Cazuelas en los quir¨®fanos
Colapsan las urgencias y las consultas, en vista de lo cual el Gobierno de Rajoy no hace m¨¢s que reducir la Sanidad p¨²blica
La ¨²nica raz¨®n que veo para echar de vez en cuando una ojeada a los programas de las televisiones espa?olas (o a las de cualquier pa¨ªs) es hacerse una leve idea de lo que interesa y atrae a la poblaci¨®n. Y desde hace unos a?os da la impresi¨®n de que Espa?a es un lugar en el que la gente come a dos carrillos, a todas horas y sin cesar, m¨¢s o menos como si fu¨¦ramos perros: ya se sabe que ¨¦stos engullen cuanto se les pone delante, porque nunca est¨¢n seguros de cu¨¢ndo van a conseguir m¨¢s alimento. Seg¨²n me cuenta mi sobrina Teresa, veterinaria, morir¨ªan si no se los frenara, comer¨ªan hasta reventar. Pues parece que los espa?oles lo mismo: da igual que uno encienda la televisi¨®n a media ma?ana o media tarde, cuando en principio no toca ninguna ingesta; all¨ª est¨¢n individuos guisando, preparando repugnantes platos, amonestados e insultados por chefs bordes, perdonavidas y con pinta ¡°art¨ªstica¡±. Si digo ¡°repugnantes¡± es por dos motivos: nada revuelve tanto como ver comida a deshoras, cuando uno est¨¢ saciado o carece de todo apetito; el otro es subjetivo: a m¨ª me resulta asqueroso contemplar el proceso, adem¨¢s de tedioso. S¨®lo me interesa el plato cuando est¨¢ acabado y listo para su consumici¨®n, y no las numerosas manipulaciones a que ha sido sometida la materia prima. Me aburrir¨ªa infinitamente que me mostraran paso a paso c¨®mo se ha compuesto un libro, una pel¨ªcula o una canci¨®n. ?Se imaginan programas enteros dedicados a que escritores aficionados expliquen por qu¨¦ quitaron tal adjetivo y pusieron tal otro, o c¨®mo lograron que las frases tuvieran ritmo? Qu¨¦ sopor. Pues ser¨ªa el equivalente a esos concursos y lecciones en los que se desmenuzan los ingredientes de una salsa o se explica c¨®mo hay que despedazar un colibr¨ª. Un pa¨ªs de comilones (no me extra?a la creciente cantidad de obesos), una naci¨®n animalesca, canina.
De lo siguiente no s¨¦ si hay programas monogr¨¢ficos, pero lo cierto es que invade un buen tramo de todos los noticiarios, en especial los de TVE, que a diario ofrecen ¡°secci¨®n m¨¦dica¡±, venga o no a cuento. Uno entiende que se hable de un hallazgo importante cuando lo hay, pero no que cada sobremesa se introduzcan tres o cuatro ¡°noticias¡± (es un decir) relativas a enfermedades terribles o a operaciones, ¨¦stas con profusi¨®n de im¨¢genes de interioridades diversas, reminiscentes de las de la cocina que acabo de comentar. As¨ª como no me es grato contemplar c¨®mo se despelleja un conejo o se desvientra un pescado, tampoco me parece oportuno que nos ense?en c¨®mo se saja un pecho femenino o se le mete el bistur¨ª a un est¨®mago o se le recortan los p¨¢rpados a una se?ora ansiosa de lucir ojos m¨¢s grandes. Estampas gore, todas ellas, para m¨ª.
Se nos aterra tanto con la salud, desde hace d¨¦cadas, que la proliferaci¨®n de hipocondriacos nada tiene de raro
Pero quiz¨¢ lo peor no sea esto. S¨¦ de bastantes personas lo suficientemente aprensivas como para haber abandonado la nunca tranquila contemplaci¨®n de los telediarios, sobre todo ¨Cya digo¨C los de TVE, cuyas audiencias no me extra?a que hayan ca¨ªdo en picado. Y para negarse a abrir revistas y suplementos, porque tambi¨¦n ellos est¨¢n plagados de ¡°noticias¡± m¨¦dicas. Se nos aterra tanto con la salud, desde hace d¨¦cadas, que la proliferaci¨®n de hipocondriacos nada tiene de raro. No haga usted esto ni lo otro, ni coma lo de m¨¢s all¨¢, ingiera estas insipideces, ap¨¢rtese del sol, esto es malo y esto es nefasto, se pone usted en peligro a cada paso que da; por doquier hay emanaciones, mosquitos furiosos que nos traen terribles dolencias, las gripes mutan y lo resisten todo, ojo con tal o cual f¨¢rmaco, m¨¢s peligroso que lo que combate, todo tiene efectos secundarios grav¨ªsimos, la gente vive en permanente pavor. Como saben, lo propio de los aprensivos es que, en cuanto oyen hablar de los s¨ªntomas de algo, empiezan a reconocerlos en ellos mismos. ¡°Ay, pues yo he sentido eso y no he hecho caso: a ver si va a ser el aviso de que padezco esclerosis m¨²ltiple, o c¨®lera, o ¨¦bola, o cualquier calamidad¡±. Para esas personas (multitud, dada la alarma constante que se nos impone), los telediarios se han convertido en una fuente de amargores y sobresaltos. A diario los terminan de ver convencidos de estar en las ¨²ltimas. Luego colapsan las urgencias y las consultas, en vista de lo cual el Gobierno de Rajoy no hace m¨¢s que reducir las plantillas de la Sanidad p¨²blica y empeorar su calidad. A¨²n hay algo m¨¢s en esta histeria colectiva relativa a la salud. En la pasada Feria del Libro dos se?oras, en distintos d¨ªas, me afearon que sostuviera un cigarrillo al aire libre. La una me acus¨® de ¡°falta de respeto a los lectores¡±, la otra de ¡°dar mal ejemplo¡±. Uno se pregunta por qu¨¦ diablos un escritor ¨Co para el caso un deportista¨C ha de dar ejemplo de nada. Unos y otros procuramos hacer nuestro trabajo bien, y fuera de eso nada se nos puede exigir ni reclamar, menos a¨²n respecto a nuestras costumbres e inclinaciones. Yo no soy el Ministro de Sanidad, ni un padre de la patria, ni tengo cargo alguno, ni me represento m¨¢s que a m¨ª mismo. Esas se?oras no eran sino muestras del esp¨ªritu dictatorial que progresa sin pausa: si fumar es malo, nadie debe hacerlo en presencia de otros. Lo mismo podr¨ªa aplicarse a beber, a comer hamburguesas, a ir en coche (los autom¨®viles causan estragos, para quienes van en ellos y para los dem¨¢s) y a tantas cosas m¨¢s. En realidad es gente que aspira a que se le proh¨ªba todo cuanto le molesta a ella, a todo el mundo de una maldita vez.
elpaissemanal@elpais.es
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