El espejo ruso se ha roto
Desde su reelecci¨®n como presidente en 2012, que fue duramente contestada por parte de la poblaci¨®n, Vlad¨ªmir Putin se ha aplicado sistem¨¢ticamente a bloquear cualquier perspectiva de modernizaci¨®n del pa¨ªs
Durante la d¨¦cada pasada, la Europa democr¨¢tica construy¨® una imagen de Rusia que correspond¨ªa a la de un pa¨ªs inmerso en un tan intenso como irreversible proceso de modernizaci¨®n pol¨ªtico, econ¨®mico y social. El desarrollo econ¨®mico, se auguraba, crear¨ªa una sociedad de clases medias donde, como en tantos otros lugares de la Europa de la posguerra fr¨ªa, los individuos aspirar¨ªan a realizarse como personas en un marco de libertad, derechos y prosperidad compartida. Como es propio de las sociedades democr¨¢ticas, en esa sociedad, los aparatosdel Estado, tan omnipresentes en la historia de Rusia, ver¨ªan su protagonismo disminuido a favor de los ciudadanos, las empresas y los consumidores, que ser¨ªan, por fin, tanto los protagonistas como los due?os de su futuro. Muchos so?aron incluso, si no con la adhesi¨®n de Rusia a la Uni¨®n Europea, con el establecimiento de un marco tan estrecho de relaciones en el que cupiera ¡°todo menos las instituciones¡±.
Aunque retrospectivamente pudiera parecer que este an¨¢lisis confund¨ªa los deseos con la realidad, este devenir de los acontecimientos era sumamente plausible. El presidente Dmitri Medv¨¦dev no s¨®lo parec¨ªa empe?ado en la modernizaci¨®n del pa¨ªs, lo que supon¨ªa cambiar el modelo del crecimiento desde uno basado en la extracci¨®n y exportaci¨®n de materias primas a una sociedad de servicios abierta al conocimiento y la innovaci¨®n, sino que contaba para ello con el concurso de socios estrat¨¦gicos claves. Alemania, con su incre¨ªble capacidad exportadora e inversora, pero tambi¨¦n el resto de la comunidad occidental, deseosa de hacer un hueco a Rusia en instituciones como el G-7, lograr¨ªan poco a poco la inserci¨®n de Rusia el sistema pol¨ªtico y econ¨®mico multilateral.
Aunque muchos no lo percibieran entonces (ahora s¨ª que resulta evidente), ese espejo ruso se rompi¨® en septiembre de 2009 cuando Vlad¨ªmir Putin, que ya hab¨ªa completado dos mandatos como presidente, anunci¨® su intenci¨®n de presentarse como candidato a la presidencia en las elecciones que se celebrar¨ªan en 2012. El propio Mija¨ªl Gorbachov, que en el pasado hab¨ªa alabado a Putin como un modernizador, mostr¨® p¨²blicamente su preocupaci¨®n por este giro que tomaba la pol¨ªtica rusa y pidi¨® a Putin que reconsiderara su decisi¨®n. Prof¨¦ticamente, Gorbachov anticip¨® que la reelecci¨®n de Putin ahondar¨ªa el imp¨¢s en el que se encontraba el proceso de modernizaci¨®n econ¨®mico y significar¨ªa la p¨¦rdida de cinco a?os cruciales. Un retrato que representaba a un Putin en el a?o 2025, envejecido y en uniforme militar plagado de medallas, corri¨® como la p¨®lvora por la blogosfera y las redes sociales rusas: Putin se hab¨ªa transfigurado en Le¨®nidas Br¨¦znev, secretario general del Partido Comunista de la Uni¨®n Sovi¨¦tica entre 1964 y 1982, m¨¢ximo representante del estancamiento y del inmovilismo que llev¨® a la URSS al colapso.
El poder est¨¢ concentrado en una reducida ¨¦lite de amigos, oligarcas y excompa?eros del KGB
No ha hecho falta que pasaran cinco a?os para constatar hasta qu¨¦ punto las preocupaciones de Gorbachov iban en la l¨ªnea correcta. Desde su elecci¨®n en 2012, tan duramente reprimida y contestada por una parte de la poblaci¨®n rusa, que si bien minoritaria num¨¦ricamente representaba el embri¨®n de la Rusia moderna y abierta al mundo que todos esper¨¢bamos ver, Putin se ha aplicado tan concienzuda como sistem¨¢ticamente a hacer a?icos ese espejo y a bloquear cualquier perspectiva de modernizaci¨®n del pa¨ªs. As¨ª, en lugar de abrir la econom¨ªa al exterior y buscar la creaci¨®n de una clase empresarial independiente, ha preferido concentrar el poder pol¨ªtico, econ¨®mico y medi¨¢tico en manos de una reducida ¨¦lite de amigos, oligarcas y excompa?eros del KGB. Aqu¨ª s¨ª cabe hablar de ¡°¨¦lite extractiva¡±, una ¨¦lite que bloquea el progreso pol¨ªtico y econ¨®mico del pa¨ªs por algo que cada vez tiene que ver menos con la ideolog¨ªa y cada vez m¨¢s con razones puramente personales: con la actual estructura econ¨®mica, esa ¨¦lite es perfectamente consciente de que la modernizaci¨®n del pa¨ªs implicar¨ªa su salida del poder. Aunque algunos intelectuales org¨¢nicos as¨ª nos los quieran hacer ver, el abrazo de la religi¨®n ortodoxa y del nacionalismo panruso por todos estos exdirigentes del KGB y corruptos oligarcas ha de verse menos desde la introspecci¨®n en los insondables misterios del alma y de la civilizaci¨®n rusa y m¨¢s como una estrategia de manipulaci¨®n ideol¨®gica al servicio de la supervivencia personal. El r¨¦gimen de Putin, mediante una sin igual concentraci¨®n de poder econ¨®mico y medi¨¢tico, ha logrado una haza?a que figurar¨¢ para siempre en los anaqueles del autoritarismo: lograr la legitimaci¨®n democr¨¢tica y popular (porque Putin es, s¨ª, muy popular) de una oligarqu¨ªa extractiva que debe su existencia precisamente al solapamiento de un intenso autoritarismo pol¨ªtico, una extrema desigualdad social y una exagerada concentraci¨®n de la riqueza.
