Acertada rectificaci¨®n
Rajoy valora el consenso en pol¨ªtica y deja caer a Gallard¨®n siguiendo la opini¨®n mayoritaria
El Gobierno ha gastado una parte notable de su capital pol¨ªtico en el intento de volver atr¨¢s sobre la regulaci¨®n del aborto y, en general, en el uso de la mayor¨ªa absoluta para imponer reformas. Mariano Rajoy se ha convencido de los peligros electorales del objetivo perseguido y ha mandado al caj¨®n el proyecto sobre el aborto, como este peri¨®dico le ped¨ªa el lunes pasado. Un anuncio presidencial corto, claro y contundente acaba con los esfuerzos derrochados durante dos a?os y medio para restringir el aborto, desde el temprano anuncio en las primeras semanas de la legislatura hasta su materializaci¨®n en un proyecto de ley que llevaba nueve meses estancado.
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Sacrificar al ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallard¨®n, es el precio que ha tenido que pagar por esta rectificaci¨®n. Ruiz-Gallard¨®n empu?¨® la bandera de la contrarreforma del aborto y la defendi¨® como ¡°lo m¨¢s progresista¡± que iba a hacer en la vida, confundiendo as¨ª la imagen de moderaci¨®n dada hasta ese momento. Tama?a contorsi¨®n ideol¨®gica podr¨ªa explicarse por un error de c¨¢lculo de quien supuso que el viento pol¨ªtico soplaba a favor del integrismo cat¨®lico y que las grandes reservas de votos estaban en el conservadurismo militante.
Lejos de ser as¨ª, Ruiz-Gallard¨®n ha tropezado con la tenaz resistencia de toda la oposici¨®n pol¨ªtica, de movimientos feministas y de una gran parte del propio PP. La teatralizaci¨®n de convicciones antiabortistas por parte del ministro y el plazo perentorio que hab¨ªa dado para tramitar el proyecto (¡°hasta el fin del verano¡±) le han hecho prisionero de sus palabras que, esta vez s¨ª, le dejan fuera del Gobierno y de la actividad pol¨ªtica a los 55 a?os.
Hay que alegrarse sinceramente de la rectificaci¨®n presidencial sobre la cuesti¨®n del aborto, que elimina el riesgo de un retroceso injustificable en el derecho de las mujeres a decidir libremente sobre su maternidad, dentro del l¨ªmite general de las primeras 14 semanas de gestaci¨®n. Subsiste la voluntad de que las adolescentes de 16 y 17 a?os tengan que obtener permiso paterno para abortar, as¨ª como los efectos que puedan derivarse del recurso de inconstitucionalidad contra la ley del aborto, planteado por el PP hace m¨¢s de tres a?os. Consciente de que la gesti¨®n de la justicia se le ha venido abajo, Gallard¨®n ya no quiere quedarse a pilotar esos posibles cambios.
El ministro de Justicia ha sido desautorizado sobre la cuesti¨®n del aborto, pero no es el ¨²nico asunto que entierra la carrera de un hombre ambicioso y combativo, que ha sido presidente de la Comunidad de Madrid, alcalde de la capital y, hasta ahora, ministro. Otros proyectos permanecen tan atascados como el del aborto. El principal es el del Poder Judicial, que le ha enfrentado a jueces y fiscales; desde el ministerio se cambi¨® en varias ocasiones el redactado del borrador de ley y se tomaron iniciativas tan precipitadas como anunciar la supresi¨®n del fuero para miles de magistrados y fiscales ¡ªsin olvidar el impacto social de las tasas que encarecen el acceso a la justicia civil¡ª. Ruiz-Gallard¨®n, que nunca ha contado con grandes apoyos en el PP, ha terminado perdiendo hasta el del presidente del Gobierno.
Este episodio encierra otra rectificaci¨®n pol¨ªtica. Justificar la retirada de un proyecto de ley ¡°por falta de consenso¡±, que es el argumento alegado por Rajoy, representa un cambio en la forma de gobernar por parte de un presidente que ha ejercido hasta hoy la mayor¨ªa absoluta en el Parlamento sin complejos. No se pueden abordar crisis pol¨ªticas de tanto calado como las que atraviesa Espa?a sin demostrar una actitud favorable a la b¨²squeda de consensos para los asuntos verdaderamente serios. Animamos a Rajoy a seguir en esa l¨ªnea, por ejemplo en Catalu?a.
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