Estigma
Para un intelectual, ser acusado de antisemita es dif¨ªcil de soportar
Para un intelectual ser acusado de antisemita es un estigma dif¨ªcil de soportar. Una extra?a paranoia le impulsa a creer que una fuerza oculta le impedir¨¢ acceder a cualquier reconocimiento internacional, incluidos premios, c¨¢tedras, editoriales y peri¨®dicos. Por miedo a entrar en esa supuesta lista negra algunos intelectuales, artistas y escritores se palpan el h¨ªgado antes de proferir una condena taxativa del insoportable espect¨¢culo de crueldad y venganza que el Estado de Israel est¨¢ perpetrando sobre el pueblo palestino cuya rentabilidad en el n¨²mero de v¨ªctimas es la del ciento por uno, seg¨²n el famoso r¨¦dito b¨ªblico. Cualquier opini¨®n sobre esta guerra desigual debe expresarse siempre con matices, si no quieres ser tachado de antisemita. Para salvar la cara es obligado manifestar de antemano la admiraci¨®n que produce la historia de ese pueblo y redoblar una vez m¨¢s el espanto ante los campos de concentraci¨®n y de exterminio. Creo que Leon Bloy acierta cuando afirma que el pueblo jud¨ªo es como un dique atravesado en el r¨ªo de la historia que ha elevado su corriente de nivel. Puede que la verdadera tierra de promisi¨®n de este pueblo elegido fuera Norteam¨¦rica, no Palestina, y despu¨¦s de la tragedia de la II Guerra Mundial es en Norteam¨¦rica donde ha desarrollado su enorme creatividad. Pero, tal vez, a cambio de esta acogida el sistema b¨¦lico occidental ha obligado a esa naci¨®n a ejercer un papel siniestro. El Estado de Israel viene a ser, en definitiva, una base militar norteamericana, su garra de tigre sobre una civilizaci¨®n enemiga. Con las espaldas bien guardadas por el Pent¨¢gono y por una Europa que con su ambig¨¹edad cura la mala conciencia, Israel se permite desafiar cualquier norma internacional con el sentido omnipotente y vengador del peor Yahv¨¦ de la Biblia. El odio y el antisemitismo creciente son el resultado de este destino.
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