Hollywood abre su armario
El vestido blanco de Marilyn Monroe, el mono amarillo de 'Kill Bill' o el provocativo atuendo de 'Instinto b¨¢sico' salen de la gran pantalla y se exponen en Los ?ngeles
Ni se hicieron con los mejores materiales ni estaban pensados para resistir el paso del tiempo. Muchos de los trajes ic¨®nicos de la historia de Hollywood han estado guardados de cualquier manera o incluso en alguna ocasi¨®n han sido rescatados de la basura. Sin embargo, pocos trapitos son tan recordados como el vaporoso vestido blanco que luci¨® Marilyn Monroe en La tentaci¨®n vive arriba, las zapatillas rojas de El mago de Oz o el sombrero de Indiana Jones. Estas son algunas de las piezas que forman parte de Hollywood Costume, la vasta exposici¨®n que este jueves abre sus puertas en la que ser¨¢ la pr¨®xima sede del museo de la Academia de Artes y Ciencias Cinematogr¨¢ficas de Hollywood. La exposici¨®n retoma y expande el material recopilado para el museo Victoria & Albert de Londres con una muestra que quiere explorar la importancia del vestuario cuando hablamos de cine.
En total 150 los atuendos expuestos, conviviendo los cl¨¢sicos con los modernos, los trajes de ¨¦poca con los m¨¢s contempor¨¢neos o incluso aquellos que no pertenecen a este mundo. Seg¨²n explican los organizadores de la Academia, su deseo no es alimentar la nostalgia mostrando el cine que fue sino el que ser¨¢. De ah¨ª que conviva la boina de Faye Dunaway en Bonnie & Clyde con la gabardina amarilla de Warren Beatty en Dick Tracy. O el atuendo espacial de Hans Solo de La guerra de las galaxias con el del ¨²ltimo James Bond que visti¨® Daniel Craig. Mientras que un maniqu¨ª con el esmoquin de Marlene Dietrich en Marruecos le enciende el cigarrillo a otro emulando a Sharon Stone en su provocativo conjunto color hueso del inolvidable cruce de piernas en Instinto b¨¢sico. Como recuerdan sus organizadores, el deseo es mostrar la historia del cine mediante sus vestidos pero de una forma entretenida, alejada de esos otros intentos que en el mejor de los casos se parecen a un museo de cera y en el peor, a ropas de muerto colgadas de una percha.
De ah¨ª que la muestra est¨¦ elaborada como una pel¨ªcula. Un filme que abre los armarios de Hollywood en tres actos y donde los trajes est¨¢n identificados por su aparici¨®n en el guion y no por un aburrido cartelito que nadie lee. Tambi¨¦n cuenta con actores cuya presencia virtual explica algunos de los atuendos expuestos. Ese es el caso de Meryl Streep, su imagen pacientemente sentada explica al curioso los diferentes detalles de los muchos trajes que han hecho de ella la actriz m¨¢s veces candidata a ganar el Oscar. Lo mismo ocurre con Martin Scorsese, director y estudioso del cine capaz de hablar de sus pel¨ªculas y de las ajenas, como por ejemplo, sobre el conjunto que visti¨® Tippi Hedren durante el rodaje de Los p¨¢jaros.
Dado que esto es Hollywood no pueden faltar los trajes de ¨¦poca como los de Shakespeare enamorado o incluso esos m¨¢s cercanos, pero igual de opulentos, como los utilizados por Baz Luhrmann y dise?ados por su esposa, Catherine Martin, en filmes como Mouline Rouge o El gran Gatsby. Pero la exposici¨®n tambi¨¦n mezcla el ic¨®nico mono amarillo de Kill Bill con el igualmente recordado tres piezas de macarra de discoteca que visti¨® John Travolta en Fiebre del s¨¢bado noche o el traje casi funerario por el que ser¨¢n recordados por siempre Los Blue Brothers. Tambi¨¦n se han sumado a la fiesta los actuales superh¨¦roes, sus trajes, sus capas y sus escudos incluido ese Superman que con la cara de Christopher Reeve y los calzones rojos por fuera sobrevuela la mucho m¨¢s sobria, reciente y musculosa malla que visti¨® Henry Cavill en la ¨²ltima encarnaci¨®n del h¨¦roe de h¨¦roes.
Del valor de los protagonistas de esta exposici¨®n, que permanecer¨¢ abierta hasta el 2 de marzo, nadie habla. En su mayor¨ªa son propiedad de coleccionistas privados, y en algunos casos forman parte del fondo de la Academia. Ese es el caso de las zapatillas rojas que visti¨® Judy Garland en El mago de Oz por las que se estima la Academia pag¨® de los 1,5 a 2,3 millones de euros con tal de preservar este fragmento de magia e historia
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