Bosques que salvan, bosques que matan
Las minor¨ªas ind¨ªgenas luchan por sus bosques frente a la tala ilegal y las madereras La certificaci¨®n puede ser garante de sus derechos, pero hay mucho trabajo por hacer
En un sofisticado hotel de cristal y acero a orillas del Guadalquivir, entre un mar de corbatas, trajes de chaqueta y ordenadores port¨¢tiles, el pastor masai Adam Ole Mwarabu parece reci¨¦n sacado de una m¨¢quina del tiempo. Ataviado con un par de t¨²nicas de rayas moradas, rojas y negras que le cubren casi hasta los pies, varios collares de cuentas de colores y una enorme dilataci¨®n en el l¨®bulo de su oreja derecha, el se?or Mwarabu no se siente, sin embargo, extra?o en ese ambiente tan as¨¦ptico. ?l est¨¢ acostumbrado a moverse en tales contextos. Porque este ganadero originario de Tanzania es uno de los miembros fundadores del Comit¨¦ Permanente de Pueblos Ind¨ªgenas de FSC (Forest Stewardship Council en ingl¨¦s), una de las dos grandes organizaciones sin ¨¢nimo de lucro que trabajan para conseguir una gesti¨®n sostenible de los bosques que quedan en el mundo.
FSC celebr¨® su Asamblea General de 2014 en Sevilla a principios de septiembre, a la que acudieron 600 socios para celebrar los 20 a?os de vida de la entidad. Entre ellos, el se?or Mwarabu y una abultada representaci¨®n de nativos venidos de los cuatro continentes: maor¨ªes de Nueva Zelanda, mapuches de la Amazonia y hezhens de Siberia, entre otros, acudieron con la intenci¨®n de reclamar que se respeten los derechos de las minor¨ªas ¨¦tnicas.
Desde FSC saben que la deforestaci¨®n es un fen¨®meno casi imparable: la Tierra solo dispone de 900 millones de hect¨¢reas de bosques tropicales y ecuatoriales, el equivalente al tama?o de Estados Unidos, y ha perdido el 7% de ellos en los ¨²ltimos 20 a?os debido al desarrollo industrial y urbano, la miner¨ªa y la tala ilegal. Estas actividades amenazan con acabar con los ¨¢rboles, importantes porque retienen hasta el 45% del di¨®xido de carbono ¡ªel principal gas de efecto invernadero¡ª que hay en el mundo y lo convierten en ox¨ªgeno. Tambi¨¦n porque previenen la desertificaci¨®n y porque albergan una gran biodiversidad. Por otra parte, las previsiones de WWF apuntan a que la demanda mundial de madera se habr¨¢ triplicado para 2050, a?o en el que se habr¨¢n perdido 2,3 millones de kil¨®metros cuadrados de bosque, una superficie mayor que todo M¨¦xico. El reto de este tipo de organizaciones para detener este proceso va dando sus frutos, aunque muy despacio: en 2012, ya hab¨ªan certificado m¨¢s de 150 millones de hect¨¢reas en 80 pa¨ªses.
?Por qu¨¦ la mayor organizaci¨®n en defensa de la explotaci¨®n sostenible de los bosques cuenta con un comit¨¦ ind¨ªgena? Ellos saben mejor que nadie c¨®mo hacerlo porque han vivido de ellos durante generaciones. Los datos hablan por s¨ª solos: Existen unos 370 millones de nativos, un 5% de la poblaci¨®n mundial; la vida de 60 millones de ellos depende absolutamente de los bosques en los que viven. Y es m¨¢s: un 40% de las masas forestales primigenias que quedan en el planeta est¨¢n en manos de estos pueblos. Son, por tanto, c¨®mplices fundamentales para cualquiera que busque frenar la deforestaci¨®n y conservar las grandes ¨¢reas verdes que a¨²n quedan en la Tierra. "Nos prestan servicios fundamentales que no estamos retribuyendo, por eso se est¨¢ empezando a hablar de que sus propietarios son un activo fundamental para la conservaci¨®n y deben ser retribuidos de alguna manera para que sigan existiendo. Si no, los acabar¨¢n sustituyendo por algo que les d¨¦ un beneficio", afirma Gonzalo Anguita, director general de FSC Espa?a.
El reci¨¦n creado Comit¨¦ ¡ªse han reunido solo cuatro veces¡ª busca dar voz en esta mega organizaci¨®n a estas minor¨ªas, v¨ªctimas de todas las consecuencias que trae consigo la tala ilegal: "desde la provisi¨®n de agua hasta la deforestaci¨®n, pasando por la ausencia de animales para cazar o pescar, problemas de salud, esclavitud laboral, explotaci¨®n infantil...", enumera Pina Gervassi, directora general de FSC en Am¨¦rica Latina y El Caribe, una regi¨®n que cuenta con 14 millones de hect¨¢reas certificadas de las que dos y media est¨¢n exclusivamente en manos de estas minor¨ªas.
