Hasta aqu¨ª hemos llegado
Cameron ha ganado al precio de sentar un precedente desestabilizador, Salmond ha dimitido pese a obtener lo que inicialmente quer¨ªa y Mas aspira a llevar el proceso lo m¨¢s lejos posible antes de dejar paso al siguiente
Es posible que los unionistas brit¨¢nicos deban la victoria del no en el refer¨¦ndum del d¨ªa 18 a The Sunday Times: el peri¨®dico que diez d¨ªas antes hab¨ªa publicado un sondeo en el que por primera vez se daba la victoria al s¨ª.Ese mismo d¨ªa se hab¨ªa publicado en EL PA?S una encuesta de Metroscopia seg¨²n la cual el 60% de los catalanes consideraba poco probable que Catalu?a llegase a ser independiente, frente a un 35% que lo ve¨ªa posible en un futuro m¨¢s o menos cercano.
Tal vez tambi¨¦n hab¨ªa muchos escoceses que no acababan de creerse del todo que tras el refer¨¦ndum una gran parte de ellos dejar¨ªan de ser ciudadanos brit¨¢nicos. (Sartre: ¡°Ya s¨¦ que tengo que morirme, pero en el fondo no me lo creo¡±). Un antecedente: en el segundo refer¨¦ndum de Quebec, en 1995, un 25% de los que hab¨ªan votado por la independencia pensaban que el triunfo de esa opci¨®n no implicaba la separaci¨®n de Canad¨¢. En el caso escoc¨¦s, solo tras el sondeo de The Sunday Times una parte de los indecisos se habr¨ªa tomado en serio las advertencias sobre las consecuencias de su voto. Y, en la duda, prefirieron pens¨¢rselo ¡°con cuidado¡±, como les hab¨ªa recomendado la reina Isabel II, y votar por la opci¨®n que no era irreversible.
Es probable que ese deslizamiento hacia el no se viera favorecido a ¨²ltima hora por las ofertas unionistas de m¨¢s autonom¨ªa si la mayor¨ªa votaba por mantener la uni¨®n. Eso es lo que inicialmente hab¨ªa propuesto el l¨ªder nacionalista Alex Salmond, que plante¨® a David Cameron un refer¨¦ndum que incluyera esa tercera posibilidad.
Se ha reprochado al premier brit¨¢nico su negativa a aceptar entonces lo que finalmente ha ofrecido junto a los dem¨¢s partidos unionistas. Sin embargo, el resultado, victoria del no por m¨¢s de 10 puntos, parece darle la raz¨®n. Su apuesta por negarse a entrar en una din¨¢mica de concesiones sucesivas que reforzasen el poder del nacionalismo, con el efecto de crear las condiciones para una independencia a la que no renunciar¨ªan, tiene fundamento a la luz de experiencias como la espa?ola. Esa din¨¢mica es perversa porque incentiva las posiciones extremas: la independencia o la negativa a desarrollos razonables de la autonom¨ªa ante nuevas situaciones.
La firmeza de Cameron fue en general bien vista entre los unionistas espa?oles. Pero tiende a olvidarse que Salmond acab¨® aceptando el ¨®rdago del refer¨¦ndum a todo o nada con un argumento que hoy cobra m¨¢s sentido del que se le atribuy¨® entonces: que para negociar con Londres, lo que ser¨ªa inevitable en todo caso, pesar¨ªa m¨¢s un 40% a favor de la independencia, aunque supusiera perder el refer¨¦ndum, que un 60% por una mayor autonom¨ªa. Argumento astuto que seguramente part¨ªa del convencimiento de que la opci¨®n independentista no pod¨ªa ganar pero s¨ª recoger cerca de la mitad de los votos. As¨ª ha ocurrido y Londres tendr¨¢ que negociar concesiones sustanciales si quiere integrar en torno a la autonom¨ªa a ese casi 45% que ha votado por la ruptura.
El riesgo vivido, las heridas abiertas y el camino abierto son el coste de la iniciativa
Entonces, ?el resultado del 18-S da la raz¨®n a los aparentes perdedores, Cameron, que tuvo que ceder, y Salmond, que ha tenido que irse? Para que as¨ª fuera habr¨ªa que cerrar los ojos al riesgo vivido, a las heridas abiertas y al precedente sentado. El resultado ha confirmado la idea de que, en un contexto democr¨¢tico, todo refer¨¦ndum sobre la independencia divide de manera cortante a la sociedad, estableciendo fronteras antes inexistentes en m¨²ltiples ¨¢mbitos, incluyendo el familiar, el laboral y el vecinal. Y produce demasiados derrotados, casi nunca menos del 40%, y sobre un asunto considerado vital por los llamados a decidir.
