El ardiente mensaje de Robert Burns
El poeta que da voz al independentismo de Escocia invita a ¡°una copa de hermandad¡±
?Para quienes dudan del poder de la literatura para influir dram¨¢ticamente en acontecimientos pol¨ªticos de gran magnitud, basta con invocar hoy la sombra de Robert Burns, el imperecedero poeta escoc¨¦s del siglo XVIII. Se podr¨ªa aventurar que si no fuera por su voz perdurable y sonora y recurrente, el voto por la independencia que sus compatriotas acaban de rechazar por un margen de algo m¨¢s de diez puntos hubiera sido mucho mayor. Incluso es posible que, sin sus poemas, no se hubiese llevado a cabo refer¨¦ndum alguno.
Burns goza de ubicuidad en su tierra nativa, todav¨ªa labrando las modulaciones y sue?os y lengua de cada hombre y mujer de Escocia. Con mi esposa Ang¨¦lica hemos o¨ªdo sus canciones entonadas en tabernas desde Glasgow a Inverness, y sus versos de amor tan profanos cayendo de los labios de amigos en Edimburgo y St. Andrews. Hemos reconocido en los Highlands las rocas y campos, las colinas y los rostros batidos por el viento que inmortaliz¨®. Pero Burns est¨¢ presente sobre todo en las cadencias coloquiales y ritmos del habla misma con que conversan hoy los habitantes de Escocia, viejos y j¨®venes, enamorados de todo tipo, gente de todas las clases sociales.
Al agitar el alma con memorias del heroico Robert the Bruce y las flores amarillas de las monta?as del Norte, al componer odas al haggis, esa comida indigerible para los extranjeros, as¨ª como a un ratoncito a punto de perder su nido y hogar, Burns ayud¨® a cimentar en sus conciudadanos el orgullo forjado por la dura historia que les toc¨® y por la tierra accidentada con que bendijeron cada amanecer, creando el manantial de una identidad nacional y anticipando quiz¨¢s el d¨ªa en que su estirpe iba a decidir si deseaba romper lazos con la gran uni¨®n brit¨¢nica dentro de la cual naci¨® el vate en 1759.
Tal vez, como era rebelde y admirador de la Revoluci¨®n Francesa, este bardo hubiera simpatizado con las aspiraciones nacionalistas que foment¨® un grupo insigne de poetas del siglo XIX, cuyos versos fueron parte esencial de la b¨²squeda de soberan¨ªa en sus respectivos pa¨ªses: Sandor Petofi en Hungr¨ªa, Adam Mickiewicz en Polonia, Jos¨¦ Mart¨ª en Cuba, Bonaventura Carles Aribau en Catalu?a, Nguyen Dinh Chieu en Vietnam. Tal vez, de haber nacido en aquella ¨¦poca turbulenta, tambi¨¦n ¨¦l hubiera llamado en forma mesi¨¢nica y prof¨¦tica a exigir la total independencia.
Nada hab¨ªa de chovinista ni estrecho en su visi¨®n de la humanidad
Lo que podemos afirmar con certeza, sin embargo, es que nada hab¨ªa de chovinista ni estrecho en su visi¨®n de la humanidad. Sus poemas han sido traducidos a innumerables idiomas y venerados por muchos que, como yo, no tienen ni una pizca de sangre escocesa en las venas. Y, naturalmente, Burns amaba las estrofas y los autores y las novelas inglesas, y escrib¨ªa y hablaba esa lengua con la mayor perfecci¨®n y elegancia, siendo todav¨ªa hoy, parad¨®jicamente, parte integral del canon de la literatura brit¨¢nica.
No obstante lo cual, es igualmente cierto que urg¨ªa a sus coterr¨¢neos a que escucharan ¡°los salvajes efluvios del coraz¨®n¡±, the wild effusions of the heart, un consejo que much¨ªsimos de ellos parecen haber seguido con entusiasmo. La mayor¨ªa de los observadores del refer¨¦ndum sugiere que quienes votaron por el s¨ª lo hicieron justamente desde la plenitud del coraz¨®n, el coraz¨®n que anim¨® Robert Burns con sus versos tan poderosos y llenos de amor por el genio po¨¦tico de su patria.
Ahora que se ha acabado esta confrontaci¨®n electoral y est¨¢n por comenzar otras contiendas y negociaciones, ahora que se requiere una mirada racional y calculadora junto a manos que saben sanar, Burns todav¨ªa alberga un ¨²ltimo mensaje para ambos lados de su pa¨ªs amargamente escindido.
Me lo imagino cantando su canci¨®n m¨¢s famosa, Auld lang syne. En castellano la conocemos como ¡°lleg¨® la hora de decir adi¨®s, decir adi¨®s¡±, pero en esa combinaci¨®n de dialecto escoc¨¦s e ingl¨¦s con que ¨¦l la rescat¨® del olvido habla de los viejos tiempos que se han ido, y es probable, si ponemos atenci¨®n, que est¨¦ dici¨¦ndonos, m¨¢s all¨¢ de la muerte, que, en honor a esos tiempos que se fueron y no han de volver, for auld lang syne, ser¨ªa hora de ¡°tomarse una copa de hermandad¡±, amigas y amigos m¨ªos del siglo XXI, drink a cup of kindness now, no se olviden de beberse aquella copa de la hermandad.
Ariel Dorfman es escritor. Su ¨²ltimo libro publicado es Entre sue?os y traidores: un ¡®striptease¡¯ del exilio.
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