Un error no forzado
Cristina Fern¨¢ndez arriesga la credibilidad de Argentina en el pleito con los fondos
?En una entrevista en estas p¨¢ginas, a Joaqu¨ªn Sabina le preguntaron sobre Fidel Castro, a lo que el incomparable cantautor respondi¨® con una frase de las suyas: ¡°Las revoluciones envejecen como las personas y algunas lo hacen mal¡±. Lo mismo podr¨ªa decirse sobre Argentina, donde la presidenta Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner cometi¨® por razones puramente ideol¨®gicas un error no forzado la semana pasada que le costar¨¢ caro al pa¨ªs en lo que queda de su mandato.
Apenas hace dos semanas escrib¨ªamos sobre el riesgo de un nuevo default en Argentina ¡°antes de fin de a?o¡±. Pero la calamidad no esper¨®: se materializ¨® el jueves. La situaci¨®n de impago de la deuda es el producto del llamado ¡°juicio del siglo¡± entre la Rep¨²blica y los holdouts (fondos buitre) que no se sumaron a las reestructuraciones de deuda en 2005 y 2010. Hace casi 10 a?os que los holdouts est¨¢n en litigio por bonos en la legislaci¨®n donde Argentina los emiti¨® ¡ªNueva York¡ª y cuentan con sentencias favorables en dos instancias as¨ª como el apoyo impl¨ªcito de la Corte Suprema estadounidense.
A partir del fallo del controvertido juez Thomas Griesa, los pagos argentinos sobre la nueva deuda reestructurada fueron bloqueados para forzar al pa¨ªs a negociar con los fondos. Argentina no puede hacer una oferta mejor a los fondos que reclaman el pago del 100% de lo adeudado que al resto de los bonistas que se acogieron a la reestructuraci¨®n de la deuda antes del 31 de diciembre de 2014, o se arriesga a un nuevo conflicto legal bajo la aplicaci¨®n de la llamada cl¨¢usula RUFO (Rights Upon Future Offers).
Entre la espada y la pared, hubo 30 d¨ªas de estrepitosas negociaciones con un mediador judicial, pero los emisarios argentinos s¨®lo se vieron cara a cara con los holdouts en los ¨²ltimos dos d¨ªas. Justo antes de la medianoche, apareci¨® una opci¨®n elegante: que bancos privados argentinos compraran al menos parte de la deuda para as¨ª dar tiempo hasta enero de que se negocie un nuevo acuerdo global con todos los holdouts y no s¨®lo con los litigantes m¨¢s agresivos.
Las posibilidades de desarrollo argentino requieren una relaci¨®n m¨¢s estrecha con el mundo, lo opuesto del aislamiento al que nos devuelve un nuevo default.
Y sin embargo, Cristina Fern¨¢ndez y su preferido, el ubicuo ministro de Econom¨ªa Axel Kicillof, bloquearon en el ¨²ltimo momento un acuerdo privado, quej¨¢ndose de las garant¨ªas que ped¨ªan los bancos y que, por cierto, apoyaba el respetado banco central. Tan a ¨²ltima hora se frustr¨® la operaci¨®n que algunos diarios ya publicaban la noticia del acuerdo.
Antes de resolver completamente el ¨²ltimo impago, Argentina ha reca¨ªdo en otro. Con su usual ret¨®rica combativa, Kicillof carg¨® contra la sem¨¢ntica, insistiendo en que era una ¡°pavada at¨®mica¡± hablar de default cuando Argentina hab¨ªa intentado pagar. Cristina Fern¨¢ndez ovacion¨® una declaraci¨®n tan ¨¦pica.
El problema para la quijotesca dupla de Fern¨¢ndez de Kirchner y Kicillof es que fuera de su feudo poco importa la sem¨¢ntica. Las agencias calificadoras de riesgo ¡ªtanto las odiadas de Norteam¨¦rica como tambi¨¦n la nueva en la muy comunista China¡ª y la ISDA (International Swaps and Derivatives Association) declararon el default r¨¢pida y un¨¢nimemente. Existe ya el riesgo de que los tenedores de bonos que no recibieron su pago ¡°aceleren¡± las reclamaciones con nuevos pasivos potenciales que quebrar¨ªan otra vez al pa¨ªs.
Tampoco ser¨¢n solamente sem¨¢nticos los efectos tangibles del default: de aqu¨ª hasta el fin del mandato de la actual presidenta en 2015 se profundizar¨¢ la recesi¨®n, subir¨¢n m¨¢s el paro y la pobreza, y la tan ignorada inflaci¨®n ser¨¢ todav¨ªa m¨¢s obvia, forzando devaluaciones m¨¢s intensas del ya denigrado peso argentino.
Parad¨®jicamente, la intransigencia kirchnerista tambi¨¦n acelerar¨¢ la transici¨®n pol¨ªtica. Cuando se elige el precipicio sobre el pragmatismo, se genera una euforia nacionalista que es claramente moment¨¢nea. Sucedi¨® as¨ª en 2001, cuando legisladores argentinos llegaron a aplaudir de pie el default, y tambi¨¦n cuando Cristina Fern¨¢ndez anunciaba el no default rodeada de aplaudidores pagados. Pero lo que resta ahora son s¨®lo malas noticias y las encuestas ya lo predicen. Al menos los presidenciables parecen entenderlo.
Se entiende que la situaci¨®n legal era especialmente dif¨ªcil, pero no se explica poner la ideolog¨ªa por delante de la realidad cuando est¨¢ en juego la credibilidad del pa¨ªs. Nadie duda ya que las posibilidades de desarrollo argentino a largo plazo requieren una relaci¨®n m¨¢s estrecha con el mundo, lo opuesto del aislamiento al que nos devuelve un nuevo default.
A los autoritarismos les cuesta entender que la econom¨ªa es epistemol¨®gicamente distinta a la pol¨ªtica: la ideolog¨ªa no puede alterar realidades que no son te¨®ricas, sino emp¨ªricas. Tanto el fascismo como el comunismo pudieron abolir el Estado de derecho, pero no as¨ª la ley de gravedad. Tarde o temprano, la manzana cae sobre la cabeza de Newton.
No envidio el trabajo de los funcionarios de Kicillof cuyo deber diario es negar la ley de la gravedad y pretender que el ministro neomarxista la ha suspendido mientras la presidenta aplaude. Si las revoluciones tambi¨¦n envejecen, la kirchnerista ya se cae madura. ?Qu¨¦ final para una ¡°d¨¦cada ganada¡±!
Pierpaolo Barbieri es asesor del Consejo sobre el Futuro de Europa de Instituto Berggruen para la Gobernanza
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