Barenboim: ¡°En Oriente Pr¨®ximo solo impera la terquedad¡±
Daniel Barenboim demuestra que es posible vivir en paz con su orquesta de m¨²sicos jud¨ªos, palestinos, ¨¢rabes y espa?oles
Rebelde pero contundente a la hora de imponer su autoridad, el liderazgo de Daniel Barenboim (Buenos Aires, 1942) trasciende lo meramente musical. Pol¨ªglota y poli¨¦drico, sus identidades confluyen en un cosmopolitismo global que le hace al tiempo jud¨ªo de fuertes paradojas, argentino de ra¨ªz intensa y espa?ol por gusto y sentido de adopci¨®n. Se dio a conocer como ni?o prodigio en su ciudad natal, pronto emigr¨® a Israel con sus padres, salt¨® a Europa donde se consagr¨® primero como pianista y despu¨¦s como uno de los directores de orquesta m¨¢s suculentos y profundos de su tiempo. No reh¨²ye pol¨¦micas sino que las atiza, es capaz de recoger un premio en Israel y reivindicar en sus palabras de agradecimiento la necesidad de un Estado palestino o interpretar a Wagner en la tierra de David. Escribe al alim¨®n con Felipe Gonz¨¢lez un libro sobre el liderazgo, y extiende la dimensi¨®n del invento que pari¨® junto al pensador palestino Edward Said del West-Eastern Divan, una orquesta en la que se unen jud¨ªos, palestinos, ¨¢rabes y espa?oles para demostrar al mundo que pueden convivir en paz. Empe?ado ahora en reivindicar a m¨²sicos como Edward Elgar (1857-1934), de quien acaba de grabar su segunda sinfon¨ªa para Decca, reci¨¦n ungido por el ¨¦xito nost¨¢lgico de haber regresado a tocar el piano al teatro Col¨®n junto a su amiga Marta Argerich, Barenboim, siempre vitalista y permanentemente inc¨®modo para aquellos que lo denuestan por cumplir con su deber, sigue marcando el paso.
Y este nuevo regreso a Elgar, ?a qu¨¦ se debe? Los brit¨¢nicos hablan de Elgar como el gran compositor ingl¨¦s, como queriendo decir que no era un gran compositor. Nunca se dice el compositor franc¨¦s Faur¨¦, por ejemplo, eso es hacerle de menos.
Para ellos es el colmo de lo que llaman englishness. Recuerde que Pompa y circunstancia lo compuso ¨¦l. Pues deber¨ªa dejar de serlo y que lo empezaran a considerar un gran creador universal. Porque su m¨²sica, con esa gran tensi¨®n neur¨®tica mahleriana, lo merece. As¨ª me lo plante¨¦ yo cuando llegu¨¦ a ¨¦l, a trav¨¦s de mi primera mujer, Jaqueline Dupr¨¦, cuando hicimos el Concierto para violonchelo. A partir de ah¨ª, quise dirigir todas sus sinfon¨ªas y otras obras suyas en la misma Inglaterra y despu¨¦s en Estados Unidos. Pero ampliando su dimensi¨®n. No olvidemos que ellos lo denostaron por cat¨®lico hasta que al final de la Segunda Guerra Mundial necesitaron un referente cultural y empezaron a reivindicarlo. Hace poco encontr¨¦ sus partituras y volv¨ª a sentirme atra¨ªdo por ¨¦l.
Esa atracci¨®n, ?habr¨¢ venido marcada por una cierta nostalgia de su primera mujer, Jaqueline Dupr¨¦? S¨ª, quiz¨¢s, pero esa no es una raz¨®n para volver a un compositor.
O sea, ?me va a contar que no obra en un argentino de nacimiento la pena por el pasado? Se olvid¨® decir un jud¨ªo argentino. Y que la gran mayor¨ªa de los psicoanalistas en dicho pa¨ªs son jud¨ªos.
La serie
Miradas latinas ?ltima entrega de las entrevistas de verano con las que ¡®El Pa¨ªs Semanal¡¯ ha propuesto a sus lectores un viaje por el talento con personajes que marcan la diferencia en ¨¢mbitos diversos y est¨¢n unidos por el idioma espa?ol. Tras el cocinero Gast¨®n Acurio, la responsable educativa de Nueva York Carmen Fari?a, la cient¨ªfica Anna Veiga y el ¡®business angel¡¯ Mart¨ªn Varsavsky, cierra la galer¨ªa uno de los directores de orquesta m¨¢s profundos e influyentes de su tiempo.
Cierto, se me pas¨®: ?para un jud¨ªo argentino no influye en nada el mecanismo de la nostalgia? Claro que s¨ª, pero no por ella, en este caso, aunque en el plano personal, siempre ha existido y existir¨¢.
