Agbogbloshie: ideas entre t¨®xicos
Uno de los vertederos de basura electr¨®nica m¨¢s grandes del planeta se encuentra en Accra, la capital de Ghana, y alberga proyectos como el AMP que vincula el reciclaje con la innovaci¨®n tecnol¨®gica.
Agbogbloshie es el lugar m¨¢s contaminado del mundo, por encima de nombres tan escalofriantes como Chernobil, seg¨²n un informe de las organizaciones Green Cross Switzerland y Blacksmith Institute, titulado El peor de los mundos 2013: Las diez mayores amenazas t¨®xicas. Es un vertedero de basura electr¨®nica, situado a las afueras de Accra, la capital de Ghana. Algunas informaciones lo consideran el basurero de residuos tecnol¨®gicos m¨¢s grande del mundo; el mencionado informe dice que es el segundo de ?frica Occidental. Agbogbloshie es el cementerio en el que descansan los cad¨¢veres del consumismo tecnol¨®gico del Norte y, al mismo tiempo, es la v¨ªctima de la fiebre por tener el ¨²ltimo modelo del artilugio de moda. Una fiebre curiosa que afecta especialmente a las sociedades del mundo, llamado, desarrollado, pero contamina a los habitantes de los pa¨ªses del Sur.
La tecnolog¨ªa avanza a un ritmo desenfrenado y las novedades empujan a comprar el siguiente modelo, de ordenador, de televisi¨®n, de frigor¨ªfico, de lavadora o de tel¨¦fono m¨®vil. Pero, ?y qu¨¦ pasa con el viejo aparato? Deshacerse de ¨¦l es complicado y, sobre todo, caro. Pero siempre hay una soluci¨®n m¨¢s sencilla. Basta con encerrarlo en un contenedor etiquetado como material de segunda mano (incluso si es imposible volver a encenderlo) o como donaci¨®n para los pa¨ªses empobrecidos (aunque sean aparatos completamente irreparables). Esos son los contenedores que llegan hasta el puerto de Tema, el principal de Ghana. Una vez abiertos, se descubre que su contenido es absolutamente inservible, pero ya est¨¢n lo suficientemente lejos del norte desarrollado. As¨ª es como, b¨¢sicamente, las donaciones al sur se convierten en plomo, mercurio, cadmio y metales pesados diversos, pl¨¢sticos u otros materiales dif¨ªcilmente recuperables, muy contaminantes y altamente t¨®xicos. O, por decirlo de otra manera, tierras enfermas, aguas envenenadas, un aire da?ino y unas vidas condenadas.
Y a pesar de este panorama, aparentemente imposible de pintar con simpat¨ªa, Agbogbloshie es un lugar lleno de esperanza. Parece un desierto en medio del que, de pronto, nace la vida. En algunos intentos, esa vida languidece, la poluci¨®n se impone, pero en otros casos, esos ejemplos de vida parecen ser capaces de extenderse, de reproducirse, de purificar. Uno de esos casos de vida palpitante y poderosa es el AMP (Agbogbloshie Makerspace Platform). Se trata de un proyecto tan complejo como ambicioso, que de alguna manera se enmarca en la corriente de creaci¨®n de tech hubs en ?frica, pero teniendo en cuenta el entorno, AMP se centra en la posibilidad de dar nueva vida a la basura, de crear a partir de los desechos, de hacer que los productos venenosos vuelvan a ser una fuente de desarrollo. Para ello, su principal arma es el ingenio y la creatividad. DK Osseo-Asare, uno de los fundadores de este proyecto, se?ala que AMP trata de conecta el espacio de "innovaci¨®n" africano, con una dimensi¨®n "m¨¢s sucia, m¨¢s f¨ªsica, m¨¢s manual, en oposici¨®n al mundo limpio, c¨®modo y virtual de las aplicaciones y el software digita". "Nuestro potencial de transformaci¨®n est¨¢ en la capacidad de construir [literalmente] ?frica a trav¨¦s de micro factor¨ªas y espacios de elaboraci¨®n, manufactura y distribuci¨®n", se?ala Osseo-Asare.
