Manos de colores

Cuando se abre la puerta de la ambulancia veo que me esperaban. En la ecograf¨ªa se ve una hemorragia interna. Me despierto con mis pies en alto sobre una silla. Despu¨¦s vuelvo a estar en una camilla, rodeada de guantes blancos, azules, verdes, transparentes. ¡°Corres riesgo vital¡±, oigo. Antes de darme cuenta ya estamos en el quir¨®fano y la mascarilla de la anestesia cae sobre m¨ª. Me salvan. Me gustar¨ªa agradec¨¦rselo a todas esas manos de colores, al equipo de urgencias ginecol¨®gicas, al de la REA de maternidad y a todo el personal de la planta 9 de materno-infantil.

Los cuatro d¨ªas siguientes he podido escuchar quejas, lamentos, los dichosos recortes y la falta de material. Pero eso no se traduce en un mal gesto a los pacientes. Yo solo recib¨ª cuidados, sonrisas y dedicaci¨®n. Es verdad que cuando compartes habitaci¨®n falta intimidad, privacidad. Pero tambi¨¦n compartes ilusi¨®n, esperanzas y hasta l¨¢grimas. Como las de Manuela y Jos¨¦, que me han ense?ado mucho sobre c¨®mo encarar los reveses de la vida en s¨®lo dos d¨ªas.

Feliz 50 cumplea?os al hospital La Paz de Madrid, aqu¨ª mi humilde regalo y mi gratitud por una sanidad p¨²blica envidiable, pese a todo.¡ª Constanza Pasqual del Pobil.?