Y, aunque a usted no le gusta que le hablen de su edad, despu¨¦s de haber cumplido 70, ?refulge la memoria de otras cosas? ?Incluso en un optimista activo como usted? ?Incluso aunque le d¨¦ rabia reconocerlo? Francamente, creo que no. Pero bueno, la nostalgia es parte de la vida. Yo siempre he dado importancia al pasado por el hecho de ser lo que nos planta en el presente y ambos me sirven como etapas para acabar en el futuro. De los tres tiempos, lo menos importante, filos¨®ficamente, es el presente. Es lo que uno vive, y ah¨ª queda la contradicci¨®n. Pienso que dejo m¨¢s a?os atr¨¢s que los que voy a tener delante. Tambi¨¦n que dispongo, gracias a Dios y a mis padres, de una salud de hierro y espero seguir disfrut¨¢ndola, aunque no s¨¦ por cu¨¢nto tiempo. Mi hijo mayor me dijo el otro d¨ªa, en los conciertos donde se celebraron mis 50 a?os de colaboraci¨®n con la Filarm¨®nica de Berl¨ªn: ¡°Pero pap¨¢, ?por qu¨¦ diriges tanto? ?Por qu¨¦ no tocas m¨¢s el piano? Vas a poder estar frente a una orquesta cuando tengas 90, pero tocar el piano¡ ?qui¨¦n sabe cu¨¢nto tiempo vas a poder hacerlo en plenas capacidades?¡±. Y eso me hizo pensar. Me hizo pensar¡
?Tom¨® alguna decisi¨®n al respecto? En varios sentidos, pero no en este: por ejemplo, crear una academia estable con el West-Eastern Divan que funcione todo el a?o en Berl¨ªn, algo m¨¢s general respecto a lo que tenemos en Andaluc¨ªa, con estudiantes todo el a?o. Es una de las razones por las que he dejado la direcci¨®n musical de la Scala de Mil¨¢n.
?Han cambiado mucho las cosas en la zona desde que se cre¨® el Divan? ?Se notan los pelda?os? Cuando se cre¨® en el a?o 1999, m¨¢s del 60% de sus miembros no hab¨ªa tocado nunca en una orquesta. En ocho a?os, eran capaces de interpretar las Variaciones de Schoenberg.
?C¨®mo es posible que lo hayan logrado reuni¨¦ndose en verano a tocar una de las piezas m¨¢s dif¨ªciles del repertorio en marcos y escenarios tan importantes? En gran parte gracias a un trabajo regular. Imagine a un chaval en un lugar tan conflictivo como los territorios palestinos o Israel, que hace una audici¨®n, entra en la orquesta, se pasa un tiempo aprendiendo su instrumento en verano con un profesor de la Staatskapelle de Berl¨ªn, luego ensayando conmigo en Sevilla, gracias a lo que nos ha apoyado la Junta de Andaluc¨ªa desde 2002. Ahora van a tener la oportunidad de hacerlo todo el a?o en Berl¨ªn.
Perfil
(Buenos Aires, 1942), hijo de pianistas, debut¨® a los siete a?os con tal ¨¦xito que fue invitado al Mozarteum de Salzburgo. Pianista y director de orquesta, estudi¨® con ?gor Mark¨¦vich en Salzburgo y toc¨®, entre otros, para Wilhelm F¨¹rtwangler. Se cas¨® con la violonchelista Jaqueline Dupr¨¦, que muri¨® en 1987 de esclerosis m¨²ltiple, y despu¨¦s contrajo matrimonio con Elena Bashk¨ªrova. Tiene nacionalidad argentina, espa?ola, israel¨ª y palestina al tiempo. Cre¨® junto a Edward Said el West-Eastern Divan, orquesta de ¨¢rabes, espa?oles, palestinos y jud¨ªos, por la que recibieron ambos el Premio Pr¨ªncipe de Asturias de la Concordia. Hoy es responsable de la Orquesta Staats?kapelle de Berl¨ªn.
Eso en cuanto al aspecto musical y pedag¨®gico. No hay duda de los progresos. Pero en cuesti¨®n pol¨ªtica, ?qu¨¦ han aportado? La situaci¨®n est¨¢ mucho peor que antes, empeora a?o a a?o y eso no facilita nuestra tarea. Sin embargo, pese al conflicto puntual en los territorios o la guerra en Siria, por ejemplo, los m¨²sicos siguen viniendo, y eso me da mucha satisfacci¨®n. Pero est¨¢ todo tan mal.