Poco a poco, Rusia ha quedado convertida en un petro-Estado, un ente estatal que no s¨®lo construye su poder sobre las materias primas sino que puede, sobre esta base, ignorar las demandas de modernizaci¨®n pol¨ªtica, econ¨®mica y social de su sociedad. La llamada ¡°maldici¨®n de los recursos¡± ha creado en Rusia un singular h¨ªbrido: algo a medio camino entre una boli-Venezuela donde las rentas del petr¨®leo y el gas se utilizan para construir la base de apoyo social que el r¨¦gimen necesita para mantener una fachada democr¨¢tica y una monarqu¨ªa petrolera que ancla su legitimidad en un rancio nacionalismo que se hunde en la religi¨®n, la cultura y los mitos hist¨®rico-b¨¦licos. Desde la manipulaci¨®n de los medios de comunicaci¨®n al hostigamiento a las organizaciones independientes de la sociedad civil o a los movimientos sociales (homosexuales incluidos), pasando por el f¨¦rreo marcaje a las influencias extranjerizantes o la reivindicaci¨®n tanto del zarismo como de su ant¨®nimo, la ¨¦poca sovi¨¦tica, Putin se ha convertido en un obseso de la identidad y de la construcci¨®n nacional.
Las rentas del petr¨®leo y el gas sirven para construir la fachada democr¨¢tica del r¨¦gimen
El polit¨®logo Iv¨¢n Krastev sostiene que para entender a Putin hay que entender c¨®mo piensa un agente del KGB. Su trabajo, al contrario que el de los militares o el de los aparatchiks de los partidos comunistas, no es el de crear estructuras jer¨¢rquicas y mantenerlas bajo control, sino infiltrarse en ellas y capturarlas pero, a la vez, mantener la apariencia de un normal funcionamiento. Para tener ¨¦xito en esa tarea es fundamental entender cu¨¢les son las motivaciones y aspiraciones ¨²ltimas de las personas. Y ah¨ª es donde Putin ha demostrado su genialidad: a los que quer¨ªan dinero los ha colmado de bienes y a los que anhelaban una identidad les ha devuelto la autoestima perdida. Ese viejo operativo del KGB que confiesa que siempre quiso ser agente secreto ha firmado as¨ª su m¨¢s brillante operaci¨®n: reclutar a Rusia como agente doble para que, aparentando que sirve a los rusos, permita a estos exagentes del KGB mantenerse en el poder y controlar los aparatos del Estado y sus palancas econ¨®micas y medi¨¢ticas.
Si algo hay que criticar a Gorbachov es que su visi¨®n se quedara corta. Pues Putin no se ha limitado administrar el estancamiento de Rusia de forma roma y aburrida, digamos a la Br¨¦znev. Como estamos viendo en estos ¨²ltimos meses, se ha afanado en construir una Rusia irredenta y revisionista que ha terminado por generar un inmenso problema de seguridad a sus vecinos europeos. Al considerar a sus vecinos como vasallos obligados a colaborar en la creaci¨®n de una esfera de influencia que garantice la viabilidad de una Rusia independiente y distinta de Occidente, Putin ha ligado su destino al de Ucrania, no pudi¨¦ndose permitir perder la pieza clave de su proyecto euroasi¨¢tico. As¨ª, ha quedado encerrado en un callej¨®n donde no puede avanzar ni retroceder: si avanza m¨¢s, entrar¨¢ en una confrontaci¨®n econ¨®mica con Occidente que debilitar¨¢ a su petro-Estado, empobrecer¨¢ a los oligarcas e irritar¨¢ a la opini¨®n p¨²blica; si retrocede y deja abandonados a sus ac¨®litos del este de Ucrania, ser¨¢ criticado por haber vendido cobardemente el alma y la identidad rusa a cambio de unas pocas monedas. Vaya a donde vaya, lo que est¨¢ claro es que un l¨ªder que ha construido toda su carrera pol¨ªtica sobre el deseo de vengar las humillaciones sufridas por Rusia, no permitir¨¢ acabar humillado.
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