El proyecto es relativamente joven, pero ha ido construy¨¦ndose poco a poco y concienzudamente. Hace dos a?os, DK Osseo-Asare y Yasmine Abbas comenzaron una investigaci¨®n llamada "innovaci¨®n estrellada" (por la forma del proceso de transmisi¨®n) y en diciembre de 2012 participaron en el Barcamp Accra (un encuentro de personas interesadas por la tecnolog¨ªa) con un taller sobre el "movimiento maker" que dio lugar a un grupo Ghana Makers. AMP naci¨® formalmente en enero de 2014 aunque se podr¨ªa decir que est¨¢n en plena expansi¨®n. Crecidos en el ambiente del software libre, del c¨®digo libre, del intercambio de informaci¨®n y del trabajo colaborativo, DK y sus compa?eros ambicionan construir un espacio f¨ªsico de manufactura, un makerspace, algo as¨ª como una peque?a f¨¢brica, acompa?ada de una plataforma digital para el intercambio de informaci¨®n sobre los aparatos el¨¦ctricos y electr¨®nicos. Y cada vez est¨¢n m¨¢s cerca de ese objetivo.
Hace a?os que miles de personas se dedican al reciclaje dentro del vertedero de Agbogbloshie y hace alg¨²n tiempo, tambi¨¦n, que diversas organizaciones tratan de mejorar sus condiciones de trabajo y de vida. Estos recicladores desmontan equipos, extraen componentes y buscan materiales que puedan vender, pero habitualmente lo hacen sin los instrumentos ni los conocimientos adecuados lo que les expone a los productos t¨®xicos y, en ocasiones, letales. "Nuestra actividad da a los trabajadores del sector informal de desechos electr¨®nicos la informaci¨®n necesaria sobre los riesgos para la salud y ambientales del reciclaje inadecuado. Pero a la vez impulsamos una innovaci¨®n interclasista: los j¨®venes creadores del reciclaje informal se relacionan con los estudiantes, reci¨¦n graduados y j¨®venes profesionales del ¨¢mbito de la Ciencia, la Tecnolog¨ªa, la Ingenier¨ªa o las Matem¨¢ticas para construir un ecosistema emprendedor de basura electr¨®nica supra-reciclada", explica DK.
DK utiliza el concepto ecosistema, una idea que se repite en el ¨¢mbito de la innovaci¨®n tecnol¨®gica transformadora. Y si se mira detenidamente Agbogbloshie, se descubre precisamente eso, un complejo sistema en el que diferentes actores se relacionan entre s¨ª de distintas maneras, sus vidas se vinculan irremisiblemente con lazos que, en ocasiones, resultan da?inos y, otras, satisfactorios para todas las partes. Es evidente que esos recicladores informales van a seguir busc¨¢ndose la vida entre la basura electr¨®nica, que constituye su ¨²nica forma de ingresos. Es igualmente previsible que los contenedores llenos de los desperdicios del desarrollo tecnol¨®gico sigan esparci¨¦ndose por Agbogbloshie. El informe de Green Cross y Blacksmith Institute se?ala que Ghana importa al a?o 215.000 toneladas de material electr¨®nico de segunda mano y que s¨®lo la mitad de ese material es utilizable inmediatamente. La previsi¨®n es que en 2020, estas importaciones de desechos electr¨®nicos se hayan duplicado.
Y, por lo tanto, parece que esos escarbadores de las migajas del desarrollo cumplen una funci¨®n casi biol¨®gica, siempre a costa de su salud. Una pr¨¢ctica habitual es la quema masiva de los cables para extraer el cobre, lo que libera gran cantidad de part¨ªculas de metales pesados en el aire. Diversos estudios han mostrado el efecto directo de la contaminaci¨®n de Agbogbloshie en las personas. En los suelos pr¨®ximos al vertedero se ha encontrado una concentraci¨®n de plomo casi 50 veces mayor del m¨¢ximo recomendado; en los trabajadores del basurero se han hallado concentraciones de aluminio, cobre, hierro y plomo que superan los valores l¨ªmite establecidos por organizaciones internacionales como la ACGIH. AMP puede hacer que sus condiciones de trabajo y, por tanto, de vida sean un poco menos duras y, quiz¨¢, permitir que entre ellos afloren los genios cotidianos capaces de volver a dar vida a lo que estaba muerto.