?No le produce todo eso cansancio moral? No un cansancio, pero s¨ª un dolor moral, un da?o que me impulsa a seguir adelante con m¨¢s raz¨®n. La grandeza de esta idea se basa en que si este conflicto alg¨²n d¨ªa tiene fin, tendremos, en el aspecto musical, mucho trabajo adelantado, y si por el contrario la situaci¨®n empeora, como ocurre todos los a?os, se multiplican los motivos para seguir. No voy a abandonar el Divan por los errores del Gobierno israel¨ª o de los ¨¢rabes. No es un proyecto pol¨ªtico. No buscamos consenso pol¨ªtico, pero s¨ª curiosidad hacia el otro y apertura para entendernos cuando no estamos de acuerdo con el adversario. Eso no existe en la regi¨®n, all¨ª solo impera la terquedad.
?Y una psicosis mutua e insuperable? Si se atemperara el bloqueo mental, ?se producir¨ªan avances? Es correcto, es as¨ª. La raz¨®n por la que este conflicto no se resuelve es no verlo de esa forma por nadie: ni por los israel¨ªes, ni por los palestinos, ni por el resto del mundo. Porque los dem¨¢s tratan el asunto como si fuera uno de tantos entre dos Estados que se pelean por fronteras, agua, petr¨®leo¡ Cuando para empezar no es as¨ª, ya que Palestina no est¨¢ constituida como un Estado. Contamos con dos pueblos absolutamente convencidos de tener derecho a vivir sobre el mismo pedacito de tierra y eso, sin compartirla el otro. ?C¨®mo puede ser as¨ª? Por dicha raz¨®n la palabra psicosis es justa y encaja aqu¨ª a la perfecci¨®n.
Es una psicosis constantemente alentada por sus respectivas autoridades. La psicosis del miedo al otro. Su intenci¨®n primera al llamar a su orquesta Divan, la que tuvieron usted y el pensador palestino Edward Said, ?viene de ah¨ª? Bueno, quer¨ªamos demostrar que si un israel¨ª y un palestino, sentados frente a un atril, son capaces de tocar una sinfon¨ªa de Mahler, que luego vengan las autoridades y se atrevan a decirnos que no pueden vivir juntos. Ahora hay m¨²sicos que siguen en el Divan pese a haber pasado a grandes orquestas. Contin¨²an viniendo al Divan, han superado esa psicosis, para ellos la convivencia es normal y pasan el tiempo hablando de otras cosas: de relaciones humanas. De amor¡ Debe ser extraordinario vivir una historia de amor con el enemigo.
?Misi¨®n cumplida, al menos en ese entorno? Han pasado al menos 400 chicos por la experiencia estos a?os. Y cada verano se incorporan al menos 30 m¨²sicos nuevos.
La nostalgia es parte de la vida. El pasado nos planta en el presente¡±
Afronta el proyecto con energ¨ªa, entonces. ?Y su propia carrera? A lo mejor tengo hueco para labrarme una en el futuro.
Podr¨ªa ser. Empez¨® usted jovencito en la anterior. Se cuenta una historia sobre Micha Eldman. Toc¨® su primer recital de viol¨ªn a los 5 a?os, as¨ª que cuando cumpli¨® 75 ya llevaba 70 de carrera. Un periodista le pregunt¨® qu¨¦ hab¨ªa cambiado desde el comienzo y ¨¦l le respondi¨® que nada, que tanto entonces como en aquel momento, la gente le felicitaba porque tocaba muy bien para la edad que ten¨ªa. Pues a m¨ª, me ocurre m¨¢s o menos igual.
Eso es porque desde siempre se ha sentido un poco ni?o. Me siento, soy un ni?o.
La edad, a usted, se la refan?finfla. Ya, pero no quiero seguir tocando el piano cuando no me vea capaz.
?Cree que a usted no se lo va a decir nadie a la cara? Dentro de su entorno, ?no les hacen a los m¨²sicos de su nivel demasiado la pelota? La pelota, una vez vivido un Mundial, es un asunto importante.
Ya, pero yo me refiero a la adulaci¨®n permanente. Quiz¨¢s buenos amigos suyos como Alfonso Aij¨®n, responsable de Iberm¨²sica, s¨ª se atrevan a dec¨ªrselo. Pero otros¡ Estoy seguro de que soy mi cr¨ªtico m¨¢s severo. Lo aprend¨ª de muy ni?o. Yo toqu¨¦ la primera vez en p¨²blico con siete a?os, debut¨¦ en el Col¨®n 10 a?os m¨¢s tarde. Mis padres me mostraron unas cr¨ªticas que dec¨ªan que desde los tiempos de Mozart no se hab¨ªa visto nada igual, mientras que en otra sosten¨ªan que era un crimen ver tocar a un ni?o tan peque?o en p¨²blico, sobre todo cuando ese ni?o no tiene el menor talento para la m¨²sica. Mis padres conservaron esta ¨²ltima cr¨®nica. Para ense?arme a que formara mi propio juicio. Seg¨²n ellos, si dependiera de lo que opinan los dem¨¢s, ya ves que del mismo concierto salen sensaciones diferentes. Me dio mucha fuerza.
