Por qu¨¦ Hong Kong no toma la plaza
Tahrir, Tiananmen, Wall Street, Sol... Las grandes manifestaciones suelen concentrarse en ¨¢goras. La revoluci¨®n del paraguas ha tomado las intersecciones. El por qu¨¦ revela mucho del conflicto
Las protestas en Hong Kong de las ¨²ltimas semanas han sacudido la pol¨ªtica china y la opini¨®n p¨²blica internacional. Hac¨ªa tiempo que la antigua colonia inglesa no pon¨ªa contra las cuerdas al Gobierno e intranquilizaba, consecuentemente, al gigante asi¨¢tico. No s¨®lo por las imprevistas movilizaciones de decenas de miles de sus habitantes, sino por el modo en que se est¨¢n llevando a cabo (y tambi¨¦n por la reacci¨®n ¨Co su ausencia¨C de las fuerzas de seguridad). Este alzamiento por una reforma electoral que ampl¨ªe la participaci¨®n ciudadana comenz¨® como una concentraci¨®n en el distrito central de la ciudad y de ah¨ª se ha trasladado a los barrios perif¨¦ricos y a las intersecciones que permiten el paso a las arterias principales de la isla.
No parece responder a una estrategia. Como todo movimiento emocional, el llamado Occupy the Central with Peace and Love (Ocupa el Centro con Paz y Amor, OCPL en sus siglas en ingl¨¦s, una variaci¨®n de los Occupies que han ido brotando desde Occupy Wall Street) ha traicionado su nombre para abrirse hueco entre los barrios menos transitados. Esto ha descuadrado a las autoridades de esta urbe de siete millones de personas, embadurnadas por una capa de incredulidad e impotencia. Y ha puesto en jaque a una regi¨®n que, hasta 1997, formaba parte de Reino Unido y ahora goza de un sistema administrativo y judicial independiente pero bajo la supervisi¨®n de Pek¨ªn.
De momento, la magnitud de la protesta no se calibra tanto por sus reivindicaciones sino por c¨®mo est¨¢ sucediendo
En este magma de espontaneidad, la conocida como Revoluci¨®n de los Paraguas ha alterado el ADN de motines como los de la Primavera ?rabe, el Occupy Wall Street neoyorquino o incluso el 15-M espa?ol para salir de las plazas y extender sus tent¨¢culos a la periferia. Abandonando, as¨ª, la postal del centro neur¨¢lgico y complicando los retenes. Como advertencia simb¨®lica de que no podr¨¢n ser detenidos.
La ubicaci¨®n impredecible de las protestas de Hong Kong es lo que le da mayor calado a este brote revolucionario. En los ¨²ltimos d¨ªas, la marea reivindicativa se ha ampliado a los distritos de Almiraztango, Causeway Bay y Mongkok, sectores comerciales muy populares y con un precio del suelo muy elevado. Zonas de esparcimiento juvenil y de residencia de alto coste. Tambi¨¦n han abarcado las ¨¢reas de Tsim Sha Tsui y Wan Chai, forzando incluso el cierre de numerosas carreteras. Tal es el caso de Connaught, una arteria de seis carriles que conecta cuatro distritos de la isla, donde a¨²n mantienen una barrera infranqueable.
La conocida como Revoluci¨®n de los Paraguas ha alterado el ADN de motines como los de la Primavera ?rabe, Occupy Wall Street o el 15-M para salir de las plazas y extender sus tent¨¢culos a la periferia. Abandonando, as¨ª, la postal del centro neur¨¢lgico y complicando los retenes. Como advertencia simb¨®lica de que no podr¨¢n ser detenidos
De ah¨ª la fuerza a?adida de los manifestantes, cuyo mensaje ya sobrepasa el emblem¨¢tico parque Victoria, donde cada 4 de junio se celebra, precisamente, una vigilia recordando los acontecimientos de 1989 en la Plaza de Tiannamen. Bao Tong, la principal v¨ªctima pol¨ªtica de aquellas protestas legendarias, ha aconsejado a los rebeldes que ¡°tomen un descanso¡± y piensen a largo plazo porque ¡°una gran tarea no se puede alcanzar de una vez¡±. Se trata de uno de los firmantes de la Carta 08, c¨¦lebre manifiesto en el que activistas y dirigentes chinos exig¨ªan al Gobierno el cumplimiento de los derechos constitucionales. Estos d¨ªas, Radio Free Asia, situada en Estados Unidos, ha difundido un art¨ªculo donde Bao afirma metaf¨®ricamente que ¡°las semillas ya han sido plantadas y necesitan tiempo en barbecho¡±.
De momento, la magnitud de la protesta no se calibra tanto por sus reivindicaciones sino por c¨®mo est¨¢ sucediendo. El cambio de sede y las algaradas en calles sagradas del consumo lo demuestran. En Nathan Road, situada en el distrito Kowloon y paseo de la fama de la clase alta hongkonesa, los participantes en la rebeli¨®n reparten v¨ªveres, se resguardan en tiendas y escuchan las proclamas de sus nuevos gur¨²s. Se han instalado junto a los escaparates de tiendas como Armani o Louis Vuitton, pero tambi¨¦n al lado de negocios menos lustrosos como locutorios, tiendas de pel¨ªculas piratas o ropa de imitaci¨®n que ocupan las galer¨ªas de esta Milla de Oro. Regentadas, generalmente, por inmigrantes llegados del golfo p¨¦rsico.
Y no est¨¢n s¨®lo all¨ª. Sin saber exactamente por qu¨¦, si por log¨ªstica o para evitar comparaciones y empezar otro relato en su propia p¨¢gina en blanco, los manifestantes de Hong Kong han sembrado a lo largo de toda la metr¨®poli su ansia democr¨¢tica. Con cierta espontaneidad, parece. En los cruces de calles o incluso en los suburbios. Semillas desplegadas por un mapa at¨ªpico y cuyo barbecho se acelera gracias a las redes sociales, el malestar creciente de parte de la poblaci¨®n, los ecos internacionales y las ganas de cambio. Los paraguas brillan bajo la tormenta.
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