"Hay dos diferencias principales", explica el impulsor del proyecto, "entre c¨®mo se recicla la basura electr¨®nica actualmente en Agbogbloshie y los objetivos del proyecto AMP. En primer lugar, algunas de las pr¨¢cticas actuales generan altos niveles de contaminaci¨®n ambiental como subproducto del proceso de desmantelamiento y reciclaje, y exponen a los trabajadores del sector informal a cantidades peligrosas de materiales t¨®xicos".
Ghana importa al a?o 215.000 toneladas de material electr¨®nico de segunda mano pero solo la mitad es utilizable inmediatamente
La segunda, tiene m¨¢s que ver con la eficiencia. "La mayor parte del desmantelamiento y desmontaje de los desechos electr¨®nicos implica destrozar componentes para buscar los materiales b¨¢sicos y los elementos de los que est¨¢n compuestos, para revenderlos a la industria formal del reciclaje o convertirlos en materia prima para nuevos procesos de fabricaci¨®n industriales", explica DK. Sin embargo, su propuesta implica que "una parte de los componentes pueden mantenerse intactos para reincorporarlos a los dispositivos electr¨®nicos, en los procesos de reparaci¨®n, o en la fabricaci¨®n a peque?a escala de los nuevos productos el¨¦ctricos y electr¨®nicos", dice el joven ghan¨¦s. Con ello, la exposici¨®n a productos t¨®xicos es menor, pero hacen falta conocimientos.
"Nuestros esfuerzos se centran en la investigaci¨®n, la demostraci¨®n y divulgaci¨®n de nuevos m¨¦todos de reciclaje que son m¨¢s seguros para las personas y el planeta. Creemos que a medida que estas pr¨¢cticas de reciclaje alternativos ganan terreno en Agbogbloshie ¡ªy siempre que sean baratos, accesibles y sostenibles¡ª estos m¨¦todos pueden acabar sustituyendo a las pr¨¢cticas actuales", dice confiado Osseo-Asare. "Con respecto a la re-s¨ªntesis de los componentes de los desechos electr¨®nicos", contin¨²a apasionado, "estamos trabajando en una variedad de nuevas herramientas y tecnolog¨ªas que pueden facilitar el reciclaje m¨¢s avanzado en Agbogbloshie, as¨ª como una base de conocimientos ampliada dentro de la comunidad local". M¨¢s all¨¢ del reciclador, el impulsor de AMP contempla la aparici¨®n de otra figura, la del fabricante que debe saber "c¨®mo hacer la nueva electr¨®nica, conocer las nuevas herramientas para la fabricaci¨®n digital y pensar los nuevos productos".
En este tiempo el trabajo de AMP con los recicladores ha sido muy estrecho. Durante seis meses, los responsables del proyecto, Osseo-Asare y Abbas, y sus colaboradores han estado realizando un trabajo de campo en el que han estudiado las "tecnolog¨ªas" que utilizan, c¨®mo realizan el trabajo y han llegado a desarrollar un mapa "geoespacial" de la comunidad. "A medida que desarrollamos la tecnolog¨ªa, da lugar a herramientas para el procesamiento de materiales y la fabricaci¨®n digital en el makerspace", se?ala DK. Reconoce, sin embargo, que las acciones de formaci¨®n se intensificar¨¢n cuando tengan disponible el espacio f¨ªsico, "una nave espacial", seg¨²n Abbas, que debe "cambiar el entorno urbano a trav¨¦s de la fabricaci¨®n a peque?a escala".
