Lina Bo Bardi, al rescate de los arquitectos
En el purgatorio de la duda, por donde se cuela la paradoja de tantos arquitectos, Lina Bo Bardi (Roma, 1914-S?o Paulo, 1992) supo encontrar su materia prima. La italiana, de cuyo nacimiento se cumplen 100 a?os en diciembre, desembarc¨® racionalista en el Brasil de 1946 y se encontr¨® a s¨ª misma ante la escasez de medios de ese pa¨ªs para convertirse en una proyectista capaz de transformar no las ciudades sino la vida de los ciudadanos. Con su propia evoluci¨®n personal hall¨® una v¨ªa hacia la humanizaci¨®n de la arquitectura moderna, haci¨¦ndola absorber las imperfecciones, la cultura local, el paso del tiempo y la huella de los seres humanos.
La paradoja de esta arquitecta total -que ideaba desde el programa hasta el edificio pasando por el mobiliario- es que su obra tiende a desaparecer, se deja devorar por los usuarios. Por eso su aportaci¨®n resulta un modelo tan actual. ?Cu¨¢l fue esa aportaci¨®n? Barry Bergdoll, comisario de arquitectura y dise?o en el MoMA, habla de ella como de una ¡°estrella p¨®stuma de la arquitectura¡± cuyo legado no es un vocabulario sino una actitud: un intento de humanizar la disciplina y, de paso, de socializar la cultura. Ese hacer no arrogante, colectivo y popular que Bo Bardi defendi¨® al final de su vida fue una conquista personal. Con 60 a?os ella se hizo con el poder transformador que reclamaron para s¨ª los proyectistas modernos, pero que solo lograron desplegar entre una ¨¦lite cultural dentro de la propia ¨¦lite econ¨®mica. La transformaci¨®n personal y profesional de esta arquitecta va de la mano, por eso resulta tan oportuno el libro que el profesor Zeuler R. M. De A. Lima ha publicado en Yale University Press. La m¨¢s completa biograf¨ªa hasta hoy indaga en todas las aristas ¨Cy contradicciones- de la proyectista para dibujar con m¨¢s datos que opiniones la historia de un convencimiento y su traducci¨®n en edificios. Una arquitectura de obligaci¨®n c¨ªvica, construida con formas y materiales sencillos pero capaz de enriquecer la vida, la cultura y las relaciones entre las personas es su legado.
Sus comienzos, en la Roma de 1914, fueron turbulentos. La madre de Lina hab¨ªa crecido en la c¨¢rcel porque su abuela hab¨ªa intentado asesinar a su marido. Como resultado, la futura arquitecta y su hermana Graziella tuvieron una madre miedosa que inculc¨® en ellas el papel de una mujer dom¨¦stica, fuerte y productiva. El padre, peque?o constructor, era un pintor aficionado. Y el colegio en el que se educaron las ni?as ten¨ªa vistas a Villa Torlonia donde Mussolini vivi¨® casi dos d¨¦cadas. En ese marco, Lina se convirti¨® en arquitecta ¡°cuando nada se constru¨ªa y solo se destru¨ªa¡±. Por eso, cuando con 24 a?os defendi¨® su proyecto de final de carrera (una maternidad) tuvo que vestir el uniforme fascista que le prest¨® un compa?ero de clase. Con el tiempo rebautizar¨ªa ese proyecto como ¡°un hospital para madres solteras¡± en un intento de arraigar su voluntad de cambio. El pasado de ese roce fascista ¨Cen su caso coyuntural- llev¨® a algunos historiadores a poner en duda su posterior afiliaci¨®n comunista y la mezcla de ambos ilustr¨®, para otros, una ideolog¨ªa acomodaticia. En su nueva biograf¨ªa, Zeuler Lima demuestra que Lina descubri¨® pronto las falsas promesas del fascismo. Fue a la vez amante del arquitecto favorito de Mussolini, Marcello Piacentini, 34 a?os mayor que ella, y cr¨ªtica con su estilo imperialista. As¨ª, su ciudad natal le inculc¨® la idea de que los cambios necesitan no reformas sino revoluciones. Y ella comenz¨® la suya cuando, con 25 a?os, se fue a Mil¨¢n a vivir con su novio, Carlo Pagani. Se convirti¨® en periodista. Ambos firmaron art¨ªculos sobre viviendas burguesas y, a la vez, reivindicaciones de la arquitectura an¨®nima sacando ideas, y plagiando textos, de libros como In Search of a Living Architecture de Albert Frey. Esos bandazos constituyen su primera formaci¨®n. Le faltaban siete a?os para convertirse en Lina Bo Bardi.
¡°Nunca quise ser joven, siempre quise tener una historia¡±, declar¨® de mayor. En 1943 Gio Ponti, el arquitecto director de la revista Domus, la envi¨® a entrevistar a Pietro Maria Bardi. El marchante hab¨ªa logrado dirigir la Galleria di Arte di Roma gracias a su acercamiento al c¨ªrculo de Mussolini. Firm¨® tambi¨¦n el informe para il duce en el que aconsejaba construir arquitectura moderna y dar la espalda a los academicismos. 14 a?os mayor que Lina, Bardi le abrir¨ªa la puerta a una nueva vida. Distanciado del dictador, el galerista viv¨ªa en un ¡°purgatorio pol¨ªtico¡± que lo llev¨® a buscar trabajo en Brasil. Abandon¨® mujer y dos hijas y pidi¨® a su amante que se fuera con ¨¦l. Cuando se embarc¨® con 32 a?os Lina Bo rompi¨® definitivamente el cascar¨®n y comenz¨® el viaje que la llev¨® a encontrar valores propios y un discurso profesional.
