Los l¨ªmites en la lucha contra el Estado Isl¨¢mico
Se puede defender la intervenci¨®n militar mientras haya abusos y genocidio
Existe una larga historia de intervenciones militares mal concebidas y excesivas en Oriente Pr¨®ximo, pero hay que confiar en que la decisi¨®n del presidente estadounidense Barack Obama de declarar la guerra al Estado Isl¨¢mico no llegue a ser otra m¨¢s. Ning¨²n otro grupo terrorista merece con m¨¢s justicia ser destruido que estos yihadistas, genocidas y saqueadores. Sin embargo, la manera en la que hasta el momento se concibe y describe la misi¨®n liderada por Estados Unidos no aclara si los objetivos pueden alcanzarse con costes aceptables en t¨¦rminos de tiempo, dinero y vidas.
El problema b¨¢sico es que el avance y la ocupaci¨®n territorial del Estado Isl¨¢mico se abordan desde tres perspectivas completamente diferentes, lo que exige tres tipos distintos de respuestas operativas. Por una parte, est¨¢ la misi¨®n humanitaria para proteger a las poblaciones civiles en Irak y Siria de atroces cr¨ªmenes en masa; existe, adem¨¢s, la necesidad de amparar a los ciudadanos de otros Estados del terrorismo del Estado Isl¨¢mico; y todo ello, coordinado con el deseo de restaurar la integridad y la estabilidad de los Estados en la regi¨®n.
La intervenci¨®n no restablecer¨¢ por s¨ª sola la integridad de Irak o Siria
La ret¨®rica de Obama ¡ªy la de su socio m¨¢s entusiasta hasta el momento, el primer ministro Tony Abbott, de Australia¡ª oscil¨® entre los dos primeros objetivos y dej¨® entrever el tercero, creando esperanzas y expectativas sobre la posibilidad de que se persiguieran los tres de manera efectiva y simult¨¢nea. Sin embargo, s¨®lo la misi¨®n humanitaria tiene alguna posibilidad real de conseguirse, a trav¨¦s de la estrategia en cuatro frentes que ahora est¨¢ sobre la mesa: ataques a¨¦reos contra las fuerzas del Estado Isl¨¢mico; entrenamiento, inteligencia y equipos para las fuerzas militares iraqu¨ªes y kurdas y para la oposici¨®n no extremista de Siria; intensificaci¨®n de los esfuerzos internacionales contra el terrorismo; y asistencia humanitaria a los civiles desplazados.
Es evidente que las operaciones militares dirigidas por Occidente no pueden por s¨ª solas restablecer la integridad territorial de Irak o Siria, o restaurar la estabilidad pol¨ªtica en la regi¨®n. La intervenci¨®n militar puede contener o retrasar una mayor desintegraci¨®n de Irak y la propagaci¨®n del c¨¢ncer que representa el Estado Isl¨¢mico en pa¨ªses como Jordania. Pero si 150.000 soldados estadounidenses no pudieron dotar de estabilidad a Irak en ausencia de un Gobierno integrador y competente, las escasas medidas que se ofrecen ahora son claramente insuficientes. A estas alturas debemos saber que cualquier intervenci¨®n militar occidental con objetivos abiertamente pol¨ªticos, en lugar de con objetivos estrictamente humanitarios, corre el riesgo real de provocar una reacci¨®n sectaria masiva.
Pocos est¨¢n dispuestos a aceptar que Bachar el Asad sea ahora parte de la soluci¨®n
Las cosas podr¨ªan ser diferentes si EE UU y otros actores clave pudieran embarcarse simult¨¢nea e intensamente en una amplia misi¨®n de estabilizaci¨®n regional; pero existen demasiadas agendas en competencia como para hacer que esto sea posible en el futuro previsible. La rivalidad entre sun¨ªes y chi¨ªes significa que Arabia Saud¨ª y los pa¨ªses del Golfo no conceder¨¢n ning¨²n papel significativo a Ir¨¢n; ni Occidente reconocer¨¢ el papel central de Ir¨¢n en cualquier proceso multilateral, por miedo a perder poder de negociaci¨®n con respecto al programa nuclear de Ir¨¢n. Y pocos est¨¢n dispuestos a aceptar que el presidente de Siria, Bachar el Asad, debido a los excesos abominables por los que fue criticado y condenado no hace mucho, deba ser ahora parte de la soluci¨®n. La herida abierta del conflicto palestino-israel¨ª encona las rivalidades entre unos y otros.
El objetivo de lucha antiterrorista tiene m¨¢s probabilidades de ¨¦xito que el relativo a la estabilizaci¨®n pol¨ªtica. La pol¨ªtica nacional en EE UU, Australia y en otros lugares facilita probablemente el protagonismo que los l¨ªderes occidentales han otorgado a dicha lucha contra el terrorismo. En la medida en que el caldo de cultivo terrorista pueda ser destruido, como Al Qaeda lo fue en Afganist¨¢n, disminuir¨¢ el n¨²mero de ataques fundamentalistas contra Occidente.
