La alcoba es privada
El mandato y la representaci¨®n corresponden al pol¨ªtico elegido, no a su pareja
Desde el asunto de Bill Clinton con la becaria Monica Lewinsky, no son pocos los personajes que llaman la atenci¨®n al conocerse hechos indecorosos de su vida privada. Francia era una excepci¨®n, dada la comprensi¨®n ciudadana hacia el discurso dominante de la separaci¨®n entre asuntos p¨²blicos y privados. Tan solo se supo de la doble vida que llevaba uno de sus presidentes, Fran?ois Mitterrand, al cabo de 13 a?os en el poder y cuando este tuvo inter¨¦s en reconocer a su hija Mazarine, poco antes de su muerte.
Danielle Mitterrand, la?leg¨ªtima, soport¨® la otra vida de su marido sin dar cuartos al pregonero, contribuyendo as¨ª a que no tuviera consecuencias para la imagen p¨²blica del presidente Mitterrand. Pero la sociedad de la transparencia ha cambiado las cosas. Los secretos de alcoba del actual presidente, Fran?ois Hollande, se exponen a bombo y platillo a trav¨¦s del libro de una de sus excompa?eras, Val¨¦rie Trierweiller.
No contiene bombas pol¨ªticas, actos delictivos ni asuntos de gesti¨®n, seg¨²n los que han le¨ªdo completas sus 330 p¨¢ginas. Solo ayuda a destruir la credibilidad de un hombre que se presenta como un pol¨ªtico al que no le gustan los ricos, pero en realidad desprecia a los pobres, a los que llama ¡°los desdentados¡±. Y del que traza el retrato t¨ªpico de un mentiroso, obsesionado por la acci¨®n pol¨ªtica y col¨¦rico por el espejo de los sondeos que reflejan su baja popularidad.
Ni las vidas privadas de los pol¨ªticos deben ser protegidas como secretos de Estado, ni debe aceptarse como verdad indiscutible la versi¨®n de una persona que ejecuta una venganza contra su expareja, seg¨²n muchos, o que pretende el golpe period¨ªstico de su vida (era y es periodista), seg¨²n algunos otros. Menos a¨²n si eso se hace en alianza con una editorial que ha mantenido un secreto absoluto sobre el libro, hasta el punto de imprimirlo en Alemania y con una tirada de 200.000 ejemplares, que anuncian ambiciones muy lucrativas.
El mandato y la representaci¨®n corresponden al electo, no a su compa?ero o compa?era, y este es un aspecto que tambi¨¦n deber¨ªa tenerse en cuenta a la hora de elegir mandatarios.
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