La doctrina del resentimiento
Putin defiende la idea de que Rusia tiene la responsabilidad de proteger a todos los rusos que est¨¢n en el extranjero, y ¨¦l decide qui¨¦n lo es. Pero ¡®proteger¡¯ a los rusos en Ucrania tiene consecuencias fatales
A veces, solo a veces, conviene prestar atenci¨®n a las insufribles palabras de los pelmazos en las reuniones importantes.
En 1994, estaba qued¨¢ndome medio dormido en una mesa redonda que se celebraba en San Petersburgo, Rusia, cuando un hombre fornido y de baja estatura, con cara de rat¨®n, que parec¨ªa ser la mano derecha del alcalde, empez¨® a hablar. Dijo que Rusia hab¨ªa entregado de forma voluntaria ¡°inmensos territorios¡± a las antiguas rep¨²blicas sovi¨¦ticas, entre ellas zonas ¡°que hist¨®ricamente han pertenecido siempre a Rusia¡±. Se refer¨ªa ¡°no solo a Crimea y el norte de Kazajst¨¢n, sino tambi¨¦n, por ejemplo, al ¨¢rea de Kaliningrado¡±. Rusia no pod¨ªa abandonar a su suerte a esos ¡°25 millones de rusos¡± que hab¨ªan pasado a vivir en el extranjero. El mundo deb¨ªa respetar los intereses del Estado ruso ¡°y del pueblo ruso como gran naci¨®n¡±.
Aquel hombret¨®n irritante se llamaba ¡ªcomo habr¨¢n supuesto¡ª Vlad¨ªmir V. Putin, y s¨¦ exactamente lo que dijo en 1994 porque la organizaci¨®n, la Fundaci¨®n K?rber de Hamburgo, Alemania, public¨® la transcripci¨®n completa. Lo que yo he traducido como ¡°pueblo¡± ruso es, en la transcripci¨®n alemana, volk. Putin ten¨ªa y sigue teniendo una definici¨®n v?lkisch, amplia y racial, de los rusos: ahora habla del russkiy mir, literalmente, el ¡°mundo ruso¡±. La transcripci¨®n muestra asimismo que yo hice una peque?a broma sobre las consecuencias que pod¨ªa tener la visi¨®n del desconocido funcionario municipal alcalde, cuando dije: ¡°Si atribuy¨¦ramos la nacionalidad brit¨¢nica a todas las personas que hablan ingl¨¦s, tendr¨ªamos un Estado algo mayor que China¡±.
No pod¨ªamos adivinar que, 20 a?os m¨¢s tarde, aquel vicealcalde de San Petersburgo, hoy zar sin corona de todos los rusos, iba a apoderarse de Crimea por la fuerza, alimentar de forma encubierta el caos y la violencia en el este de Ucrania y promover descaradamente su decimon¨®nica visi¨®n v?lkisch como pol¨ªtica de un Estado del siglo XXI. El Kremlin actual posee su propia visi¨®n distorsionada de la doctrina humanitaria desarrollada por Occidente y consagrada por la ONU sobre la ¡°responsabilidad de proteger¡±. Rusia, insiste Putin, tiene la responsabilidad de proteger a todos los rusos que est¨¢n en el extranjero, y ¨¦l decide qui¨¦n es ruso.
Es veros¨ªmil pensar que un ej¨¦rcito regular habr¨ªa identificado en el radar un avi¨®n de pasajeros
Por supuesto, debemos evitar lo que el fil¨®sofo Henri Bergson llamaba las ilusiones del determinismo retrospectivo. La historia no suele discurrir en l¨ªnea recta. Despu¨¦s de su ascenso al poder supremo del Estado ruso, que comenz¨® cuando se convirti¨® en primer ministro en 1999, Putin experiment¨® con otros modelos de relaciones con Occidente y el resto del mundo. Durante unos a?os, intent¨® la modernizaci¨®n y la cooperaci¨®n con Occidente. Celebr¨® la incorporaci¨®n al G-8, uno de los incentivos que Estados Unidos y Europa ofrecieron para ayudar a Rusia en las dificultades inevitables de su camino posimperial. El presidente George W. Bush se equivoc¨® cuando dijo que le hab¨ªa ¡°mirado a los ojos¡± en 2001, pero ser¨ªa poco riguroso llegar a la conclusi¨®n de que en 2001 Putin ya estaba planeando en secreto recuperar Crimea y desestabilizar el este de Ucrania.
Aunque los historiadores deber¨ªan investigar esas posibilidades alternativas, resulta fascinante ver que los principios fundamentales de la doctrina del Estado protector de Putin, basada en el resentimiento, estaban ya presentes en 1994, aunque todav¨ªa no contaran con el refuerzo de las citas ideol¨®gicas de pensadores rusos como Ivan Ilyin.
Hubo un tiempo en el que exist¨ªa la doctrina Br¨¦znev, que apelaba a la ¡°ayuda fraternal¡± para justificar acciones como la invasi¨®n sovi¨¦tica de Checoslovaquia en 1968. Mija¨ªl S. Gorbachov la sustituy¨® por la doctrina Sinatra ¡ªque cada uno lo haga a su manera, como explicaba el portavoz del Ministerio de Exteriores, Gennadi I. Gerasimov¡ª en sus relaciones con Europa del Este. Ahora tenemos la doctrina Putin.
