No podemos dejar sola a Libia
El pa¨ªs africano debe elegir entre ser un Estado moderno o la tribalizaci¨®n islamista
La resoluci¨®n 2174 de Naciones Unidas ha devuelto la esperanza a los libios, sometidos a una lucha armada entre milicias que ha puesto en evidencia las intenciones de la corriente islamista que no ha reconocido su derrota en las elecciones parlamentarias.
Con la promulgaci¨®n de la resoluci¨®n ¡ªque ha coincidido con el nombramiento del diplom¨¢tico espa?ol Bernardino Le¨®n como enviado especial de la ONU¡ª el pueblo libio ha recuperado la esperanza que hab¨ªa perdido ante el deterioro de la seguridad general. El Parlamento no ha podido reunirse en Bengasi, su sede oficial, y ha tenido que refugiarse provisionalmente en Tobruk, hasta donde se traslad¨® el se?or Le¨®n. El pueblo libio no ha perdido el anhelo de que nazca la segunda Libia, un Estado civil y civilizado, un Estado de derechos, de instituciones, de desarrollo duradero. Libia puede levantarse por s¨ª sola. El mismo presidente de EE?UU lo ha reconocido diciendo: ¡°Nos hemos equivocado en el pasado con Libia. Ayudamos a los libios a derrocar a Gadafi, pero no les ayudamos en la reconstrucci¨®n de las instituciones del Estado¡±.
La resoluci¨®n 2174 exhorta a todas las partes a que accedan a un alto el fuego inmediato, y expresa su firme apoyo al representante especial del secretario general de la ONU. Adem¨¢s, condena el uso de la violencia contra la poblaci¨®n y las instituciones civiles y pide que los responsables rindan cuentas de sus actos; exhorta a todas las partes a que entablen un di¨¢logo pol¨ªtico inclusivo dirigido por los libios a fin de ayudar a restaurar la estabilidad.
Es importante no dejar que Libia se enfrente sola a un destino de desorden y violencia, lo que conducir¨¢ a la dominaci¨®n del terrorismo en este Estado reci¨¦n surgido tras una dictadura. La comunidad internacional tiene hoy delante solamente dos posibilidades: una es abandonar a Libia a su suerte, con el germen de una guerra que llevar¨¢ a la extensi¨®n del terrorismo que ser¨¢ exportado a Europa. Si Libia o una parte de ella cae en manos de los extremistas, y ¨¦stos orientan su lucha contra Europa, el peligro se extender¨¢ sin que nadie sepa qu¨¦ fin tendr¨¢. La segunda posibilidad es ayudar a Libia a levantar y reconstruir sus instituciones, formar sus cuadros y encontrar un modelo de Estado conveniente que garantice estabilidad y seguridad.
De modo que se impone una pregunta: ?qu¨¦ medios emplear¨¢ el Consejo de Seguridad de la ONU para aplicar su resoluci¨®n? El desaf¨ªo para la organizaci¨®n internacional y su representante en Libia es enorme: contribuir a la edificaci¨®n de la segunda Libia, un Estado civil, seguro, estable y beneficioso para toda la regi¨®n, Europa y, por qu¨¦ no, el mundo. Un Estado cuyas condiciones permitan a los libios y sus socios aprovechar las importantes riquezas naturales ¡ªevaluadas en 40.000 millones de barriles de petr¨®leo, que alcanzar¨¢ los 50.000 millones o m¨¢s, sin contar el gas y otras riquezas mineras¡ª que son la raz¨®n por la cual los grupos extremistas, y sus patrocinadores, quieren apoderarse del pa¨ªs.
La edificaci¨®n de un nuevo Estado se basa en un proyecto de modernismo y progreso
La ayuda a Libia debe empezar por entender su historia contempor¨¢nea; el pa¨ªs recuper¨® su independencia el 24 de diciembre de 1951, bajo el nombre de Reino Unido de Libia. El golpe de 1969 y la consiguiente dictadura que dur¨® algo m¨¢s de cuatro d¨¦cadas no repar¨® en medios para destruir el Estado. Se abolieron todas las leyes, y se disolvieron todas las instituciones para imponer el llamado ¡°poder de las masas¡±.
La edificaci¨®n de un nuevo Estado se basa en un proyecto de modernismo y progreso. El proyecto modernista naci¨® en Occidente y tuvo un gran ¨¦xito desde la medicina hasta el deporte y el ocio. Muchos pa¨ªses lo adoptaron. Pa¨ªses isl¨¢micos como Turqu¨ªa, T¨²nez y Jordania. En Libia la riqueza del petr¨®leo complica m¨¢s la situaci¨®n. El aspecto m¨¢s peligroso son las j¨®venes generaciones que pueden caer en la tentaci¨®n de pensar que las riquezas del pa¨ªs pueden sustituir a la cultura del esfuerzo con el resultado del abandono de la cultura del trabajo como valor.
En ausencia de un proyecto isl¨¢mico de progreso ¡ªy en ausencia del modernismo a la occidental¡ª, me es dif¨ªcil imaginar un plan de progreso en ning¨²n Estado isl¨¢mico contempor¨¢neo incluido Libia. El mundo ha entrado ya en la posmodernidad, mientras las sociedades ¨¢rabes siguen viviendo con caracter¨ªsticas de la premodernidad, o sea, en la cultura de la ¨¦lite y del poder. Los dem¨¢s sectores con ideales y proyectos, como los izquierdistas, socialistas, liberales, racionalistas y laicos, son generalmente marginadas y aisladas.
La humanidad ya ha respondido a las grandes cuestiones como el Estado, la democracia, la Constituci¨®n, el derecho y la alternancia en el poder, para entrar a continuaci¨®n en la etapa de las peque?as preguntas como el derecho de las minor¨ªas, el medio ambiente, etc¨¦tera¡ Pero volviendo al caso libio, veremos dentro de poco una lucha feroz sobre el tipo del Estado que debe ser conformado. Esta pugna aparecer¨¢ en la redacci¨®n de la Constituci¨®n y durar¨¢ hasta alcanzar un acuerdo sobre un tipo de Estado moderno, isl¨¢mico, aceptado por la gran mayor¨ªa. El Estado de la segunda Libia, el Estado de todos los libios.
Con todos los componentes pol¨ªticos y con la ayuda mundial y europea, Libia debe ganar y dejar de ser ¡ªcomo ha sido durante d¨¦cadas¡ª una fuente del mal no solo para los libios, sino tambi¨¦n para todos. Porque dejar sola a Libia entra?a peligro no solo para ella, sino para toda la zona mediterr¨¢nea y el resto del mundo.
Fouzi Alloulki es escritor libio e investigador en econom¨ªa y desarrollo. Es consejero de Mahmoud Jebril, expresidente libio y presidente del partido Alianza de las Fuerzas Nacionales. Alloulki representa actualmente a Libia en la c¨¢mara de comercio libio-brit¨¢nica con sede en Londres.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.