A la manera de Tom¨¢s G¨®mez

Ya asoman en el horizonte las elecciones municipales, as¨ª que en los partidos se abre el turno de mover ficha. O de afilar colmillos, cuesti¨®n de terminolog¨ªa. Entre los socialistas de Madrid los candidatos a las primarias toman posiciones para subir al proscenio y dar el do de pecho, y uno de los hombres pr¨®ximos a Tom¨¢s G¨®mez, Antonio Miguel Carmona, planea postularse como rival de Jaime Lissavetzky, el actual portavoz del PSM en el Ayuntamiento y ¨²ltimo candidato en las elecciones de 2011. G¨®mez lleva desde hace tiempo trabajando por conquistar el mayor poder posible y consolidarse as¨ª como un pol¨ªtico de fuste. Le viene bien tener en primera fila a uno de los suyos.

La pol¨ªtica es imprevisible, y tiene estas historias: Tom¨¢s G¨®mez bati¨® el r¨¦cord de ser el alcalde m¨¢s votado de Espa?a en dos ocasiones, de las tres en las que se present¨® para gobernar el municipio madrile?o de Parla (entre 1999 y 2008), y unos a?os despu¨¦s fue el candidato socialista a la presidencia de la Comunidad de Madrid que cosech¨® el peor resultado de la historia (26,23%) ?Qu¨¦ pas¨® para que el mismo hombre que hab¨ªa tocado la gloria en una zona de Madrid se precipitara luego en el fango cuando intent¨® ampliar su radio de acci¨®n? No hay respuestas un¨ªvocas, no las hay cuando concurren muchas variables.

Hay pistas, sin embargo, que conviene explorar. En Parla lleg¨® ganando, as¨ª que no tuvo que pasar por ese lento calvario del aprendizaje en la oposici¨®n paso a paso. Sus triunfos lo colocaron en un excelente lugar para enfrentarse a nuevas empresas y, estando en su particular cumbre, anduvo siempre rodeado de una corte de ac¨®litos, diestros especialistas en el arte de la adulaci¨®n. Da la impresi¨®n de que desde que dej¨® Parla, con el pol¨¦mico tranv¨ªa que puso en marcha para coronar su gesti¨®n, estuviera siempre metido en un ring, repartiendo mandobles donde se tercie.

Empez¨® postul¨¢ndose como sucesor de Rafael Simancas al frente de los socialistas de Madrid y, desde que obtuvo el puesto, no hay ocasi¨®n en la que no desenvaine para subrayar que ah¨ª est¨¢ ¨¦l, que tiene su opini¨®n, su propuesta, su reclamo. Bien parecido y h¨¢bil en las intrigas palaciegas, no cesa de buscar los focos y, al hacerlo, reparte codazos que lo van dejando sin muchos amigos. Es su estilo.