Re¨ªrse no es pecado
Miles de mujeres turcas ridiculizan el poder del censor
La mujer ¡°debe saber lo que es pecado y lo que no. No se reir¨¢ en p¨²blico, no tendr¨¢ actitudes provocativas, ser¨¢ decorosa¡±. Ese fue el mensaje m¨¢s llamativo del discurso del viceprimer ministro turco, B¨¹lent Arinc, con motivo del final de Ramad¨¢n.
La identificaci¨®n de la risa como un comportamiento indecoroso cuando quienes r¨ªen son mujeres ha llevado a miles de ellas en Turqu¨ªa a responder difundiendo masivamente fotos suyas ri¨¦ndose a carcajadas. Es decir, ridiculizando al censor: el objetivo de la comedia cl¨¢sica.
Una respuesta que enlaza con la conclusi¨®n de El nombre de la rosa, la famos¨ªsima primera novela de Umberto Eco llevada al cine por Jean-Jacques Annaud: que no por ocultar un libro sobre la risa dejar¨¢n de re¨ªr los seres humanos. La trama de la obra describe las peripecias de fray Guillermo de Baskerville y su escudero Adso al llegar, en 1327, a una abad¨ªa en la que la risa est¨¢ prohibida por considerarla un peligro para las almas de los monjes que la habitan.
El sabio franciscano Guillermo (Sean Connery en la pel¨ªcula) indaga la relaci¨®n entre la serie de asesinatos producidos en la abad¨ªa y un tratado de Arist¨®teles sobre la comedia y la risa que se daba por perdido y que descubre en las estanter¨ªas de la gran biblioteca del edificio religioso.
Su custodio, un viejo monje ciego de nombre Jorge, justifica que pueda llegarse al crimen para impedir que se conozca el contenido del libro porque la risa ¡°es la debilidad, la corrupci¨®n, (...) la distracci¨®n del campesino, la licencia del borracho¡±. Pero sobre todo porque ¡°acaba con el miedo al diablo¡±. La risa ¡°distrae por algunos instantes al aldeano, pero la ley se impone a trav¨¦s del miedo cuyo verdadero nombre es temor de Dios¡±, dice Jorge a Guillermo. ¡°?Y qu¨¦ ser¨ªamos nosotros, criaturas pecadoras, sin el miedo, el m¨¢s propicio y afectuoso de los dones divinos?¡±. El bibliotecario ciego completa su alegato diciendo que la risa deforma la fisonom¨ªa de quienes la practican y ¡°hace que parezcan monos¡±.
Lo que discute el franciscano, con el argumento de que precisamente el hombre es el ¨²nico animal capaz de re¨ªr y sonre¨ªr, un rasgo espec¨ªfico de humanidad desde la cuna. No siempre es positivo, como cuando se intenta zaherir a jugadores negros fingiendo los sonidos de los monos. Pero en este caso, el que queda francamente mal es el viceprimer ministro turco, quien confirma que la realidad imita al arte.
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