El inicio de esta construcci¨®n ha sido posible gracias al primer reconocimiento recibido por un AMP embriorario. "El a?o pasado ganamos el premio de la Fundaci¨®n Rockefeller Centennial Innovation Challenge, que nos ha permitido construir el prototipo de la nave y la versi¨®n beta de la plataforma digital", explica DK. M¨¢s all¨¢ de este empuj¨®n, el primer apoyo ha venido de las propias organizaciones de los impulsores, relacionadas con el dise?o y la arquitectura, el estudio LowDo y la consultora PanUrban, y el mantenimiento de los socios de la organizaci¨®n relacionados con el sector ghan¨¦s de la innovaci¨®n tecnol¨®gica, sobre todo, pero tambi¨¦n en Europa, como la brit¨¢nica Recyhub, y en otros pa¨ªses africanos.
Con esta experiencia y este conocimiento, el optimismo de DK y su equipo tiene todav¨ªa m¨¢s valor. Reconoce lo complicado de la misi¨®n que se han propuesto, pero repite una y otra vez la idea del potencial que recoge un lugar como Agbogbloshie, que habitualmente aparece vinculado a situaciones como el trabajo infantil, evidentemente, la contaminaci¨®n, o los problemas de seguridad que le han llevado a recibir el sobrenombre de Sodoma y Gomorra. Desde el mismo centro de ese supuesto desastre, DK defiende las capacidades del lugar con u?as y dientes: "No todo es malo. Hay una energ¨ªa tremenda en Agbogbloshie. Es un centro din¨¢mico de j¨®venes emprendedores que, con los catalizadores adecuados, puede provocar una reacci¨®n en cadena de innovaci¨®n liderada por los j¨®venes que se dedican al reciclaje, al procesamiento de materiales y a la fabricaci¨®n digital".
Y las esperanzas de este joven ghan¨¦s se disparan al dibujar mentalmente el efecto de ese proceso de innovaci¨®n en forma de estrella que ha estudiado junto a Yasmine Abbas. "Hay una gran variedad de productos que nosotros llamamos made in Agbogbloshie, desde ollas y sartenes, hasta receptores de sat¨¦lite, o el reciclado de pl¨¢sticos (con un sistema revolucionario, por cierto)", se?ala DK. Y ese optimismo que es uno de los motores de AMP, junto a la creatividad, se convierte en un ejercicio de realismo, de adaptaci¨®n a la situaci¨®n: "El desastre ambiental ya lo tenemos aqu¨ª. Nosotros preferimos ver el poder de lo que puede suceder si estas industrias de caba?a se alimentan entre s¨ª, en red, y est¨¢n equipadas con la tecnolog¨ªa m¨¢s avanzada". El impulsor del proyecto advierte que ya hay actores internacionales llegados de China, India o Suiza, que est¨¢n sacando partido de la "miner¨ªa urbana" que recupera los metales preciosos que hay en los componentes que se reciclan en Agbogbloshie.
Para DK Osseo-Asare este optimismo es casi un m¨¦todo terap¨¦utico. "Cuando un paciente llega a la sala de urgencias el personal m¨¦dico no perder¨¢ el tiempo haci¨¦ndole reproches. No le dir¨¢n ¡®?Por qu¨¦ te has dejado atropellar por un coche? ?Tienes que mirar a ambos lados antes de cruzar la calle!¡¯; o ¡®?En qu¨¦ estabas pensando para tener un ataque al coraz¨®n? ?Tendr¨ªas que haber cuidado mejor de ti mismo!¡¯", explica. DK acaba confesando m¨¢s sus anhelos que sus temores: "Agbogbloshie necesita atenci¨®n urgente y nosotros intentamos ¡®detener la hemorragia¡¯ y ¡®estabilizar al paciente¡¯. Cuando lo consigamos, podemos empezar a buscar opciones para la rehabilitaci¨®n. Nos centramos en las herramientas y tecnolog¨ªas que pueden conducir a los cambios positivos, para construir un futuro para Ghana en el que tendremos la capacidad democr¨¢tica para hacer las cosas nosotros mismos?manu-digital, con nuestras propias manos y las herramientas digitales".
M¨¢s informaci¨®n sobre ideas, talleres y proyectos: QAMP
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