A prop¨®sito de la tercera v¨ªa

No deber¨ªamos entender lo que sucede en Catalu?a como un espectacular crecimiento del independentismo, sino como una reacci¨®n l¨®gica de los ciudadanos que piden una renovaci¨®n total en las instituciones que los gobiernan; reacci¨®n h¨¢bilmente redirigida y capitalizada por CiU y ERC. Esta distinci¨®n implica que, pese a que no haya una mayor¨ªa independentista, hay una inmensa mayor¨ªa a favor de un cambio dr¨¢stico en dichas instituciones.

Y entre el dualismo independentista e inmovilista se hace un hueco la tercera v¨ªa, el federalismo. El problema con esta idea no est¨¢ en el concepto, sino en c¨®mo se plantea: a trav¨¦s de un pacto con el Estado, sin consultar ¡ªuna vez m¨¢s¡ª con los votantes. Votantes que eligieron en las urnas a una mayor¨ªa a favor de la consulta, si eso importa algo. Lo que la tercera v¨ªa propone es la vieja pol¨ªtica de siempre: el gatopardismo, cambiar todo para que nada cambie. Un nuevo pacto en la cumbre que mantenga la paz social.

Esta opci¨®n est¨¢, tal y como se concibe actualmente, condenada al fracaso. Es necesario replantearla. Mientras sigamos interpretando el auge independentista como algo meramente coyuntural y econ¨®mico, fracasaremos en comprender que tiene su ra¨ªz en una profunda desafecci¨®n a las instituciones y al modelo pol¨ªtico espa?ol y, en esencia, a la Constituci¨®n de 1978. Catalu?a no clama por la independencia, clama por un nuevo marco pol¨ªtico y por poder decidir sobre ¨¦l.¡ª Enric Sola Alonso.