Tener y no tener (para Lauren Bacall)

Hasta aquel d¨ªa yo hab¨ªa malgastado mi tiempo en aquellos tugurios que, pomposamente, llam¨¢bamos cine-estudio. Todo resultaba tremendamente complicado de entender. Tan solo la explicaci¨®n posterior de alg¨²n renombrado gur¨² parec¨ªa poner las cosas en su sitio.

Todo cambi¨® despu¨¦s de aquella escena. Fue cuando decid¨ª que, en mi pr¨®xima existencia, me dedicar¨ªa a contar historias en el cine. Intentar¨ªa escribir c¨®mo un detective, con aspecto sucio y maloliente, es capaz de no quejarse argumentando que la herida solo le duele cuando respira; que un verdugo pueda, palpando el cuello, calcular la medida de la camisa de su yerno; que un hombre desenga?ado sea capaz de perder, por segunda vez, a la mujer de su vida excus¨¢ndose en los problemas del mundo; que un peluquero rememore las peleas de Rocky Marciano en el Madison Square Garden o llegar a Viena a buscar a un amigo en plena Guerra Fr¨ªa.

Todo eso me hubiera gustado escribirlo yo. Pero lo que no olvido es que todo empez¨® porque yo quer¨ªa estar en aquel sal¨®n en blanco y negro mientras ella entraba pidiendo fuego. S¨ª. Porque lo que yo quer¨ªa, a ver si en la pr¨®xima existencia lo consigo, es que mi chica fuera la Bacall.¡ª Enrique Chao Lumbreras.