La mano de Dios
Maradona propin¨® una bofetada a un periodista que para s¨ª quisiera Glenn Ford en Gilda
![](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/WKQC33I3ZG3A4O25ABCTA6UKYU.jpg?auth=b9fc97d7b7bd43db847461f6302fc0807f943c8fa15284cb725d07e80d6ad7d3&width=414)
Diego Armando Maradona no s¨®lo marca goles con la mano para que sus fanatizados seguidores conviertan un fraude deportivo en exvoto m¨ªstico (La mano de Dios) sino que, con esa misma mano, abofetea periodistas con desenvoltura de guardaespaldas. Sucedi¨® el s¨¢bado, cuando el magn¨ªfico exjugador y fracasado entrenador sal¨ªa del Teatro Nacional argentino despu¨¦s de asistir, con su exesposa Ver¨®nica Ojeda, al D¨ªa del Ni?o.
Con su hijo Diego Fernando en brazos, respondi¨® malhumorado ¡ªsu estado an¨ªmico habitual¡ª a los periodistas con las groseras expresiones de rigor (¡°Dejen de romper las pelotas con el entorno¡±), cuando, de repente, decidi¨® dictar una lecci¨®n de hombr¨ªa. Baj¨® del coche, se encar¨® con uno de los periodistas y le solt¨®: ¡°?Qu¨¦ te pasa, bobo? ?Por qu¨¦ te metes con mi mujer si yo con vos no me meto?¡±. Y le solt¨® una bofetada que para s¨ª quisiera Glenn Ford en Gilda. No est¨¢ clara la falta cometida por el periodista (impunemente) agredido; puede que le gui?ara un ojo a Vero (¡°se hizo el p¨ªcaro¡±, explic¨® ofendido el lindo Don Diego Maradona). Todav¨ªa tuvo el agresor un desplante de matasiete hacia el agredido: ¡°Como no es hombre, no dijo nada¡±.
Este hombre, m¨¢s antiguo que el hilo negro, goza de una estatura p¨²blica m¨¢s elevada de la que puede asimilar. Su curr¨ªculo acumula varias infamias que manchan su carrera deportiva, como atropellar a un periodista argentino del Canal 13, insultar pertinazmente a la prensa, hacerle la peineta a Grondona o ignorar taimadamente al entrenador alem¨¢n, Joachim L?w, que le hab¨ªa propinado una humillante derrota en el Mundial de Sud¨¢frica, cuando fue a saludarle despu¨¦s del partido. Aquella imagen define con precisi¨®n la estatura moral de Maradona; durante largos minutos, aferrado m¨¢s que abrazado a Messi, llor¨® mares de l¨¢grimas con el temple de un gal¨¢n de telenovela delante de un asombrado L?w, que acab¨® por marcharse.
Maradona, con engolamiento, considera que no se le rinde pleites¨ªa suficiente para sus merecimientos y se ha cre¨ªdo el papel de Dios que le atribuyen los cofrades de su secta. En consecuencia, se comporta como un resentido. No es ¨¦l el ¨²nico culpable; tambi¨¦n son responsables quienes han erigido un pedestal para una personalidad tan peque?a.
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