Econom¨ªa de colaboraci¨®n
El Internet de las cosas revoluciona la manera de consumir viajes y alojamientos tur¨ªsticos
Internet ha revolucionado el mundo de las comunicaciones; ahora, el Internet de las cosas est¨¢ cambiando los h¨¢bitos de los consumidores a trav¨¦s de la pujanza de la llamada econom¨ªa colaborativa,un sistema que se asienta en plataformas que permiten a los particulares compartir coches, garajes o alojamientos. Son actividades que tienen en pie de guerra a taxistas, compa?¨ªas de alquiler de veh¨ªculos y hoteles porque, dicen, son competencia desleal y escapan al fisco.
Empresas como Airbnb (dedicada al alquiler temporal de alojamiento tur¨ªstico entre particulares) o Uber (transporte en los n¨²cleos urbanos) son dos pujantes ejemplos de consumo colaborativo. La ciudad de San Francisco, cuna de Airbnb, acaba de legalizar este servicio creado en 2008: su fundador, Brian Chesky, compr¨® colchonetas hinchables (air) y ofreci¨® desayuno y alojamiento (bed and breakfast, bnb) a gente que quer¨ªa asistir a un congreso y no encontraba plazas hoteleras.
A partir de 2015, los residentes de la ciudad estadounidense (condici¨®n indispensable para quienes se acojan a la ley Airbnb) podr¨¢n subarrendar habitaciones, apartamentos o casas. Pero con ciertas restricciones: el tiempo m¨¢ximo ser¨¢ de 90 d¨ªas al a?o, una limitaci¨®n que marca la frontera entre el hospedaje temporal y la competencia desleal. Quienes presten este servicio tendr¨¢n que suscribir un seguro de al menos medio mill¨®n de d¨®lares (394.000 euros) y llevar viviendo en el domicilio en cuesti¨®n nueve meses.
Visto as¨ª, se podr¨ªa decir que la econom¨ªa de colaboraci¨®n tiene indudables ventajas: un uso m¨¢s eficiente de los recursos, m¨¢s competencia, abaratamiento de costes... Pero quedan en el aire otras cuestiones: regular la calidad del servicio, evitar situaciones discriminatorias, recaudar impuestos...
Dice el economista y soci¨®logo Jeremy Rifkin que el consumo de colaboraci¨®n es el primer paradigma econ¨®mico que ha arraigado desde la llegada del capitalismo y el socialismo en el siglo?XIX. La cuesti¨®n es c¨®mo encajar todas las piezas de un complejo puzle para que nada chirr¨ªe en un mundo global.
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