La pregunta es c¨®mo compatibilizar la vida de los nativos con la comercializaci¨®n de los productos forestales, que es algo de lo que tambi¨¦n podr¨ªan beneficiarse ellos mismos si se hace correctamente. Pese a la importancia de estos pueblos, durante cientos de a?os han sido marginados, se les ha despose¨ªdo de sus tierras y hasta han perdido la vida cuando trataban de defenderlas. El ¨²ltimo caso ocurri¨® el pasado 1 de septiembre, cuando cuatro ciudadanos de la etnia ash¨¢ninca fueron asesinados en la frontera de la selva amaz¨®nica entre Per¨² con Brasil. Uno de ellos hab¨ªa denunciado con pruebas la tala ilegal de madera en su comunidad.
La mayor¨ªa de estos pueblos tienen derechos consuetudinarios sobre las tierras, pero solo unos pocos han conseguido que se les reconozca la titularidad. Tan solo en Am¨¦rica Latina existen unos 200 conflictos abiertos por actividades derivadas de la miner¨ªa o la extracci¨®n de hidrocarburos, seg¨²n el ¨²ltimo informe sobre la situaci¨®n de los pueblos ind¨ªgenas presentado por la Comisi¨®n Econ¨®mica para Am¨¦rica Latina y el Caribe (CEPAL) durante la Asamblea Mundial Ind¨ªgena, celebrada los d¨ªas 22 y 23 de septiembre en Nueva York.
Sobre este tipo de conflictos se hizo hincapi¨¦ en la Asamblea de Sevilla. Una de las principales quejas que se escuch¨® es que FSC sigue certificando bosques pese a estar en zonas en disputa, como ocurri¨® en 2011 cuando 700 soldados obligaron a unos 3.500 nativos a abandonar sus tierras para hacer plantaciones que posteriormente fueron certificadas por esta organizaci¨®n, seg¨²n denunci¨® Bill Barclay, director de investigaci¨®n de la ONG Rainforest Action Network. "En Chile se est¨¢n haciendo certificaciones en ¨¢reas que est¨¢n en conflicto y eso es un error; una zona en conflicto con los pueblos originarios deber¨ªa dejarse al margen, no se puede ir a certificar", denunci¨® Luis Astorga, de la Agrupaci¨®n de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo de Chile.
Este problema se repite en el resto de continentes. "De lo que ten¨ªamos, ya no nos queda nada. A lo largo de los a?os se fueron llevando nuestras tierras mostrando unas escrituras. Fueron muy listos. Esas tierras eran nuestras", reclam¨® Mwarabu ante un nutrido auditorio. Mwarabu es miembro de la comunidad masai Parakuiyo, una minor¨ªa de Tanzania formada por entre 100.000 y 300.000 personas cuya econom¨ªa se sustenta en el pastoreo.
Reglas que no encajan
El objetivo de FSC es garantizar que los bosques son explotados de manera sostenible, pero para demostrar a un consumidor del mundo rico que la madera del mueble que est¨¢ comprando se ha obtenido mediante buenas pr¨¢cticas ambientales y sociales, el material debe completar un proceso dif¨ªcil y costoso que implica que ninguno de los intermediarios que manejan la materia prima, desde que se coge en el bosque hasta que llega a la tienda, viola esos criterios de sostenibilidad ambiental. En la jerga se conoce como cadena de custodia y en ning¨²n caso debe romperse. "Estas medidas tienen unos costes, as¨ª que cuando se vende esa madera, el producto tiene normalmente mayor precio. Lo vendo m¨¢s caro y esto incentiva toda la cadena pero sobre todo al propietario forestal, al due?o. Esto es vital porque, si no, los productos forestales pierden su valor. Es fundamental poner en valor los productos forestales", indica Anguita.
