Cort¨¢zar fuera del encuadre
?Qu¨¦ emoci¨®n m¨¢s grande escuchar la voz de Cort¨¢zar leyendo 'Rayuela'! ?Qu¨¦ divertido su primer carn¨¦ franc¨¦s de conducir!
En Las babas del diablo (1959) y en sus clases de Berkeley (1980), Julio Cort¨¢zar (1914-1984) formul¨® una sugerente relaci¨®n entre la fotograf¨ªa y la literatura, donde destac¨® la importancia literaria de todo lo que quedaba fuera del encuadre de una narraci¨®n, tal como en las fotograf¨ªas uno advierte escenas secundarias, atm¨®sferas externas o sombras de personajes que no vemos. Aquella original teor¨ªa me vino a la memoria despu¨¦s de asistir a la inauguraci¨®n de Cort¨¢zar en Casa ¨Cuna exposici¨®n que Casa Am¨¨rica Catalunya ha encargado a Carles ?lvarez, editor de los ¨²ltimos vol¨²menes de cartas e in¨¦ditos de Julio Cort¨¢zar, y que Aurora Bern¨¢rdez inaugur¨® en Barcelona¨C porque la muestra muy bien podr¨ªa titularse Cort¨¢zar fuera del encuadre.
Gracias a la munificencia de Aurora Bern¨¢rdez y al fervor de Carles ?lvarez, los lectores y adoradores de Julio Cort¨¢zar podemos disfrutar de una impagable exhibici¨®n de cartas, fotograf¨ªas, grabaciones, documentos, manuscritos, reliquias y objetos varios del gran escritor argentino. Qu¨¦ impagable ser¨¢ la exposici¨®n que ni siquiera existe un cat¨¢logo. Es el resultado de una suma de generosidades enriquecida con los aportes de Carles ?lvarez y Casa Am¨¨rica Catalunya, cuya profesionalidad se convierte en lujo en estos tiempos de austeridades.
Y sin embargo, qu¨¦ emoci¨®n m¨¢s grande produce escuchar la voz de Cort¨¢zar leyendo fragmentos de Rayuela. Qu¨¦ divertido su primer carn¨¦ franc¨¦s de conducir. Qu¨¦ flor de m¨¢quina de escribir se gastaba el maestro en aquellos tiempos sin faxes ni ordenadores. Qu¨¦ pipa, qu¨¦ cuadernos y qu¨¦ caleidoscopios. Y su agenda telef¨®nica abierta por la letra G, donde relampagueaba el n¨²mero de Garc¨ªa M¨¢rquez. Qu¨¦ maravilla de postales con su caligraf¨ªa min¨²scula, las cari?osas dedicatorias a su madre y las ciudades volanderas desde donde las despachaba. Si Cort¨¢zar hubiera sido un fama, la muestra habr¨ªa consistido en otra cosa, pero su encanto consiste en contemplar los enseres de la vida cotidiana del mayor de los cronopios.
Precisamente, uno de los temas de la animada sobremesa despu¨¦s de la inauguraci¨®n consisti¨® en comentar el triunfo definitivo de los famas, cuya consecuencia m¨¢s penosa ser¨ªa la cultura del espect¨¢culo y el imperativo de incrustar lo espectacular en la cultura, pues hoy lo que se lleva es el chef fama, el novelista fama o el actor fama. Corren malos tiempos para los alegres cronopios, aunque a los famas les encanta contratar cronopios para que les lleven el Twitter.
Aurora Bern¨¢rdez recordaba con melanc¨®lica lucidez c¨®mo Cort¨¢zar y ella ganaron en concurso p¨²blico dos plazas de traductores para Naciones Unidas en Nueva York (¡°Julio sac¨® el primer puesto y yo el segundo¡±, puntualiz¨® sonriente), pero ambos renunciaron al sue?o neoyorquino de los famas para quedarse en Par¨ªs viviendo como dos cronopios. ?Si se hubieran ido a Nueva York jam¨¢s habr¨ªa existido Rayuela!
Por los televisores del restaurante transmiten los partidos del Mundial de Brasil y todos queremos saber si Cort¨¢zar fue hincha de alg¨²n equipo, aunque s¨®lo fuera un poquito. Aurora es rotunda: ¡°A Julio nunca le gust¨® el f¨²tbol. Prefer¨ªa los deportes individuales. Por eso Justo Su¨¢rez le inspir¨® Torito. Pero yo soy de San Lorenzo de Almagro¡±. ?Usted fue al viejo estadio de Boedo?, preguntamos. ¡°Jam¨¢s, pero me aprend¨ªa las alineaciones para impresionar a los amigos de mi hermano¡±, responde picarona. A sus 94 a?os, Aurora Bern¨¢rdez sigue siendo la reina cronopia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.