El rescate m¨¢s caro
El caso de Catalunya Banc confirma que los contribuyentes han pagado la crisis de las cajas
Catalunya Banc, la caja en quiebra vendida al BBVA por 1.187 millones, puede considerarse ya como lo peor de lo peor de la crisis bancaria espa?ola, provocada por la p¨¦sima gesti¨®n financiera de las entidades afectadas durante el boom de la construcci¨®n. Los disparates cometidos por los directivos de la entidad ¡ªexposici¨®n al ladrillo, activos t¨®xicos, rigor inexistente en la concesi¨®n de pr¨¦stamos¡ª, m¨¢s la poca fortuna del ¨²ltimo equipo de direcci¨®n a la hora de mejorar los balances, le han costado al contribuyente casi 12.000 millones. Probablemente sea el rescate m¨¢s caro, puesto que de Bankia podr¨¢ recuperarse un porcentaje mayor del total aportado. La factura global de la crisis bancaria incluye inyecciones de dinero p¨²blico de m¨¢s de 61.000 millones, de los cuales se han recuperado 1.760 millones hasta junio, seg¨²n el Banco de Espa?a. El balance es provisional; queda por decidir el coste del Banco Mare Nostrum. Pero ya se puede concluir que los ciudadanos han pagado el hundimiento de las cajas de ahorros.
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Por tanto, una primera conclusi¨®n es que, aunque no fuese su responsabilidad directa, el Gobierno no estuvo muy acertado al pronosticar que la crisis bancaria no tendr¨ªa coste para los ciudadanos. A diferencia de los rescates en otros pa¨ªses, donde los Estados han conseguido recuperar el dinero adelantado ¡ªa veces incluso con beneficio¡ª, en Espa?a las ayudas p¨²blicas se han perdido en su mayor parte. Solo con mucho optimismo podr¨ªa decirse que la reestructuraci¨®n bancaria ha sido un ¨¦xito.
Los contribuyentes perciben adem¨¢s que los causantes directos de la quiebra ¡ªen Catalunya Banc y en otros casos¡ª se han retirado a su vida privada sin que medien investigaciones de fondo sobre las pr¨¢cticas que condujeron al desastre ni un examen judicial que determine sus responsabilidades. Pocas lecciones pueden sacarse de la crisis, salvo la desaparici¨®n catacl¨ªsmica de un tercio del sistema, lo que se ha cargado plenamente sobre las espaldas de los ciudadanos sin compartirlo al menos en parte con los principales responsables.
La venta de Catalunya Banc plantea m¨¢s interrogantes. Algunas son de orden estrictamente operativo. Por ejemplo, es muy probable que el comprador inicie un ajuste dr¨¢stico en oficinas y empleo de la entidad adquirida para rentabilizar el coste de la operaci¨®n. La entidad catalana apenas genera resultados t¨ªpicos y la calidad de sus activos todav¨ªa es mediocre. La incorporaci¨®n de la cartera de clientes no parece justificar el precio pagado.
Por otra parte, la pr¨¢ctica desaparici¨®n de las cajas de ahorros espa?olas supone un desaf¨ªo para el regulador bancario (Banco de Espa?a). La autoridad regulatoria est¨¢ obligada a una vigilancia m¨¢s estricta de las reglas de competencia en el mercado bancario. No es lo mismo gestionar la competencia donde operan 40 entidades que donde act¨²an tres o cuatro. Los efectos sobre la calidad del servicio bancario prestado a los usuarios, los precios, comisiones y retribuciones de los dep¨®sitos deben seguirse con atenci¨®n.
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