Los beneficios, sin embargo, no siempre llegan a las comunidades, seg¨²n denunciaron en la Asamblea General de FSC. Uno de los factores que limitan la certificaci¨®n de bosques manejados por comunidades ind¨ªgenas es la excesiva y r¨ªgida carga de condiciones de los actuales est¨¢ndares de certificaci¨®n, dise?ados para empresas forestales medianas y grandes, pero que no se adecuan a las condiciones en las que se desarrolla la actividad ind¨ªgena. ¡°Cuando empezamos a hablar de manejo forestal, nos encontramos con que hab¨ªa que hacer un plan de acuerdo con las normas de la autoridad forestal del pa¨ªs, y resulta que esas normas estaban muy alejadas de la realidad de las comunidades nativas¡±, denunci¨® en la Asamblea Yolanda Ram¨ªrez, de la Asociaci¨®n para la investigaci¨®n y desarrollo integral de Per¨², Aider. "As¨ª se hace muy dif¨ªcil luchar contra madereros ilegales que ofrecen dinero contante y sonante sin hacer ning¨²n tr¨¢mite. Las comunidades se comprometieron con FSC, pero ahora, cuando quieren comerciar con su madera, se les paga menos. Y se les confisca si les falta un papelito o si este se les moj¨® en el r¨ªo. O les ponen multas¡ Todo eso tiene un coste econ¨®mico y dificulta que se pueda avanzar", complet¨®.
Adem¨¢s de los est¨¢ndares inadecuados, el sistema FSC en general no brinda condiciones que permitan facilitar el acceso a la certificaci¨®n de las comunidades. "Para la sociedad, certificar es muy caro, no se ha pensado lo suficiente en mecanismos de financiaci¨®n para la sociedad", denunci¨® Herri Djombo, ministro de Econom¨ªa y Desarrollo Sostenible de Congo. "Los ind¨ªgenas necesitamos tener nuestros propios est¨¢ndares. Los certificados sirven a las empresas madereras, pero a nosotros no nos favorece, es un mercado, un negocio", critic¨® Diego Escobar Guzman, del pueblo ind¨ªgena paratapuyo, en la Amazonia colombiana.
Ante este problema, se aprob¨® en Sevilla una moci¨®n para que FSC desarrolle un nuevo enfoque de certificaci¨®n que responda a las necesidades y condiciones de los pueblos ind¨ªgenas y las comunidades tradicionales. El nuevo enfoque debe mejorar el impacto del FSC en la reducci¨®n de la deforestaci¨®n y la degradaci¨®n de los bosques tropicales y aportar beneficios que permitan reducir la pobreza de las poblaciones que dependen de los recursos del bosque para su supervivencia.
Dec¨¢logo de un bosque sostenible, seg¨²n FSC
1. Que su gesti¨®n se haga de acuerdo a las leyes en vigor.
2. Que la propiedad del bosque est¨¦ conforme a derecho.
3. Que los derechos de los pueblos ind¨ªgenas de la zona, si los hubiera, sean considerados y respetados.
4. Que la gesti¨®n del bosque tenga en cuenta los derechos y el bienestar de los trabajadores de la explotaci¨®n.
5. Que la gesti¨®n forestal ha de ser integral, de forma a aprovechar todos los recursos del bosque y reducir al m¨ªnimo la producci¨®n de residuos.
6. El impacto de la explotaci¨®n del bosque sobre el paisaje, la biodiversidad y los recursos h¨ªdricos de la zona deben ser los menores posibles.
7. El bosque debe ser gestionado con un plan a largo plazo.
8. Todo este proceso debe ser controlado de principio a fin.
9. Los bosques que tengan un especial valor de conservaci¨®n deben ser considerados como tal a la hora de su explotaci¨®n econ¨®mica.
10. Los bosques cultivados deben ser gestionados de la misma forma que los silvestres.
Uno de los grandes interrogantes es c¨®mo ajustar los planes de manejo forestal a la idiosincrasia de las minor¨ªas. "Una comunidad ve al bosque como un medio de vida, no como una actividad forestal", explica Gervassi, quien insiste en que la perspectiva debe ser m¨¢s global: "Debemos hablar de planes de vida, y eso significa buscar la manera de compatibilizar todo lo que ellos hacen, desde sus rituales ¡ªporque el bosque tiene un significado religioso¡ª, hasta su subsistencia, porque el bosque es su fuente de alimentos, hasta sus ingresos econ¨®micos".
Pese a las cr¨ªticas, en FSC est¨¢n convencidos de que, a la larga, las comunidades ind¨ªgenas salen beneficiadas al adherirse al trabajo de certificaci¨®n de bosques y que esta puede ser la herramienta que les sirva para proteger sus derechos e intereses. "Desde garantizar su territorio hasta asegurar que tienen mejores condiciones de vida y no se van a ver afectados por la criminalidad o la esclavitud, hasta mejorar sus ingresos econ¨®micos" sostiene Gervassi. A¨²n as¨ª, esta reconoce que el acercamiento y la implementaci¨®n de sistemas que permitan a las comunidades preservar sus bosques respetando sus costumbres es un reto muy grande: "Queremos llegar a ellas para que entiendan la importancia de participar en una gesti¨®n sostenible de los bosques, y eso lleva su tiempo".
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