Su primer trabajo, su propia vivienda, la Casa de Vidrio de 1949 en Morumbi, al sur de Sao Paulo, fue un ¨²ltimo coletazo de la modernidad europea que tra¨ªa consigo la arquitecta. Cuando se dio cuenta de que en el Brasil de finales de los cuarenta no hab¨ªa clase media tuvo claro que entre los propietarios y la gente iba a elegir a la gente. Su arquitectura es fruto de esa decisi¨®n, de querer relacionar arquitectura y vida. Pero hacerlo no fue f¨¢cil. En 1943, la exposici¨®n del MoMA Brazil Builds (que a Nelson A. Rockefeller le interes¨® organizar por razones m¨¢s geopol¨ªticas que arquitect¨®nicas) retrataba la voluntad de los arquitectos locales por construir una identidad moderna y cosmopolita. La elecci¨®n por parte de Bo Bardi de lo local, las ra¨ªces y la vida cotidiana hizo que proyectistas brasile?os como Niemeyer recelaran de ella. No ve¨ªan progreso en sus intenciones. Sin embargo cuando, d¨¦cadas despu¨¦s, cuando el centro social SESC Pompeia se inaugur¨® en S?o Paulo, Bo Bardi dej¨® claro cu¨¢n pol¨ªtica puede ser la arquitectura, c¨®mo la modernidad puede empobrecer un pa¨ªs en v¨ªas de desarrollo y c¨®mo la cultura popular puede celebrar y denunciar a la vez.
Fue en la mestiza Salvador de Bah¨ªa donde se convenci¨® de ello. All¨ª hizo sus primeros trabajos p¨²blicos - restauraciones y escenograf¨ªas- y tambi¨¦n los ¨²ltimos -el restaurante Ladeira da Misericordia (1988) con el forjado agujereado para dejar vivir al mango-. Sin embargo, demostr¨® sus ideas con su primera gran obra, el Museo de Arte de S?o Paulo (MASP), la mayor estructura portante del pa¨ªs, capaz de unir arte y plaza p¨²blica. Durante las obras instal¨® all¨ª su oficina y fue alterando el edificio tratando de solucionar los problemas con que se iba topando. As¨ª, su caracter¨ªstico color rojo es el resultado de los fallos del hormig¨®n original. Cuando se agriet¨® y supo que deb¨ªa cubrirlo, la arquitecta decidi¨® subrayar esa cobertura pint¨¢ndola de rojo. El 7 de noviembre de 1968 la reina Isabel II de Inglaterra inaugur¨® un museo en el que la historia del arte se mostraba sin jerarqu¨ªa y sin paredes, entre soportes de vidrio apoyados en cubos de hormig¨®n. ¡°Mi intenci¨®n ha sido destrozar el aura que rodea los museos¡±, dijo Bo Bardi. Los hab¨ªa reinventado como espacios p¨²blicos una d¨¦cada antes de que se inaugurara el Pompidou de Par¨ªs.
Lima cuenta que Bo Bardi tuvo que renegociar su identidad como dise?adora. Y es cierto que decidi¨® que la cultura no deb¨ªa ser elitista sino accesible. Y trabaj¨® para demostrarlo. La filosof¨ªa de su admirado Gramsci aflor¨® en la artesan¨ªa y el idealismo del paulista SESC (Servicio Social do Comercio) Pompeia (1986), un conjunto que transform¨® silos y una antigua f¨¢brica en el centro social de un barrio obrero. La rudeza del hormig¨®n horadado con la c¨¦lebre ventana Bo Bardi (un agujero irregular) ventila las pistas deportivas que se apilan en el recinto. Tal vez por eso, cuando la UNESCO recomend¨® trabajar con hormig¨®n solo al norte de ecuador (el resto deb¨ªa hacerlo con adobe) Lina Bo protest¨®.
Ingeniosa, aventurera y pol¨ªtica, Lina Bo Bardi ha sido unas veces mitificada, otras detestada. Que t¨¦rminos opuestos puedan definir la misma obra resulta parad¨®jico. Que ayuden a entender a una persona explica la vigencia y la vitalidad del legado Bo Bardi. ¡°Su vida no explica su trabajo, pero lo hizo posible, desarroll¨® un proceso de renovaci¨®n continua¡±, escribe Zeuler Lima. Al final de sus d¨ªas, cuando con 74 a?os, tres antes de morir, inaugur¨® su primera exposici¨®n monogr¨¢fica en S?o Paulo, ella misma lo dej¨® claro: ¡°Yo no me hice sola¡±.
Lina Bo Bardi
Zeuler R.M. de A. Lima
Yale University Press, New Heaven/ Londres
240 p¨¢ginas. 50€
Texto publicado en Babelia bajo el t¨ªtulo Al rescate de Lina Bo Bardi
MASP en la Avenida Paulista. La plaza bajo el edificio es todav¨ªa un lugar donde se venden collares, se baila y se hacen reivindicaciones en el coraz¨®n financiero de la ciudad.
Casa de Vidrio, su primer proyecto en Brasil, y su casa en Sao Paulo. All¨ª vivi¨® la arquitecta cuando Morumbi era un barrio perif¨¦rico. Luego llegaron las embajadas y la gran favela de Parais¨®polis.
SESC Pompeia, una ciudad social vigente y viva en Sao Paulo. El gran proyecto de Bo Bardi.
Lina Bo sobre su butca Bowl reeditada por la empresa Arper
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