Las v¨ªctimas del victimismo
El catalanismo se fund¨® siempre sobre el pacto, el realismo y el gradualismo
Sigue rampante la escalada de victimismo por parte del nacionalismo catal¨¢n, ahora con la proa puesta hacia la secesi¨®n. Inicialmente, el lema era ¡°Espa?a no nos quiere¡±. Luego vino ¡°Espa?a nos roba¡± y ahora estamos en ¡°Espa?a no nos deja votar¡±. Esta secuencia contribuy¨® a propagar el supuesto de que ante una Espa?a debilitada por la crisis econ¨®mica de 2008, en una Catalu?a independiente se vivir¨ªa mejor. Ahora el proceso secesionista est¨¢ en una fase de mayor intensidad para construir la figura del enemigo. Seg¨²n el victimismo, ese enemigo no deja votar a los catalanes que quieren decidir el futuro de Catalu?a, en una consulta sin legalidad. Al analizar el nacionalismo, Isaiah Berlin incluye como una de sus caracter¨ªsticas b¨¢sicas la necesidad de tener un enemigo, no un adversario como sucede en la pol¨ªtica pluralista, sino un enemigo culpable de la herida colectiva que padece aquella comunidad sojuzgada.
Incluso si consider¨¢semos la hip¨®tesis de una voluntad recentralizadora del Estado o de un estrangulamiento deliberado de la econom¨ªa de la Generalitat, uno se pregunta si tales agravios justifican de modo categ¨®rico que la secesi¨®n de Catalu?a beneficiar¨ªa a la sociedad catalana. Pero lo cierto es que el victimismo ha logrado cotas muy asentadas, presencia medi¨¢tica en expansi¨®n, demonizaci¨®n de las cr¨ªticas y, sobre todo, sobredimensionar el bloque de ciudadanos partidarios de una u otra forma de consulta, hasta el punto de que el presidente de la Generalitat, Artur Mas, ha hablado de mayor¨ªas indestructibles, un concepto que no parece consecuente con la democracia para el siglo XXI. A pesar de todo, de tanta confusi¨®n, sectores significativos de la sociedad catalana creen que, incluso como sujeto insatisfecho y malquerido, Catalu?a es parte de Espa?a.
Pero la ret¨®rica beligerante del victimismo impide cualquier cuantificaci¨®n. Desde la afluencia a las manifestaciones a unos porcentajes de secesionismo que est¨¢n tan entremezclados con la aspiraci¨®n emotiva del derecho a decidir, las cifras exactas no aparecen. Esa fue tambi¨¦n la distorsi¨®n en el debate sobre balanzas fiscales. Entidades proindependentistas como la Asamblea Nacional o el ?mnium tampoco aportan transparencia en sus decisiones, complementos presupuestarios o n¨²mero de socios. Sus procesos de toma de decisi¨®n son una nebulosa. En parte, la oleada de victimismo nacionalista tiene su origen en el catalanismo hist¨®rico, pero lo m¨¢s arriesgado para la sociedad catalana actual es la pulsi¨®n populista que se nutre de paranoia hist¨®rica, de exclusi¨®n incipiente y de una inflaci¨®n falaz del lenguaje, de la palabra despojada de su sem¨¢ntica real. Sabemos tambi¨¦n que as¨ª se opaca la transparencia sin la que no hay raz¨®n civil. Se obstruye la fiscalizaci¨®n del poder, en nombre de una legitimidad que se pretende por encima del imperio de la ley.
El argumento aducido con contundencia es que la Constituci¨®n de 1978 impide el ejercicio democr¨¢tico
En estas circunstancias, el victimismo quema etapas con gran facilidad. Por ejemplo, ya no es que Espa?a expolie a los catalanes o maltrate la lengua y la cultura catalana. Ahora es que no deja votar a Catalu?a. El argumento aducido con contundencia es que la Constituci¨®n de 1978 impide el ejercicio democr¨¢tico. Da pie para desechar todos los argumentos jur¨ªdicos sobre la ilegalidad de un refer¨¦ndum camuflado y, cada vez m¨¢s, para encubrir las razones econ¨®micas que, de una parte, son la patente incapacidad de gesti¨®n de la Generalitat en estos momentos ¡ªendeudamiento, paralizaci¨®n, impago¡ª y, de otra, los riesgos econ¨®micos que representa una Catalu?a separada de Espa?a.
Mientras, con el efecto casi hipn¨®tico de un mantra repetido a todas horas, el sentimiento de catalanidad, amalgamado con otros factores muy heterog¨¦neos, asume la idea de que Espa?a no deja votar ni decidir a los catalanes. En¨¦simo ¨¦xito de la estrategia victimista. El enemigo construido por la iniciativa de Artur Mas es magm¨¢tico, pero el perfil siempre resulta ser el de Espa?a. En fin, el Consejo de Estado, el Tribunal Constitucional, La Moncloa, el cors¨¦ constitucional, la abogac¨ªa del Estado, Hacienda. ?Es que el catalanismo fue siempre as¨ª? Al contrario, se fundamentaba en el pacto, el realismo y el sentido de la proporci¨®n, el gradualismo.
El victimismo tiene inductores, ra¨ªces hist¨®ricas, su microclima, sus falacias hist¨®ricas. Todo eso impide precisamente llegar a saber cu¨¢l es el problema real y sus dimensiones exactas porque las estad¨ªsticas no se hacen con emocionalidad. Lo que cuentan son los votos en las urnas y que la votaci¨®n sea acorde con la ley. Pero da igual porque el victimismo se crece como nebulosa, de forma c¨ªclica. De hecho, Francesc Camb¨® reconoce en sus memorias que el progreso r¨¢pido del catalanismo fue posible por una propaganda a base de algunas exageraciones y de algunas injusticias. Dijo que eso ha pasado siempre y pasar¨¢, puesto que los cambios en los sentimientos colectivos no se producir¨¢n nunca a partir de juicios serenos. Raz¨®n de m¨¢s para el justo respeto que merecer¨ªan las v¨ªctimas del victimismo.
Valent¨ª Puig es escritor.
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