Reformar la Constituci¨®n
Admitir la necesidad de regenerar la democracia exige retirar el veto a tocar la m¨¢xima ley
El Gobierno pretende asociar la idea de regeneraci¨®n de la democracia a una serie de iniciativas que van desde el cambio en el sistema de elecci¨®n de alcaldes al recorte de cargos con derecho a fuero judicial. Esto ¨²ltimo ha tropezado con la objeci¨®n del PP a tocar la Constituci¨®n, expresada por su secretaria general, Mar¨ªa Dolores de Cospedal, lo cual equivale a dejar el fuero de muchos pol¨ªticos como est¨¢. El planteamiento de partida es profundamente err¨®neo, porque no puede haber un verdadero debate de regeneraci¨®n de la democracia desde una postura de resistencia previa a todo cambio constitucional.
Es cierto que no todas las medidas de mejora de la calidad de la democracia exigen tocar la m¨¢xima ley. Es posible implantar controles m¨¢s estrictos del gasto p¨²blico, agilizar los procedimientos judiciales contra la corrupci¨®n o forzar medidas de democracia interna y de control de la financiaci¨®n de los partidos pol¨ªticos en el marco vigente. Por el contrario, otras cuestiones capitales pueden exigir cambios de envergadura en la Constituci¨®n, como la reforma de la ley electoral general. Circunscribirlo a los alcaldes es un modo de orillar problemas de representaci¨®n m¨¢s amplios y justifica la acusaci¨®n de ventajismo que ha recibido el Gobierno. No se deben cambiar las reglas del juego a pocos meses de la convocatoria de los comicios, sino al margen del periodo electoral, como ha sugerido el l¨ªder socialista, Pedro S¨¢nchez.
EL PA?S contribuy¨® a identificar el problema de la ley electoral y otros asuntos capitales cuando public¨® un dec¨¢logo de propuestas en febrero de 2013, que desembocaba en la reforma constitucional. El paso del tiempo no ha hecho sino confirmar que no habr¨¢ soluci¨®n duradera para las cuestiones de Catalu?a y del Pa¨ªs Vasco sin una transformaci¨®n federal del Estado, lo mismo que es necesario encauzar el grado creciente de insatisfacci¨®n provocado por el Estado de las autonom¨ªas y convertir el Senado en una instituci¨®n ¨²til. Y para todo eso se necesita tocar la Constituci¨®n.
Editoriales anteriores
Cualquier voluntad regeneracionista se quedar¨¢ corta, lejos en todo caso de lo que Espa?a precisa, mientras no se aborden las cuestiones clave con voluntad de negociaci¨®n. Tiene raz¨®n la vicepresidenta, Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa, al defender que lo importante es avanzar respecto al fondo de los problemas y solventar despu¨¦s las cuestiones ¡°t¨¦cnicas¡± ¡ªes decir, las leyes que quedan afectadas¡ª, como dijo el viernes respecto del recorte de aforados; el criterio deber¨ªa ser v¨¢lido para otros muchos asuntos. La crisis pol¨ªtica es a¨²n m¨¢s grave y profunda que la econ¨®mica. La desafecci¨®n hacia el sistema institucional ha crecido exponencialmente entre grav¨ªsimas acusaciones de corrupci¨®n, descr¨¦dito de los pol¨ªticos e ineficiencias de los organismos p¨²blicos. Por eso son insuficientes las medidas planteadas por el Gobierno. No solo est¨¢ en entredicho la representaci¨®n pol¨ªtica, sino un entramado institucional anquilosado y clientelar que lleva a los ciudadanos a descalificar a los pol¨ªticos pr¨¢cticamente en bloque.
La Constituci¨®n, gran operaci¨®n hist¨®rica de la Transici¨®n, ha regido eficazmente m¨¢s de tres decenios de la vida p¨²blica espa?ola; ahora hay que situarse en el horizonte de las pr¨®ximas d¨¦cadas y revisar todo lo que se opone al restablecimiento de la confianza de la sociedad en sus instituciones. Admitir la necesidad de la regeneraci¨®n democr¨¢tica implica eliminar los vetos a tocar las leyes que sean precisas, incluida la Constituci¨®n. Nada tiene de malo hacerlo, ni cabe refugiarse en una lev¨ªsima mejor¨ªa de las condiciones de crecimiento econ¨®mico para dar por supuesto que eso resolver¨¢ la crisis pol¨ªtica y la desafecci¨®n hacia las instituciones.
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