??frica libre de transg¨¦nicos?
La industria del agronegocio est¨¢ clavando sus pupilas en el continente para implementar la tecnolog¨ªa transg¨¦nica con la excusa de querer acabar con el hambre
La conciencia mundial acerca de los cultivos transg¨¦nicos est¨¢ cambiando r¨¢pidamente en la sociedad civil y en la respuesta de los propios gobiernos. El ¨²ltimo movimiento tect¨®nico ha tenido lugar este agosto en China, cuando el Comit¨¦ de Bioseguridad del Ministerio de Agricultura no renov¨® los permisos que el a?o 2009 otorg¨® para cultivos de arroz y ma¨ªz y evidencian, una vez m¨¢s, el fracaso de esta estrategia de las grandes multinacionales de la biotecnolog¨ªa.
As¨ª que las grandes multinacionales de la biotecnolog¨ªa cada d¨ªa tienen que esforzarse m¨¢s para sacar la cabeza y seguir expandiendo sus cultivos. En Europa, por ejemplo, ya hace a?os que los transg¨¦nicos tienen la batalla perdida, a excepci¨®n del Estado espa?ol, que se ha quedado pr¨¢cticamente solo con su pol¨ªtica a favor de los mismos, desoyendo a pa¨ªses del entorno como Francia, donde el propio ministerio competente afirm¨® que ¡°el cultivo de semillas de ma¨ªz MON 810 presenta graves riesgos para el medio ambiente, as¨ª como peligro de propagaci¨®n de organismos da?inos convertidos en resistentes¡±.
A la conquista de ?frica
Actualmente la producci¨®n se concentra en Estados Unidos (40%), Brasil (23%) y Argentina (14%), pero no es suficiente. Las grandes multinacionales de los transg¨¦nicos necesitan nuevo campo donde seguir expandi¨¦ndose y han clavado sus pupilas en el continente africano para su conquista de nuevos mercados.
Actualmente, en ?frica solo se cultivan transg¨¦nicos en Sud¨¢frica, Burkina Faso y Sud¨¢n, despu¨¦s de la prohibici¨®n reciente de Kenia, que ha supuesto un enorme rev¨¦s en la estrategia de las multinacionales. Por tanto, a la biotecnolog¨ªa a¨²n le quedan muchos pa¨ªses en los que expandirse en el continente. Y precisamente en ello est¨¢n. Esta vez, la estrategia de penetraci¨®n utilizada es mucho m¨¢s sofisticada: justifican la expansi¨®n transg¨¦nica como soluci¨®n para acabar con el hambre, y utilizan programas filantr¨®picos de cooperaci¨®n internacional como veh¨ªculos para implantar estos cultivos.
Una de las grandes amenazas que acecha al continente africano es precisamente la expansi¨®n de las semillas privadas, en detrimento de las locales, que son diversas, gratuitas, productivas y en manos de los campesinos y campesinas. Los recursos biol¨®gicos constituyen la base del sustento y de las econom¨ªas locales en todo el mundo, pero en ?frica especialmente. La gran mayor¨ªa de los 700 millones de habitantes dependen directamente de la biodiversidad para la obtenci¨®n de alimentos. Por tanto?¡ªcontrariamente a la hip¨®tesis de la industria¡ª para acabar con el hambre, la introducci¨®n de semillas privadas en los pa¨ªses africanos no har¨¢ m¨¢s que empeorar las situaciones de hambrunas, pues los pueblos se vuelven dependientes bajo la privatizaci¨®n de las semillas. Adem¨¢s, la alteraci¨®n gen¨¦tica producida da?a la biodiversidad y altera los ciclos naturales del campo.
Una de las grandes amenazas que acecha a ?frica es precisamente la expansi¨®n de las semillas privadas
Los defensores de esta nueva revoluci¨®n verde insisten en la necesidad de ir hacia un modelo de agricultura m¨¢s intensificada e industrializada y con m¨¢s utilizaci¨®n de recursos no renovables como fertilizantes y combustibles f¨®siles. Y los transg¨¦nicos como clave de b¨®veda. Esta estrategia se basa en el dogma neoliberal de que el hambre es un problema t¨¦cnico y no pol¨ªtico, contradiciendo a la propia FAO que en varios informes asegura que actualmente se produce en el planeta alimento necesario para satisfacer las necesidades de 12.000 millones de personas. Por su parte, el?Relator especial sobre el Derecho a la Alimentaci¨®n de la ONU, Olivier de Shutter, demostraba en su informe anual de 2011 que la agricultura campesina dobla ¡ªy hasta triplica¡ª el rendimiento de las t¨¦cnicas industriales, zanjando por tanto el debate t¨¦cnico.