Pero es dif¨ªcil creer que s¨®lo una campa?a militar del tipo de la que se ha puesto en marcha, incluso con un importante apoyo de los pa¨ªses ¨¢rabes, pueda lograr este objetivo a corto plazo, o con un coste aceptable, tanto en Irak como en las zonas de Siria que sirven de refugio para el Estado Isl¨¢mico. El peso de la acci¨®n antiterrorista tendr¨¢ que recaer, como ocurre hasta ahora, en una cooperaci¨®n internacional eficaz en los ¨¢mbitos de inteligencia y vigilancia policial.
La acci¨®n antiterrorista tendr¨¢ que recaer en una cooperaci¨®n internacional eficaz
La pericia de las fuerzas terrestres iraqu¨ªes y kurdas ¡ªcrucial si se va a ocupar y mantener territorio¡ª tardar¨¢ en conseguir resultados; incluso puede que dicha habilidad sea insuficiente para atraer a las fuerzas pol¨ªticas moderadas dentro de Siria. Porque los ataques a¨¦reos, por su propia naturaleza, disparan el riesgo de causar bajas civiles y, por lo tanto, la posibilidad de radicalizar los mismos sentimientos antioccidentales que se est¨¢ tratando de contrarrestar.
Por otra parte, los ataques a¨¦reos en Siria sin el consentimiento del Gobierno o sin la autorizaci¨®n del Consejo de Seguridad violan la Carta de las Naciones Unidas. La posibilidad de que ocurran ataques terroristas inspirados por el Estado Isl¨¢mico en EE UU no es ni remotamente real ni suficientemente inminente como para invocar leg¨ªtima defensa. Corazones y mentes son importantes en la lucha antiterrorista y ¨¦stos se ganan m¨¢s dif¨ªcilmente cuando EE?UU y sus partidarios se embarcan en una acci¨®n militar que vulnera claramente el derecho internacional. Hasta ahora, el lento convencimiento de los Estados ¨¢rabes con relaci¨®n a la campa?a de Obama es una prueba del nerviosismo que muchos de ellos sienten en todos estos ¨¢mbitos.
La raz¨®n m¨¢s defendible de lejos para justificar la acci¨®n militar es ¡ªy ha sido desde un principio¡ª el objetivo humanitario: hay que proteger a las poblaciones que sufren las acciones genocidas, de limpieza ¨¦tnica y otros cr¨ªmenes de lesa humanidad y graves cr¨ªmenes de guerra. Sostengo que se cumplen todas las condiciones necesarias para defender la intervenci¨®n, y que este seguir¨¢ siendo el caso mientras que el Estado Isl¨¢mico mantenga su terrible modus operandi.
Los ataques en Siria sin el consentimiento del gobierno o la autorizaci¨®n del Consejo de Seguridad violan la Carta de la ONU
Al operar dentro de este marco de contenci¨®n del genocidio, las fuerzas estadounidenses y de la coalici¨®n, de forma clara, tendr¨ªan derecho a combatir, atacar y tratar de destruir la capacidad del Estado Isl¨¢mico, en una acci¨®n que tambi¨¦n servir¨ªa para prevenir el terrorismo. Pero el objetivo principal deber¨ªa permanecer de forma inequ¨ªvoca como una acci¨®n humanitaria y, como tal, ser¨ªa mucho menos susceptible de provocar reacciones contrarias a la intervenci¨®n occidental; al menos, causar¨ªa menos rechazo que cualquier otro objetivo expl¨ªcito. Incluso puede haber una tolerancia internacional considerable para una acci¨®n cuidadosamente definida y limitada en Siria en el caso de que se presente una obvia e inminente amenaza humanitaria.
Si la campa?a contra el Estado Isl¨¢mico se define y se lleva a cabo con la cobertura de la protecci¨®n humanitaria como su objetivo primordial, deber¨ªa tener ¨¦xito no s¨®lo en cuanto a detener atrocidades futuras, sino tambi¨¦n permitir¨ªa ejecutar amplias incursiones para frenar en su lugar de origen la extensi¨®n de la amenaza terrorista. Si Occidente se desv¨ªa del objetivo principal, es probable que la misi¨®n termine muy mal, tal como ocurri¨® con tantas otras intervenciones en Oriente Pr¨®ximo.
Gareth Evans? fue ministro de Relaciones Exteriores de Australia entre 1988 y 1996 y presidente del International Crisis Group entre 2000 y 2009. Preside el Global Center for the Responsibility to Protect que tiene su sede en Nueva York.
? Project Syndicate, 2014.
Traducido del ingl¨¦s por Roc¨ªo L. Barrientos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Guerra contra ISIS
- Barack Obama
- Opini¨®n
- Genocidio
- Estado Isl¨¢mico
- Ataques militares
- Delitos contra Humanidad
- Conflicto Sun¨ªes y Chi¨ªes
- Derechos humanos
- Estados Unidos
- Terrorismo islamista
- Conflictos armados
- Acci¨®n militar
- Yihadismo
- Norteam¨¦rica
- Oriente pr¨®ximo
- Islam
- Guerra
- Asia
- Grupos terroristas
- Conflictos
- Terrorismo
- Delitos
- Am¨¦rica
- Religi¨®n