?Conserva la misma distancia sobre lo que opinan de usted? ?Una frialdad o una serenidad? Una visi¨®n propia. Me molesta una muy buena cr¨ªtica cuando pienso que he tocado mal y al contrario. Ambas, a menudo, no se hacen por razones musicales: unas vienen por adularme, por ser quien soy, y otras por atacarme y no creer, por ejemplo, que si d¨ªas antes he dirigido a la Filarm¨®nica de Viena, pongamos por caso, la siguiente no puede salir tan bien.
Entre otras cosas, tambi¨¦n y pese a coleccionar nacionalidades, usted se siente tremenda y profundamente argentino. El Divan, entre otras cosas, no hubiera sido posible si yo no proviniera de la Argentina. Es un pa¨ªs construido por emigrantes. Se dice que es el ¨²nico pa¨ªs de Italia donde no se habla el idioma, tambi¨¦n recalaron all¨¢ espa?oles, jud¨ªos, polacos, ¨¢rabes¡ De ni?o viv¨ª esa tolerancia. El hecho ahora de aglutinar procedencias m¨²ltiples me ense?¨® grandes cosas. Uno de los honores con el que me he sentido m¨¢s orgulloso es con el reconocimiento del Centro Isl¨¢mico de Buenos Aires. Para alguien que es tambi¨¦n israel¨ª, representa mucho. Para d¨¢rmelo invitaron a 600 ni?os: 200 de la escuela cristiana y otros tantos de la jud¨ªa y la musulmana. Vinieron el cardenal de la ciudad, el gran rabino y el im¨¢n. Eso para m¨ª es la Argentina. De ni?o, acud¨ªa a la sinagoga y manten¨ªamos contacto con chavales de otras identidades. De aquel crecimiento viene el Divan, es parte org¨¢nica de todo eso.
?C¨®mo se vive ser el jud¨ªo al que tanta gente repudia en Israel? Gran parte de los israel¨ªes a ra¨ªz del Divan nos admiran y nos odian. Ocurre lo mismo al otro lado, as¨ª que lo que hacemos parece justo y equilibrado.
Si reflexionamos sobre el liderazgo, un director de orquesta ?qu¨¦ nos puede ense?ar? Se habla mucho del poder de un director de orquesta: es el que sale solo, el que da la orden de empezar y parar, pero si lo miramos con profundidad, te das cuenta de que no tiene tanto porque es el ¨²nico miembro de la orquesta que no goza de contacto f¨ªsico con el sonido. Aunque tenga ideas geniales siempre va a depender del primer oboe para que sea capaz de dar la nota correcta.
?As¨ª que lo suyo es solo una ilusi¨®n de poder? M¨¢s o menos, pero sirve para establecer un paralelismo con los dirigentes y cancilleres de los pa¨ªses en la actualidad.
?En qu¨¦ sentido? ?Qui¨¦n toca los instrumentos de la pol¨ªtica global hoy en d¨ªa? La falta de liderazgo se debe a que ellos tambi¨¦n viven una ilusi¨®n de poder, pero realmente no mandan tanto como parece porque las cosas se deciden en otros ¨¢mbitos. El verdadero poder, de todas formas, no est¨¢ en mandar hacer las cosas como uno las concibe, sino en tratar de convencer a quienes colaboran contigo e incitar a pensar a quienes trabajan a tu lado. El verdadero liderazgo empieza y termina con la capacidad de transmitir un pensamiento. Adem¨¢s de poseer la fuerza de car¨¢cter y convicci¨®n sobre d¨®nde se debe imponer una decisi¨®n. Tambi¨¦n la inteligencia de no entrar en situaciones donde te encuentras incapaz de llevar tus ideas a buen fin. El tema del liderazgo es un asunto muy importante. En el libro que estoy escribiendo con Felipe Gonz¨¢lez sobre ello lo analizamos a fondo.
Dos solistas absolutos. Tratamos justo ese tema. ?l finge no saber de m¨²sica y probablemente en los aspectos t¨¦cnicos sea verdad, pero en lo que es la m¨²sica para otros ¨¢mbitos, entiende mucho. Viene a menudo a los ensayos nuestros y se entera perfectamente del significado de las obras.
En lo que se refiere a los puros habanos ambos tendr¨¢n consenso. No tanto. ?l los fuma m¨¢s largos y m¨¢s finos que yo.
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