del Kremlin. Ucrania sigue siendo la pieza fundamental para que el presidente Putin pueda hacer realidad su sue?o de crear una Uni¨®n Euroasi¨¢tica, pero las convulsiones de los ¨²ltimos nueve meses en Ucrania han agravado la brecha entre los dos pa¨ªses. Ucrania no va a disfrutar de paz en un futuro inmediato. Kiev tiene el empe?o de reducir su dependencia econ¨®mica de Mosc¨² y profundizar sus lazos pol¨ªticos, econ¨®micos y de seguridad con Europa. Y, para impedirlo, Putin va a presionar de todas las formas posibles, con el fin de forzar una modificaci¨®n de la constituci¨®n ucraniana que d¨¦ m¨¢s poder a los gobiernos regionales y permita a Mosc¨² utilizar su influencia sobre las provincias orientales y estorbar el rumbo occidental de la capital. Ninguna de las dos partes va a hacer concesiones hasta que no le quede m¨¢s remedio. Seguramente Occidente impondr¨¢ sanciones a¨²n m¨¢s duras a Rusia, que se las arreglar¨¢ entonces para que Europa asuma parte del coste de ese enfrentamiento.
En Irak vuelve a imperar el sectarismo, que est¨¢ creando v¨ªnculos m¨¢s estrechos entre los sun¨ªes, chi¨ªes y kurdos del pa¨ªs con sus respectivos hermanos de m¨¢s all¨¢ de la frontera. Por ahora, los combatientes sun¨ªes que se han apoderado de varias ciudades del norte de Irak carecen de los medios necesarios para derrocar al poder chi¨ª de Bagdad. Pero el Gobierno, a su vez, carece de los medios para expulsar a los combatientes, y los kurdos, en la pr¨¢ctica, han instituido una regi¨®n aut¨®noma en sus territorios del norte.
El mayor peligro es que los combates entre sun¨ªes y chi¨ªes en Irak se conviertan en una gran guerra regional. Los islamistas sun¨ªes utilizar¨¢n el territorio que controlan para reclutar y entrenar a yihadistas. Ir¨¢n intensificar¨¢ sus relaciones con Bagdad. Arabia Saud¨ª no dar¨¢ respaldo p¨²blico a los combatientes sun¨ªes pero, para evitar la hegemon¨ªa chi¨ª y una alianza m¨¢s formal entre Teher¨¢n y Bagdad, permitir¨¢ que les lleguen dinero y armas de simpatizantes saud¨ªes. EE UU, cada vez m¨¢s contrario a correr riesgos, permanecer¨¢ al margen. La rivalidad entre Ir¨¢n y Arabia Saud¨ª se agudizar¨¢ a trav¨¦s de combates entre terceros en todo Oriente Pr¨®ximo.
El mayor peligro es que los combates entre sun¨ªes y chi¨ªes en Irak se conviertan en una gran guerra regional
En el este de Asia, las relaciones entre China y sus vecinos pueden volverse mucho m¨¢s peligrosas. Para reafirmar su creciente influencia regional y aplacar a los que exigen, sobre todo entre los militares, una pol¨ªtica exterior m¨¢s agresiva, Pek¨ªn se ha vuelto m¨¢s beligerante, en especial respecto a las aguas en disputa que existen en la regi¨®n. Por el momento, China solo mantiene un enfrentamiento directo con Vietnam, en parte porque las consecuencias econ¨®micas son mucho menos graves que en el caso de Jap¨®n y porque Vietnam, a diferencia de Jap¨®n y Filipinas, no cuenta con el apoyo oficial de EE UU.
Ahora bien, la situaci¨®n podr¨ªa volverse mucho m¨¢s peligrosa porque el primer ministro de Jap¨®n, Shinzo Abe, ha anunciado un plan para ¡°reinterpretar¡± la Constituci¨®n japonesa y permitir que su pol¨ªtica de seguridad no se reduzca a la defensa propia. De ser as¨ª, aumentar¨¢n a largo plazo las probabilidades de que China y Jap¨®n tengan enfrentamientos m¨¢s frecuentes en el mar de China Oriental, y la amenaza de que Jap¨®n empiece a intervenir m¨¢s en el mar del Sur de China para defender a sus aliados inquietar¨¢ a los responsables militares chinos. Los Gobiernos de la segunda y la tercera econom¨ªa del mundo se esforzar¨¢n para evitar una confrontaci¨®n militar, pero ninguno de los dos ignorar¨¢ la exigencia p¨²blica de mantener una postura inflexible cuando se agrave la situaci¨®n. El peligro ser¨¢ todav¨ªa mayor, seguramente, si China se vuelve m¨¢s inestable.
Por suerte, en muchos sentidos, el mundo tiene m¨¢s capacidad de absorber las sacudidas generadas por estos problemas que hace cinco a?os. La econom¨ªa de Estados Unidos se ha recuperado en gran medida de su crisis financiera. La eurozona ya no se encuentra en peligro inmediato. China ha evitado un aterrizaje forzoso para su econom¨ªa. Los tipos de inter¨¦s siguen siendo relativamente bajos. Nuevas fuentes de energ¨ªa han disminuido los temores en los mercados de crudo. Vivimos en un mundo m¨¢s estable.
Lo malo es que estas mejoras alimentan la complacencia y permiten a los responsables pol¨ªticos de todo el mundo convencerse de que no es necesario abordar estos problemas, hasta que llega un momento en el que es imposible ignorarlos. Todas estas situaciones son resultado de la descomposici¨®n del orden internacional actual y no pueden resolverse sin una intervenci¨®n seria de actores externos poderosos, pero nadie posee verdaderamente la voluntad y la capacidad de aceptar los costes y los riesgos que entra?a esa responsabilidad.
Con Estados Unidos distra¨ªdo, cada vez m¨¢s reacio a asumir riesgos y menos dispuesto a ejercer de l¨ªder mundial, y sin ning¨²n otro pa¨ªs deseoso de ocupar ese hueco, es muy probable que el n¨²mero de zonas calientes siga aumentando, y que los incendios ardan cada vez con m¨¢s fuerza.
Ian Bremmer es presidente de Eurasia Group y profesor de investigaciones globales en la Universidad de Nueva York. Pueden seguirle en Twitter @ianbremmer.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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