Las estrellas en el barro

De tanto en tanto, las estrellas del cine y del rock dan un paso adelante y firman una declaraci¨®n pol¨ªtica o un manifiesto. Forma parte de las reglas de juego de la sociedad del espect¨¢culo. Vivimos en una democracia medi¨¢tica y, por tanto, las voces y los rostros de los famosos adquieren una relevancia que ya quisiera para s¨ª cualquiera de los que se baten, d¨ªa a d¨ªa, en el barro de los asuntos p¨²blicos. Hace poco, y por iniciativa de dos prestigiosos historiadores, se puso en marcha una iniciativa contra la independencia de Escocia. La han firmado 18 medallistas ol¨ªmpicos, 44 premios Bafta, dos premios Turner, 12 relevantes profesores universitarios, un premio Nobel (Stephen Hawking) y gente famosa de televisi¨®n, pero la foto que ha salido en todas partes ha sido la de Mick Jagger. ¡°Lo que nos une es mucho m¨¢s de lo que nos divide. Sigamos juntos¡±. ?sa es la idea, y el l¨ªder de los Rolling Stones ha decidido apoyarla. Al otro lado se encuentra Sean Connery, que en su d¨ªa tanto hizo por el Reino Unido como James Bond, el agente secreto 007, y que est¨¢ claramente a favor de que Escocia se vaya.

Ni siquiera los famosos est¨¢n de acuerdo entre s¨ª, el mundo sigue siendo una jaula de grillos. Les acaba de pasar a Javier Bardem y a Pen¨¦lope Cruz. Firmaron un texto en el que se denunciaba ¡°el genocidio contra la poblaci¨®n civil palestina¡±, a prop¨®sito de los ataques de Israel a la Franja de Gaza, y el actor estadounidense Jon Voight se puso hecho una furia y les contest¨® en una carta que con su actitud pod¨ªan incitar ¡°al antisemitismo en todo el mundo sin darse cuenta del da?o causado¡±. Ambos matizaron enseguida para que no se malinterpretara su postura.

Guerra de declaraciones, manifiestos como ladrillazos, cartas de amor y odio. Hubo un tiempo en que la batalla de las opiniones la libraban los intelectuales, y ya abusaban con frecuencia del trazo grueso y del exceso de sectarismo. Por eso el ya desaparecido historiador brit¨¢nico Tony Judt era muy cr¨ªtico con ese af¨¢n, que tanto gustaba a los penseurs franceses, de sentar c¨¢tedra en cada ocasi¨®n. Adelante con el baile de estrellas en el barro de la pol¨ªtica. Pero, como quer¨ªa Judt, cada cual debe ser responsable de lo que piensa.