M¨¢s de medio siglo de amistad
Jean Daniel viv¨ªa el drama de una contradicci¨®n: la de ser un ¡®pied-noir¡¯
Conoc¨ª a Jean Daniel en 1959 cuando era redactor jefe del entonces izquierdista semanario L¡¯Express en sus oficinas de los Campos El¨ªseos. Ten¨ªamos muchos amigos comunes y simpatiz¨® generosamente conmigo. Yo escrib¨ªa por aquellas fechas con seud¨®nimo en France Observateur gracias a los buenos oficios de Elena de la Souch¨¨re, y la cr¨®nica que publiqu¨¦ sobre la huelga nacional pac¨ªfica coordinada en Espa?a por el PCE le hab¨ªa interesado y me propuso que en el futuro colaborar¨¢ con ¨¦l.
Est¨¢bamos en plena guerra de Argelia y la posici¨®n militante del semanario contra la represi¨®n brutal del movimiento independentista era objeto frecuente de la censura oficial: las p¨¢ginas o p¨¢rrafos vetados por esta aparec¨ªan en blanco para marcar bien su huella. Jean Daniel viv¨ªa ya entonces el drama de una contradicci¨®n ¨ªntima que afectaba igualmente a Camus: su condici¨®n de pied-noir,obligado a escoger entre la justicia y la comunidad nativa, se convertir¨ªa luego en uno de los ejes fundamentales de su vida. En la c¨¦lebre ruptura entre Sartre y el autor de La peste, hab¨ªa tomado con gran esfuerzo y amargura posici¨®n por el primero no obstante sus simpat¨ªas y vieja amistad con Camus que hab¨ªa guiado sus primeros pasos de periodista en las p¨¢ginas del diario Combat. Jean Daniel asum¨ªa dicha contradicci¨®n entre t¨¦rminos y valores opuestos, y extra¨ªa a partir de ella el impulso necesario a la busca de una siempre aleatoria y dif¨ªcil verdad, como escribi¨® en un texto que tengo a mano: ¡°A pesar de mi ruptura con Camus en la guerra de Argelia, siempre he seguido siendo camusiano y nunca habr¨ªa pedido la colaboraci¨®n de Sartre en Le Nouvel Observateur si a la muerte de Camus en 1960 no hubiera escrito un art¨ªculo que me conmovi¨®¡±.
Es necesario acudir a la fuerza de la raz¨®n frente a la raz¨®n de la fuerza
En octubre de 1962, durante la llamada crisis de los cohetes instalados en Cuba por un descabellado error estrat¨¦gico de Jruschov, ped¨ª a un colaborador de Jean Daniel que me enviaran a la isla a cubrir los acontecimientos. Mi idea era entrevistar a Fidel Castro, pero despu¨¦s de un viaje de Par¨ªs a Praga, de Praga a Islandia, y, luego de una larga espera en esta aguardando la autorizaci¨®n estadounidense de romper el bloqueo a¨¦reo, a La Habana, mi objetivo no pudo llevarse a cabo por razones que no vienen al caso. Sin necesidad de mi modesta iniciativa, Jean Daniel se entrevistar¨ªa con el L¨ªder M¨¢ximo unas semanas despu¨¦s, el d¨ªa del asesinato de Kennedy en Dallas, y la transcripci¨®n de su conversaci¨®n dio la vuelta al mundo. Mi malogro me dej¨® no obstante un resquemor de amor propio herido del que me cur¨¦ meses m¨¢s tarde al conseguirle un encuentro con Che Guevara en la Embajada cubana en Argel, en donde nos hall¨¢bamos los dos, invitados por el Gobierno de Ben Bella a la celebraci¨®n del primer aniversario de la independencia de su pa¨ªs. La entrevista, en la que actu¨¦ de trujam¨¢n, fue apasionante en la medida en que expon¨ªa las reservas del Che al modelo socialista sovi¨¦tico y su perspectiva mucho m¨¢s amplia de una lucha antiimperialista de la que la Revoluci¨®n cubana era una simple etapa en el marco de la liberaci¨®n de los pueblos colonizados. Creo que la conversaci¨®n expresaba bien su evoluci¨®n desde la altura del poder castrista a una nueva inserci¨®n en la guerrilla que le convertir¨ªa en el icono que sigue siendo despu¨¦s de su martirio en Bolivia.
