Las saud¨ªes no compiten (de nuevo)
La foto de Alia Saeed destacaba el pasado viernes en la secci¨®n de Deportes de varios diarios de Emiratos ?rabes Unidos (EAU). La corredora es una de las cuatro atletas de ese pa¨ªs que esperan llevarse alguna medalla en los Juegos Asi¨¢ticos (del 19 septiembre al 4 de octubre en Incheon, Corea del Sur). Su imagen, como la de su compatriota Bethlem Desaleyn, no s¨®lo pone de relieve los avances de las emirat¨ªes en el deporte, sino que desmantela las justificaciones religiosas y sociales de la vecina Arabia Saud¨ª para no enviar mujeres a esa competici¨®n. Es el ¨²nico de los 45 participantes sin equipo femenino, lo que ha motivado la condena de Human Rights Watch (HRW).
¡°Dos a?os despu¨¦s de los Juegos Ol¨ªmpicos de Londres, se ha acabado el tiempo para las excusas. Arabia Saud¨ª tiene que poner fin a su discriminaci¨®n contra las mujeres y garantizar su derecho a participar en el deporte en igualdad de condiciones con los hombres¡±, ha declarado Sarah Leah Whitson, la directora de HRW para Oriente Pr¨®ximo y el Norte de ?frica. En su opini¨®n, ¡°el rechazo a enviar mujeres a los Juegos Asi¨¢ticos suscita dudas sobre el compromiso de Arabia Saud¨ª de acabar con la discriminaci¨®n y permitir que las saud¨ªes participen en futuras competiciones¡±.
La presi¨®n internacional hizo que Riad incluyera a dos mujeres en el equipo ol¨ªmpico que le represent¨® en Londres 2012. Ni la yudoka Wujdan Shahrkhani ni la corredora Sarah Attar ten¨ªan el nivel para clasificarse. Participaron bajo la clausula de universalidad del COI que permite la inclusi¨®n de atletas por ¡°motivos de igualdad¡±. Aunque ambas compitieron cubiertas de la cabeza a los pies, de alg¨²n modo hay que empezar.
¡°T¨¦cnicamente, no estamos preparados y el nuevo presidente de nuestro Comit¨¦ Ol¨ªmpico rechaz¨® enviar a mujeres por el mero hecho de participar; quer¨ªa que compitieran¡±, ha justificado ahora Mohammed al Mishal, el secretario general del Comit¨¦ Ol¨ªmpico de Arabia Saud¨ª, en declaraciones a la agencia Reuters. El responsable asegur¨® que planean incluir una representaci¨®n femenina ¡°significativa¡± para los Juegos de R¨ªo de Janeiro dentro de dos a?os.
Es cierto que el Reino del Desierto carece de mujeres deportistas de nivel internacional. ?C¨®mo podr¨ªa tenerlas cuando la educaci¨®n f¨ªsica est¨¢ fuera del programa oficial y las saud¨ªes no tienen acceso a centros deportivos? El mes pasado tampoco envi¨® a ninguna atleta a las Olimpiadas Juveniles en China, aunque cuatro a?os antes la amazona Dalma Rushi Malhas logr¨® una medalla de bronce en esa convocatoria, a la que acudi¨® por su cuenta.
Para las activistas saud¨ªes, la competici¨®n no es lo prioritario. Sus objetivos son m¨¢s inmediatos: conseguir que se implante la educaci¨®n f¨ªsica en las escuelas p¨²blicas de ni?as y poder dejar atr¨¢s la clandestinidad de sus partidos de baloncesto. Tal como denunci¨® HRW en un informe en 2012, Arabia Saud¨ª es el ¨²nico pa¨ªs del mundo que, como norma, todav¨ªa proh¨ªbe de forma efectiva que las ni?as hagan deporte en las escuelas nacionales. No hay instalaciones deportivas p¨²blicas para las mujeres. S¨®lo dispone de polideportivos, clubes, pistas de atletismo, entrenadores y ¨¢rbitros para los hombres.
Por ello se mostraron esperanzadas cuando el pasado abril el Consejo Consultivo, una asamblea sin poderes legislativos que asesora al Gobierno, encarg¨® al Ministerio de Educaci¨®n que estudiara la posibilidad de introducir la educaci¨®n f¨ªsica para ni?as en las escuelas p¨²blicas. Un a?o antes, las autoridades anunciaron que los colegios privados femeninos pod¨ªan organizar deportes siempre que las alumnas los practicaran con ¡°ropa decente¡± y estuvieran supervisadas por monitoras saud¨ªes. Tambi¨¦n empezaron a dar licencias para abrir clubs deportivos femeninos, el primero de los cuales se inaugur¨® en la ciudad de Jobar, en la Provincia Oriental, en junio de 2013.