Los combatientes locales no habr¨ªa tenido la tecnolog¨ªa necesaria para lanzar semejante ataque
No debe quedar ninguna duda de que estamos ante una amenaza no solo contra los vecinos de Rusia en el este de Europa y Asia Central, sino contra todo el orden internacional creado desde 1945. Todos los pa¨ªses del mundo cuentan con hombres y mujeres que viven en otros Estados pero a los que consideran, en cierto sentido, ¡°su gente¡±. ?Y si, como ha sucedido en el pasado, las minor¨ªas chinas de los pa¨ªses del sureste asi¨¢tico fueran v¨ªctimas de la discriminaci¨®n y la ira popular, y China (donde, durante una visita que hice en primavera, o¨ª frases de admiraci¨®n hacia la actuaci¨®n de Putin) decidiera asumir su responsabilidad de madre patria y ejercer su responsabilidad v?lkisch de proteger?
Para dejar claro por qu¨¦ una cosa as¨ª es totalmente inaceptable y constituye una grave amenaza contra la paz mundial, debemos empezar por ponernos de acuerdo sobre los leg¨ªtimos derechos y responsabilidades de una madre patria. Mi pasaporte brit¨¢nico contiene la vieja y resonante f¨®rmula de que el ministro de Estado de su majestad brit¨¢nica ¡°solicita y exige¡± a las potencias extranjeras que me dejen paso ¡°sin trabas ni cortapisas¡±, y si me encontrara en alg¨²n momento en dificultades, por ejemplo, en Transnistria, esperar¨ªa (aunque no necesariamente con mucha confianza) que, en efecto, lo exigiera. M¨¢s en serio, Polonia ha expresado su preocupaci¨®n por la situaci¨®n de los ciudadanos de habla polaca en Lituania. Hungr¨ªa ha dado el pasaporte y el derecho de voto en elecciones nacionales a ciudadanos de pa¨ªses vecinos a los que considera miembros del pueblo h¨²ngaro. En resumen, para identificar qu¨¦ es ileg¨ªtimo, debemos explicar con m¨¢s claridad qu¨¦ es leg¨ªtimo.
En el momento de escribir estas l¨ªneas, las autoridades estadounidenses y ucranias afirman, con s¨®lidos argumentos, que con toda probabilidad fue un misil antia¨¦reo disparado desde territorio controlado por los separatistas prorrusos el que derrib¨® el vuelo 17 de Malaysia Airlines, una nueva cosecha de aflicci¨®n en los campos ucranios ensangrentados por la historia. Todav¨ªa no ha quedado categ¨®ricamente establecido qui¨¦n lo dispar¨®. Pero Putin demuestra una hipocres¨ªa de dimensi¨®n orwelliana cuando dice, como hizo el viernes, que ¡°el Gobierno del territorio en el que ha sucedido esta terrible tragedia es el responsable¡±. Es evidente que muchos de los que se identifican como rusos en el este de Ucrania sienten un amargo resentimiento, pero la violencia de sus protestas se ha debido en gran parte al relato mentiroso que ha aireado la televisi¨®n rusa, y la Rusia de Putin ha apoyado ¡ªpor no emplear un t¨¦rmino m¨¢s fuerte¡ª a sus paramilitares, por ejemplo, con la presencia de miembros o exmiembros de las fuerzas especiales rusas.
No hay duda de que estamos ante una amenaza contra todo el orden internacional
Para dictar un juicio m¨¢s firme sobre las causas de la tragedia habr¨¢ que esperar a tener m¨¢s pruebas, pero parece veros¨ªmil pensar que un Ej¨¦rcito regular (ucranio o ruso), normalmente, habr¨ªa identificado la imagen de radar de un avi¨®n de pasajeros que volaba a 11.000 metros, y que un grupo compuesto solo por combatientes locales (incluso aunque tuvieran experiencia militar) no habr¨ªa tenido la tecnolog¨ªa ni las aptitudes para lanzar semejante ataque sin ayuda externa. Son precisamente las contradicciones y ambig¨¹edades generadas por la versi¨®n ¨¦tnica de la ¡°responsabilidad de proteger¡± las que permiten unas posibilidades tan desastrosas. Putin socava y pone en tela de juicio la autoridad del Gobierno de un territorio soberano y luego le culpa de las consecuencias.
Por consiguiente, si un vicealcalde desconocido empieza a decir cosas alarmantes en alguna reuni¨®n en la que est¨¦n presentes, mi consejo es que presten atenci¨®n. Los que despotrican de esa manera, en su mayor¨ªa, no suelen luego llegar a la cima. Pero, cuando llegan, sus ideolog¨ªas del resentimiento pueden acabar plasmadas en sangre.
Timothy Garton Ash es profesor de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford e investigador titular en la Hoover Institution. Su ¨²ltimo libro es Los hechos son subversivos: escritos pol¨ªticos para una d¨¦cada sin nombre.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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