?Es una agenda con muchas metas imprecisas mejor que ninguna?
La mayor¨ªa de los participantes en la elaboraci¨®n de los Objetivos de Desarrollo Sostenible est¨¢n ¨²nicamente preocupados por conseguir que su tema sea incluido. Pero una lista de m¨¢s de 150 puntos no servir¨¢ a ning¨²n fin pr¨¢ctico
El pasado julio, despu¨¦s de largas discusiones, un grupo de Estados miembros de Naciones Unidas propuso un programa de desarrollo sostenible m¨¢s all¨¢ de 2015, expresado en 169 metas. Cabe recordar que en su origen los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) ten¨ªan 18.
Los ODM tienen tres caracter¨ªsticas que explican su aguante: son claros, concisos y medibles. La mayor¨ªa de los actores interesados est¨¢n de acuerdo con estos rasgos y, con frecuencia, los repiten. Sin embargo, no pueden resistir a dos tentaciones. Una es creer en la perfectibilidad de la lista de metas; la otra, querer a?adir el tema que consideran prioritario a la lista. Inevitablemente, sucumbir a estas tentaciones resultar¨¢ en una agenda sobrecargada con objetivos difusos.
?Es una lista larga de metas vagas un resultado ¨²til? Aunque tal lista puede dar la apariencia de ser la consecuencia de un consenso internacional ¨Clo que no ser¨ªa totalmente sin m¨¦rito, dadas las muchas y crecientes divisiones entre los Estados miembros de la ONU¨C una agenda de m¨¢s de ciento cincuenta metas imprecisas no servir¨¢ a ning¨²n fin pr¨¢ctico.
En primer lugar, la claridad de las metas es esencial para ayudar a desmitificar el desarrollo humano sostenible, especialmente con periodistas, activistas, profesores, l¨ªderes comunitarios, pastores y predicadores. Es obvio que retos como reducir la mortalidad infantil y garantizar la ense?anza de las ni?as tienen un efecto m¨¢s fuerte de movilizaci¨®n que lo que tienen objetivos sobre el buen gobierno y el desarrollo de capacidades.
Los Estados? se centran en metas sin haber acordado antes una narrativa m¨¢s amplia
En segundo lugar, el hecho de que los objetivos originales son concisos es tambi¨¦n importante. La tendencia habitual es de a?adir m¨¢s metas en un intento de perfeccionar el orden del d¨ªa. Sin embargo, los arquitectos de la nueva agenda m¨¢s all¨¢ de 2015 har¨ªan bien prestando atenci¨®n a las palabras de Antoine de Saint-Exup¨¦ry, quien dijo que se alcanza la perfecci¨®n "no cuando no hay nada m¨¢s que a?adir, sino cuando no queda nada m¨¢s que quitar". La perfectibilidad de una agenda universal es una ilusi¨®n; incluso si se compone de mil y un objetivos. El desarrollo es un proceso complejo y de un contexto espec¨ªfico que no puede ser reducido a un conjunto de metas. Estas son simplemente una manera de movilizar a los actores e informar al gran p¨²blico sobre algunos aspectos del desarrollo. Los objetivos nunca pueden sustituir el marco normativo, la estructura institucional y el sistema pol¨ªtico necesario para promover el desarrollo sostenible. Son solamente complementarios. Y, como tales, deben siempre ser vistos como buenos servidores y malos amos.
En tercer lugar, algunas palabras sobre la capacidad de ser medibles. Las metas universales est¨¢n dise?adas para que cada pa¨ªs acelere su propio progreso. Por lo tanto, se convierten en parte del debate pol¨ªtico dentro y entre las naciones. Si est¨¢n hechas para elevar el nivel del debate pol¨ªtico, es esencial que sean medibles para evitar las divisiones ideol¨®gicas de siempre. Solamente indicadores que se puedan medir pueden asegurar una discusi¨®n serena, disciplinada y basada en la evidencia. Por lo tanto, esta capacidad de medici¨®n no es solo un asunto trivial para los fan¨¢ticos de las estad¨ªsticas.
Si las metas no se puedan medir de manera objetiva, es inevitable que exista el riesgo de una interpretaci¨®n subjetiva de cualquier progreso. Tal y como se est¨¢ proponiendo la nueva agenda actualmente, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) tendr¨¢n graves problemas para su medici¨®n. El discurso pol¨ªtico sobre estos ODS ser¨¢ ideol¨®gico, te¨®rico y basado en opiniones, pero no ser¨¢ basado en la evidencia. Tales evaluaciones seudocient¨ªficas s¨®lo pueden evitarse si se utilizan indicadores s¨®lidos para los cuales existen datos fiables basados en observaciones directas. De lo contrario, surgir¨¢ una pluralidad de hechos y verdades a menudo de car¨¢cter subjetivo. Schumacher, en su libro Small is beautiful (Lo bueno viene en frascos peque?os, 1973), nos advierte de que tratar de medir lo que no se puede medir "constituye un m¨¦todo complicado de pasar de nociones preconcebidas a conclusiones conocidas de antemano".
Otra lecci¨®n que se est¨¢ pasando por alto es que los ODM s¨®lo surgieron despu¨¦s de la adopci¨®n de la Declaraci¨®n del Milenio. Hicieron falta varias cumbres mundiales durante la d¨¦cada de 1990 antes de que las metas globales fueran aceptadas internacionalmente en 2001. La construcci¨®n de la agenda m¨¢s all¨¢ de 2015 est¨¢ invirtiendo esta secuencia. Los Estados miembros se est¨¢n centrando en metas sin antes haberse puesto de acuerdo sobre una narrativa m¨¢s amplia. Ahora se est¨¢ poniendo demasiada atenci¨®n en la lista de objetivos y, por lo tanto, un debate razonado y sereno no es posible. La mayor¨ªa de la gente que participa en el debate est¨¢ ¨²nicamente preocupada por conseguir que su tema sea incluido en la lista, a expensas del panorama general. Continuar este curso no tiene ning¨²n sentido. La selecci¨®n de los retos universales deber¨ªa venir despu¨¦s de que la narrativa m¨¢s amplia haya sido acordada por los Estados miembros. En esencia, la declaraci¨®n de 2015 deber¨ªa tener la visi¨®n del mundo que la generaci¨®n presente quiere dejar como legado a la pr¨®xima generaci¨®n, complementada por principios y valores fundamentales, e ilustrada por una serie de objetivos concretos. La inclusi¨®n del discurso sobre la visi¨®n y las normas es crucial porque establecer la agenda va m¨¢s all¨¢ de una simple lista de metas.
Si los objetivos no se pueden medir de manera objetiva, es inevitable que exista el riesgo de una interpretaci¨®n subjetiva de cualquier progreso
?C¨®mo se puede cambiar el curso actual de los acontecimientos? El embotellamiento dentro del sistema intergubernamental es generalmente superado por una combinaci¨®n de dos ingredientes: primero, unos pocos Estados miembros se re¨²nen para cambiar la direcci¨®n del debate global; y segundo, la Secretar¨ªa de la ONU ejerce un liderazgo m¨¢s fuerte y m¨¢s firme. En este momento, la pregunta crucial es si algunos l¨ªderes mundiales tienen la visi¨®n y el coraje de dejar como legado una agenda m¨¢s all¨¢ de 2015 que sea audaz y a la vez clara, concisa y medible. O si, por el contrario, van a exponer su incapacidad colectiva de liderazgo y creatividad aceptando una agenda sobrecargada con metas imprecisas.
Jan Vandemoortele es considerado el padre de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
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