Ha ganado el no pero pod¨ªa haber ganado el s¨ª, dependiendo de factores coyunturales o aleatorios. Por ejemplo, del deseo de cambio de muchos votantes no independentistas que vieron en el refer¨¦ndum una ocasi¨®n para librarse del Gobierno conservador. Es desproporcionado provocar la ruptura de un Estado secular por algo que puede cambiarse cada cinco a?os. Adem¨¢s, lo que de momento hubieran conseguido es dificultar la posibilidad de mayor¨ªa laborista en Reino Unido dado que perder¨ªan su ventaja en Escocia: de los 59 esca?os escoceses actuales en Westminster, 41 son laboristas, 1 conservador, 11 liberal-dem¨®cratas y 6 nacionalistas.
Es discutible deducir del desenlace del d¨ªa 18 que cuando se plantea un problema de este tipo conviene comenzar por consultar a la poblaci¨®n, en un refer¨¦ndum no vinculante, si est¨¢ o no a favor de la independencia, y actuar en consecuencia. De forma que se condicione la posible oferta de m¨¢s autonom¨ªa a que antes se verifique la voluntad mayoritaria de permanencia; y no al rev¨¦s: primero negociar concesiones y luego votar entre permanecer o irse. Parece l¨®gico pero plantea algunas dudas. Catalu?a demuestra que el hecho de no ser vinculante jur¨ªdicamente no impide que sus promotores lo consideren pol¨ªticamente irreversible, si ganan. Por algo lo consideran expresi¨®n del ¡°derecho a decidir¡±, no a opinar. Y si se trata de conocer las preferencias de los ciudadanos, un refer¨¦ndum consultivo es un procedimiento muy imperfecto de medici¨®n porque la aparente claridad del s¨ª o no, todo o nada, no recoge la pluralidad de posiciones realmente existente. Y porque se presta a manipulaciones como la de las dos preguntas enlazadas (?quiere que Catalu?a se convierta en un Estado?; en ese caso, ?quiere que sea independiente?), ideado por los promotores del refer¨¦ndum para que pueda desembocar en la independencia con el m¨ªnimo de votos posible. Si una mayor¨ªa del 60% responde s¨ª a ambas preguntas, bastar¨ªa un 36% de voto por la independencia para que fuera la opci¨®n ganadora (60% del 60% que quiere que Catalu?a sea un Estado?=?36%).
Un refer¨¦ndum produce demasiados derrotados: casi nunca menos del 40% de los votantes
En realidad todo el planteamiento de la consulta va dirigido a que se realice en condiciones que favorezcan, por este orden, una fuerte participaci¨®n y una mayor¨ªa independentista. Presentan la votaci¨®n como una simple encuesta para conocer la opini¨®n de los ciudadanos, pero a la vez como un derecho democr¨¢tico indiscutible; y con apariencia de legalidad mediante el expediente de redactar una ley ad hoc que sin embargo no entra en lo sustancial: sobre qu¨¦ asuntos en concreto puede la Generalitat convocar una consulta y, espec¨ªficamente, si puede hacerlo sobre la independencia.
Un refer¨¦ndum sirve para ratificar acuerdos pero no para arbitrar desacuerdos, argumentaba recientemente Javier P¨¦rez Royo (ElPeri¨®dico, 13-9-2014). Es la clave de la cuesti¨®n. Los gobernantes no pueden pasar la pelota al p¨²blico para que dirima lo que ellos son incapaces de resolver por los medios propios de la pol¨ªtica democr¨¢tica: deliberaci¨®n, acuerdo, ratificaci¨®n. Pero tampoco es acertado limitarse, como Mariano Rajoy, a decir que el refer¨¦ndum planteado es ilegal. Lo es, pero para hacer frente a la demagogia del ¡°no nos dejan votar¡± ser¨ªa conveniente compaginar esa firmeza con una oferta de negociaci¨®n sobre mejoras en el autogobierno que pudieran luego ser incorporadas al Estatuto de autonom¨ªa y ratificadas en refer¨¦ndum.
Al igual que Salmond se retira tras haber logrado que se celebrase un refer¨¦ndum sobre la independencia, dejando marcado ese hito para que intente superarlo quien le suceda, Artur Mas aspira ahora a llevar el proceso de autodeterminaci¨®n lo m¨¢s lejos posible antes de retirarse. Pero ya ha dicho el Tribunal (en la sentencia de 2008 sobre la consulta de Ibarretxe) que ese principio no tiene encaje constitucional ya que ¡°incide sobre cuestiones fundamentales resueltas en el proceso constituyente¡±, por lo que no pueden ser tratadas como una simple indagaci¨®n sobre ¡°el parecer no vinculante del cuerpo electoral¡±.
Llevar el proceso lo m¨¢s lejos posible significa ir hasta la convocatoria de la consulta pero sin que se produzca una votaci¨®n que ser¨ªa ilegal, lo que se ha comprometido a evitar. Para poder decir a los suyos: ¡°Hasta aqu¨ª hemos llegado; no puedo dar el paso siguiente, poner las urnas, sin caer en desacato¡±. Desde que adopt¨® la actitud de David frente a Goliat, Mas subordina todo lo dem¨¢s a la consulta. A dejar como legado haberla convocado aun sabiendo que no podr¨ªa celebrarse.
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