Esas peque?as reformas para mejorar los derechos de la mujer han chocado no obstante con la resistencia de los sectores m¨¢s conservadores, que temen que el pa¨ªs est¨¢ sacrificando sus valores isl¨¢micos por los occidentales. Como resultado, por cada paso adelante, Arabia Saud¨ª parece dar dos hacia atr¨¢s. Hace unos meses, los alumnos de la Facultad de Ley Isl¨¢mica lograron que se cancelara una marat¨®n femenina organizada por la Universidad de Taif, al suroeste del pa¨ªs.
La resistencia social est¨¢ amparada por el estamento religioso. Los ulemas, que legitiman el poder de la familia real, se han opuesto tradicionalmente al deporte femenino con el argumento de que fomenta la interacci¨®n entre personas de distinto sexo, extremo considerado tab¨² por buena parte de esa sociedad en la que se impone la segregaci¨®n de hombres y mujeres. Los m¨¢s ultramontanos incluso aseguran que el ejercicio f¨ªsico arruina la virginidad de las chicas.
Tales restricciones violan la clausula en pro de la igualdad de la Carta Ol¨ªmpica, que Arabia Saud¨ª ha suscrito. Pero el problema desborda con mucho el ¨¢mbito del deporte. Ese pa¨ªs mantiene un sistema discriminatorio de tutela masculina que reduce a las mujeres a eternas menores de edad. M¨¢s all¨¢ de la conocida prohibici¨®n de conducir, las saud¨ªes no pueden acceder a la universidad, trabajar, casarse, viajar al extranjero, alojarse en un hotel o incluso recibir ciertos tratamientos m¨¦dicos sin el permiso del var¨®n de su familia que tenga su custodia, sea el padre, el marido, un hermano, un t¨ªo paterno o incluso, en ausencia de ¨¦stos, un hijo.
Desde los Juegos Ol¨ªmpicos de Atlanta (1996) ha habido un movimiento reclamando que se impidiera participar en los juegos a los pa¨ªses que no enviaran mujeres, al igual que se hizo con la Sur¨¢frica del apartheid. La campa?a No Women No Play sigue activa y considera que el gesto simb¨®lico de enviar dos mujeres a Londres no acaba con la discriminaci¨®n de las saud¨ªes en el deporte. Por ello sigue pidiendo que se boicotee a Arabia Saud¨ª. Tampoco Qatar o Brunei hab¨ªan tenido una deportista ol¨ªmpica hasta 2012, pero a diferencia de aquel no vetaban la participaci¨®n femenina en torneos deportivos.
Qatar, cuya sociedad es tan conservadora como la saud¨ª y que tambi¨¦n sigue la interpretaci¨®n wahab¨ª del islam, lleva una d¨¦cada promocionando el deporte femenino, y algunas de sus atletas participan regularmente en torneos regionales, aunque esta semana su equipo de baloncesto se ha retirado de los Juegos Asi¨¢ticos al no permitirse que sus integrantes jugaran con hiyab. De igual modo, Emiratos ?rabes Unidos hizo un gesto significativo al enviar a Pek¨ªn a dos hijas del jeque de Dub¨¢i. Al otro lado del golfo P¨¦rsico, en el tambi¨¦n isl¨¢mico aunque no ¨¢rabe Ir¨¢n, las autoridades promueven el deporte femenino, eso s¨ª, bajo estrictas normas de segregaci¨®n. En consecuencia, atletas y nadadoras solo pueden competir ante p¨²blico y jueces femeninos, lo que limita su participaci¨®n en torneos internacionales a las disciplinas que les permiten aparecer completamente cubiertas.
Algo parecido est¨¢ en la mente de los responsables saud¨ªes. Seg¨²n el citado Al Mishal, el reino limita el entrenamiento de mujeres para la competici¨®n a cuatro deportes: h¨ªpica, esgrima, tiro ol¨ªmpico y arco. ?El motivo? Permiten que las participantes mantengan las estrictas normas de vestido que les imponen las autoridades con el pretexto de los usos ¡°culturales y religiosos¡± del reino.
¡°Limitar la participaci¨®n de las mujeres a unos deportes concretos es otro ejemplo m¨¢s del rechazo de Arabia Saud¨ª a permitir que las mujeres compitan en igualdad de condiciones con los hombres¡±, denuncia Whitson. ¡°Arabia Saud¨ª debiera permitir que las mujeres compitan en todos los deportes y facilitarles un entrenamiento similar al que reciben los hombres¡±, concluye.
Comentarios
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.