Escupideras

Yo ten¨ªa una tienda de paraguas en la que no vend¨ªa paraguas porque me daba miedo quedarme sin ellos. En esto, el Banco Central de Paraguas, a fin de activar el comercio, se ofreci¨® a regalarme cuantos quisiera. Bueno, no me los regalaba pero casi. Me sal¨ªan a cinco c¨¦ntimos la unidad, cuando yo pod¨ªa venderlos sin problemas a diez o quince euros. Acept¨¦ la oferta, claro, y llen¨¦ el almac¨¦n de paraguas a los que daba salida sin cesar, pues adem¨¢s de llover mucho, y habida cuenta de que a m¨ª pr¨¢cticamente me sal¨ªan gratis, prefer¨ª ponerlos muy baratos.

El negocio se anim¨®, de modo que el Banco Central no cesaba de fabricarlos para atender la demanda. Entonces, de un d¨ªa para otro, los paraguas se devaluaron. Como eran tan f¨¢ciles de conseguir, la gente los usaba una vez y los abandonaba de cualquier manera en los contenedores de las basuras, donde aparec¨ªan a cientos. Parec¨ªan murci¨¦lagos descoyuntados. Tuvimos que empezar a dar dinero a quien se los llevar¨¢ de la tienda, como cuando te prestan el dinero a inter¨¦s negativo. El ciclo econ¨®mico de prosperidad dur¨® unos meses durante los que el Banco Central de Paraguas produjo graves quebrantos econ¨®micos entre sus accionistas. Sobra decir que con los cinco c¨¦ntimos que los comerciantes les pag¨¢bamos por unidad no cubr¨ªan costes ni de lejos.

Yo tuve que cerrar la tienda, claro, y ahora estoy intentando desprenderme del stock a fin de traspasarla. Mi mujer dice que no me preocupe, que si supimos apuntarnos a la burbuja de los paraguas, tampoco nos fallar¨¢ el olfato para detectar la siguiente. Y ah¨ª estamos los dos, adivinando por d¨®nde vendr¨¢ el dinero la pr¨®xima vez. Dice mi cu?ado que nos apuntemos a las escupideras virtuales, que es un sector en alza.