Periodista, escritor, cronista, autor de obras cuya enumeraci¨®n ser¨ªa larga, la presencia de Jean Daniel en la p¨¢gina editorial de Le Nouvel Observateur abarca sesenta a?os de la historia pol¨ªtica e intelectual de Francia. Resumirla en unas l¨ªneas es tarea tan imposible como querer atrapar con redes el agua del mar. Su retrato de figuras como De Gaulle, Mend¨¨s-France, Gide, Malraux, Mitterrand, Simone Weil, Jacques Berque o Raymond Aron componen una preciosa galer¨ªa que resume las vicisitudes del mundo convulso en el que nos ha tocado vivir. Su condici¨®n de ¡°jud¨ªo exterior a su comunidad¡±, como se defin¨ªa a s¨ª mismo en las p¨¢ginas de su memorable La Prison juive, le enfrentaba una y otra vez a la pregunta: ?est¨¢n destinados palestinos e israel¨ªes a destruirse f¨ªsica y moralmente durante a?os y decenios? La obstinaci¨®n de los segundos en cumplir su sue?o a costa de la pesadilla de los palestinos le parec¨ªa no solo inicua sino irrealizable. La maldici¨®n de un pueblo condenado a ocupar otro pueblo le atrapaba, dec¨ªa, en un callej¨®n sin salida: ?c¨®mo preservar la democracia en el marco del apartheid? La pol¨ªtica de la derecha nacional-religiosa israel¨ª resultaba a la larga suicida: el tiempo y la demograf¨ªa jugaban contra ella. En vez de tender la mano al adversario, reconociendo el derecho de los palestinos a un Estado propio y a unas condiciones de vida decentes, los halcones de Tel Aviv se atrincheraban en su encierro, prosegu¨ªan su huida adelante. El anhelo de Ben Gurion y de los padres fundadores de la naci¨®n de crear un Estado como los dem¨¢s hab¨ªa desembocado a la postre en un Estado diferente de los dem¨¢s que se situaba al margen de la legalidad internacional al rechazar una y otra vez las resoluciones de Naciones Unidas sobre el retorno a las fronteras de 1967.
Como advert¨ªa Jean Daniel en Dieu est-il fanatique?, la radicalizaci¨®n de los militantes del Ham¨¢s y de la Yihad Isl¨¢mica, y su disposici¨®n a cometer atentados suicidas contra los civiles israel¨ªes no pod¨ªa ser combatida s¨®lo con verjas electrificadas y muros de cemento ni con una separaci¨®n imposible, dada la capilaridad e imbricaci¨®n creada por la creciente colonizaci¨®n de Cisjordania. ?nicamente un acuerdo sellado por ambas partes pod¨ªa poner punto final a la espiral de violencia cuyas consecuencias se extienden a todo Oriente Pr¨®ximo. En mis recientes encuentros con ¨¦l, el tema sale a relucir a cada paso. Su enfoque del mismo es muy similar, me dec¨ªa, al que hab¨ªa sostenido con valent¨ªa su admirado Mend¨¨s-France.
El martilleo inhumano de la poblaci¨®n civil de una Gaza asediada por tierra, mar y aire subraya una vez m¨¢s el fracaso de las pol¨ªticas extremistas de Netanyahu y confiere al pensamiento y palabra de Jean Daniel una acuciante y trist¨ªsima actualidad. Acudir a la fuerza de la raz¨®n frente a la raz¨®n de la fuerza es m¨¢s necesario que nunca. A falta de eso, el odio y af¨¢n de venganza a?adir¨¢n nuevas p¨¢ginas de barbarie a los dos pueblos in¨²tilmente enfrentados.
Juan Goytisolo es escritor.
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