De hecho, las cifras hablan por s¨ª solas. Teniendo en cuenta que el 15% de la poblaci¨®n mundial sigue sin tener el derecho a la alimentaci¨®n garantizado, realmente estamos hablando de un problema esencialmente pol¨ªtico, que hunde sus ra¨ªces en las pol¨ªticas neoliberales aplicadas desde el FMI, el Banco Mundial y la Organizaci¨®n Mundial del Comercio, y que han arruinado las propias agriculturas campesinas y la soberan¨ªa alimentaria de muchos pueblos.
Los tent¨¢culos transg¨¦nicos del poder
En estos a?os la gran industria del agronegocio es consciente de que se juega el enorme pastel de la agricultura africana y por ello est¨¢ invirtiendo ingentes cantidades de dinero con el objetivo de financiar estudios, universidades, ONG y programas que hagan proselitismo de la tecnolog¨ªa transg¨¦nica como es el caso de sobra conocido de la Fundaci¨®n Bill y Belinda Gates que, junto con la Fundaci¨®n Rockefeller, fundaron la Alianza para la Revoluci¨®n Verde en ?frica (AGRA).
Una alianza cuyo objetivo expresado es el de ¡°ayudar a millones de campesinos africanos y sus familias a escapar de la pobreza y del hambre, implementando soluciones pr¨¢cticas para mejorar su productividad¡±. En efecto, seg¨²n el AGRA, mejorar la situaci¨®n del campesinado africano consiste en distribuir semillas transg¨¦nicas, fertilizantes y pesticidas. Nada m¨¢s alejado de la realidad.
Desde sus inicios, AGRA ha generado un amplio movimiento de denuncia y oposici¨®n por parte de las propias organizaciones campesinas africanas y de la sociedad civil, m¨¢s cuando la organizaci¨®n Community Alliance for Global Justice revel¨® que la Fundaci¨®n Bill and Belinda Gates es ya propietaria de 500.000 acciones de la principal multinacional de semillas transg¨¦nicas, la tristemente c¨¦lebre Monsanto.
Pero debido a la enorme presi¨®n internacional y rechazo de la sociedad civil estas industrias han ido m¨¢s all¨¢, y para ello necesitan la ayuda de los gobiernos, como es el caso de los Estados Unidos y Reino Unido. As¨ª es como, de la mano de 48 empresas transnacionales (tales como Mosanto, Cargill, Sygenta) nace, en el a?o 2012, la Nueva Alianza para la Seguridad Alimentaria y Nutrici¨®n. La alianza tiene como objetivo movilizar capital privado dirigido a la inversi¨®n en la agricultura africana y para ello en el momento hist¨®rico donde menos recursos existen para la cooperaci¨®n internacional, ha recibido compromisos de inversionistas privados por un total de m¨¢s de 10.000 millones de d¨®lares, seg¨²n anunciaron funcionarios estadounidenses y africanos en la Cumbre de L¨ªderes de EE UU este pasado mes de agosto. La alianza ofrece financiaci¨®n para la inversi¨®n en agricultura, pero no a cualquier precio. Para poder firmar un acuerdo de este tipo, el gobierno del pa¨ªs africano ha de comprometerse a realizar enormes cambios, por ejemplo, en sus pol¨ªticas de tierras, semillas y en su modelo de agricultura, para, seg¨²n palabras de los promotores de la alianza, ¡°adecuarse¡± al desarrollo de las inversiones. Estas transformaciones ya son conocidas como las leyes Monsanto¡
Parece que una vez m¨¢s en el continente africano los lobos llevan piel de cordero. Se trata, sin m¨¢s, de nueva forma de colonizaci¨®n y expolio de los recursos del continente africano. Se trata, al fin, de la destrucci¨®n de su soberan¨ªa alimentaria. Estas multinacionales saben perfectamente que quien gane la batalla del control de las semillas controlar¨¢ la alimentaci¨®n a nivel global. Ahora es necesario que a nosotros no se nos olvide.
Javier Guzm¨¢n es director de VSF Justicia Alimentaria Global.
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