Parole, parole, parole
La pol¨ªtica deviene en una guerra de palabras ¡°enmarcadas¡± m¨¢s que en un enfrentamiento de ideas
La pol¨ªtica en Espa?a cambi¨® de signo cuando empez¨® a renombrarse la realidad. Los pioneros fueron los grupos del 15-M, con sus magn¨ªficas consignas de ¡°no nos representan¡±, ¡°lo llaman democracia y no lo es¡±, ¡°PPSOE¡±, etc. Aparecieron otras expresiones como la de ¡°¨¦lites extractivas¡±, ¡°ciudadanos contra ¨¦lites¡±, ¡°casta¡±, ¡°derecho a decidir¡±... Casi sin darnos cuenta el lenguaje de la autoridad se revirti¨® para dar paso a un h¨¢bil ejercicio dial¨¦ctico de desnudamiento del poder en todas sus formas. No es nada nuevo, aunque ahora lo llamen frames o enmarques, que queda m¨¢s fino. El m¨¢s potente de ellos puede que fuera aquel de Marx de ¡°las relaciones de producci¨®n son relaciones de explotaci¨®n¡±, que tuviera tanto impacto.
Ya sabemos de sobra que nuestro acceso a la realidad se produce siempre mediante palabras, as¨ª que su manejo es crucial para que podamos ver en ella unas cosas u otras. De ah¨ª que en una sociedad tan mercantilizada como la nuestra predominen los relatos y las definiciones de cuanto acontece a trav¨¦s de lemas o esl¨®ganes similares a los de la publicidad. Acceder o mantenerse en el poder exige, por tanto, que la descripci¨®n de lo existente pueda hacerse concordar con lo que a cada cual interese transmitir en cada momento. Eso lo van aprendiendo todos, hasta Rajoy, que vende su elecci¨®n de alcaldes al partido m¨¢s votado como parte de un plan de ¡°regeneraci¨®n democr¨¢tica¡±.
A quien le sale de forma casi natural es a Esperanza Aguirre, autora de algunas perlas estupendas, como cuando, al referirse al mismo tema, dijo que la propuesta del Gobierno era mejor que ¡°una coalici¨®n de perdedores¡±. O cuando afirm¨® que los candidatos del PSOE eran ¡°muy guapos¡±. El mismo Pedro S¨¢nchez no se queda atr¨¢s al subvertir el sentido de la palabra de moda para pasar a hablar del PSOE como un partido ¡°de casta¡±.
El hecho es que el mundo de lo pol¨ªtico se va recubriendo de una espesa red expresiva, mezcla de relatos y consignas construidas. Los expertos en marketing y comunicaci¨®n pol¨ªtica est¨¢n jubilando a los te¨®ricos pol¨ªticos, que prefieren construir ¡°discursos¡±. La pol¨ªtica deviene as¨ª de forma creciente en una guerra de palabras ¡°enmarcadas¡± m¨¢s que en un enfrentamiento de ideas. Se piensa para ganar en la batalla de las definiciones del mundo, y eso evita tener que convencer mediante argumentos. No es de extra?ar que la sede de este nuevo enfrentamiento encuentre un mejor acomodo en las declaraciones intempestivas y en las tertulias m¨¢s fr¨ªvolas antes que en los sesudos art¨ªculos de opini¨®n.
Como dec¨ªa el viejo Hobbes, el lenguaje es similar a una tela de ara?a: ¡°Los ingenios blandos y fastidiosos se pegan y quedan atrapados en las palabras, pero los fuertes la rompen¡±. As¨ª que, atentos, no nos dejemos enredar.
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