El embrollo territorial de China
El sue?o evocado por Xi Jinping es el de la unidad y la reunificaci¨®n total
Las recientes tensiones en torno a la reforma electoral en Hong Kong han puesto nuevamente sobre la mesa lo intrincado de la agenda territorial china. El sue?o chino evocado por el presidente Xi Jinping es tambi¨¦n el de la unidad y la reunificaci¨®n total de la naci¨®n china e incluso el de la recuperaci¨®n del control sobre los territorios en disputa con terceros pa¨ªses. Ello confiere a la dimensi¨®n territorial una trascendencia pol¨ªtica de primer orden en un contexto marcado por la activaci¨®n del fen¨®meno terrorista (en Xinjiang), el incierto futuro de las autonom¨ªas existentes, una posible alternancia en Taiw¨¢n y las implicaciones territoriales de la hipot¨¦tica democratizaci¨®n del partido y el Estado as¨ª como la evoluci¨®n de su diplomacia de vecindad.
China es un Estado-continente, el tercero m¨¢s vasto del mundo, con una estructura pol¨ªtico-territorial marcada doctrinalmente por la centralizaci¨®n del poder desde largo tiempo atr¨¢s. Este axioma, no obstante, presenta muchos matices en virtud de la pol¨ªtica aplicada en las ¨²ltimas d¨¦cadas, mao¨ªsmo incluido, y tambi¨¦n de resultas de la necesidad de dar respuestas a nuevas problem¨¢ticas.
Hasta cuatro situaciones peculiares podr¨ªamos destacar. En primer lugar, el orden de las provincias, incluyendo las cuatro grandes municipalidades subordinadas directamente al centro. Pudiera pensarse que este escal¨®n administrativo est¨¢ fuertemente ligado al Gobierno central, pero la realidad es mucho m¨¢s compleja. De hecho, las autoridades provinciales gozan de gran autonom¨ªa f¨¢ctica aunque el poder central dispone de mecanismos de interferencia importante que puede efectivar cuando lo considera oportuno. Las reformas en curso en el ¨¢mbito econ¨®mico incluyen un reforzamiento de las capacidades y competencias locales. Por el contrario, en lo pol¨ªtico e ideol¨®gico, las campa?as contra la corrupci¨®n o de la ¡°l¨ªnea de masas¡± evidencian un claro af¨¢n de atar en corto el poder territorial.
En segundo lugar, los territorios aut¨®nomos, que incluyen regiones, distritos, etc¨¦tera, concebidos a modo de alternativa a la problem¨¢tica de las nacionalidades minoritarias, asentadas mayormente en la periferia territorial. Pese al reconocimiento formal de la autonom¨ªa, su capacidad de autodecisi¨®n real es inferior en no pocas ocasiones a la ejercida por los Gobiernos provinciales. El hecho de que los secretarios del PCCh ¡ªel aut¨¦ntico poder frente a los ¨®rganos de representaci¨®n popular¡ª sean siempre de nacionalidad han evidencia c¨®mo la desconfianza matiza el ejercicio de la autonom¨ªa. El agravamiento de las tensiones con la minor¨ªa uigur en Xinjiang y la irrupci¨®n al alza del fen¨®meno terrorista alientan un gran debate sobre la pervivencia de este modelo. Mientras para algunos representa otro nefasto ejemplo del legado sovi¨¦tico, otros aconsejan su profundizaci¨®n apostando por la modernizaci¨®n y el cogobierno.
En tercer lugar, las regiones administrativas especiales de Macao y Hong Kong. Tras la devoluci¨®n y retrocesi¨®n, respectivamente, el ejercicio de una amplia autonom¨ªa bajo la f¨®rmula de ¡°un pa¨ªs, dos sistemas¡± ha servido de principio b¨¢sico de su encaje territorial. No obstante, son conocidas las crisis vividas en la excolonia brit¨¢nica, evidenciadas con la dimisi¨®n de Tung Chee-Hwa (1997-2005) y el err¨¢tico desempe?o de Donald Tsang (2005-2012). Pek¨ªn ha respaldado a lo largo de estos a?os la econom¨ªa de Hong Kong, pero se enfrenta al descontento de amplios sectores de la sociedad local, especialmente a una juventud cada vez m¨¢s celosa de una identidad inseparable del ejercicio de ciertas libertades m¨ªnimas. Los llamamientos al patriotismo para ahogar las querencias por la libertad de expresi¨®n no hacen sino alimentar las reservas de los hongkoneses. Las restricciones al ejercicio del sufragio universal adoptadas por Pek¨ªn dejan claro que si tiene que elegir entre seguridad nacional y democracia en Hong Kong, optar¨¢ siempre por lo primero. A partir de ahora se abre un horizonte incierto y a los hongkoneses no les ser¨¢ f¨¢cil elegir entre poco o nada. Una transici¨®n con problemas en Hong Kong, que vive ahora su momento pol¨ªtico m¨¢s importante desde la retrocesi¨®n (1997), no ayuda al empe?o democr¨¢tico en el continente.
Por ¨²ltimo, en Taiw¨¢n, China tiene su mayor escollo. En los ¨²ltimos a?os, tanto en el orden econ¨®mico como pol¨ªtico, las relaciones a trav¨¦s del Estrecho han mejorado de forma notable. Sin embargo, m¨¢s all¨¢ de la capilaridad institucional alentada desde el Kuomintang y el PCCh, el estallido hace unos meses de las protestas estudiantiles del Movimiento Girasol advierten de la resistencia de una sociedad que no acaba de confiar en las presuntas bondades de la pol¨ªtica continental. Aqu¨ª se abre un nuevo horizonte tras el afianzamiento del sentimiento antiacercamiento, aumentando el riesgo de colisi¨®n.
La configuraci¨®n y subsistencia de la arquitectura pol¨ªtico-territorial en China depende en sumo grado del proceso de democratizaci¨®n del PCCh. A fin de cuentas, de poco vale proclamar autonom¨ªas o anunciar descentralizaciones si el centralismo democr¨¢tico de la formaci¨®n que controla todos y cada uno de los resortes del poder condiciona y lamina cualquier desarrollo efectivo.
Por otra parte, el discurso pol¨ªtico imperante a d¨ªa de hoy sugiere que las mallas de la red administrativa-territorial no deben relajarse. Esto es vital para asegurar que no se tambalee la hegemon¨ªa del PCCh, apostando a fin de cuentas por un ensamblaje territorial que refuerce su liderazgo.
Xulio R¨ªos es director del Observatorio de la Pol¨ªtica China.
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