Sin comparaci¨®n
Los cambios han encarrilado la crisis del ¨¦bola, pero deben dilucidarse responsabilidades pol¨ªticas
Que en Estados Unidos se haya producido un caso de contagio de ¨¦bola entre el personal sanitario y que la confianza en el sistema de salud norteamericano se haya visto afectada por ello no debe servir para que el Gobierno eluda sus responsabilidades por la muy mala gesti¨®n de la crisis en Espa?a. En todo caso debe servir para que las autoridades de ambos pa¨ªses y tambi¨¦n la OMS revisen a fondo los protocolos que se segu¨ªan hasta ahora. El comit¨¦ cient¨ªfico nombrado por el Consejo de Ministros ha anunciado que se pondr¨¢ en contacto con el Centro de Control y Prevenci¨®n de Enfermedades de Atlanta (CDC) para intercambiar informaci¨®n. Es una buena se?al e indica que la rectificaci¨®n emprendida por el presidente Rajoy el viernes comienza a dar sus frutos. La situaci¨®n parece ahora mucho m¨¢s controlada y la atribuci¨®n de la portavoc¨ªa del equipo a profesionales ponderados y con credibilidad est¨¢ propiciando un cambio en la percepci¨®n p¨²blica.
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Mientras, cada d¨ªa que pasa sin que se produzcan s¨ªntomas de la enfermedad en las 15 personas en observaci¨®n hace crecer la esperanza de que el episodio quede reducido a un solo contagio. Cualquiera que sea el desenlace, la crisis debe servir para sacar lecciones que nos permitan afrontar con garant¨ªas posibles nuevos episodios. El ¨¦bola est¨¢ lejos de estar bajo control en ?frica ¡ªamenaza con causar all¨ª ¡°Estados fallidos¡±, advirti¨® ayer la OMS¡ª y la posibilidad de que el virus viaje a cualquier lugar sigue siendo alta. De ah¨ª la importancia de revisar los errores cometidos. Un contagio accidental siempre es posible, pero conviene comparar las reacciones entre Estados Unidos y Espa?a: a los 90 minutos de haber comunicado que ten¨ªa d¨¦cimas de fiebre, la persona contagiada en Texas, cuya identidad se ha preservado, estaba ya en r¨¦gimen de aislamiento; antes de que se confirmara con una segunda prueba el diagn¨®stico, las autoridades ten¨ªan bajo observaci¨®n a los posibles contactos. En unas horas se hab¨ªa desinfectado el coche y la vivienda, y las autoridades informaban in situ a los vecinos.
En Madrid pasaron seis d¨ªas desde que la auxiliar infectada refiri¨® los primeros s¨ªntomas hasta que fue ingresada y aislada, lo que propici¨® un alto n¨²mero de contactos de riesgo, incluido el personal sanitario que la atendi¨® en el hospital de Alcorc¨®n. Mientras en EE UU ha habido siempre un portavoz solvente, y el propio Obama se pon¨ªa al frente de la crisis, aqu¨ª se produc¨ªa una situaci¨®n de descontrol y confusi¨®n que en lugar de tranquilizar, incrementaba la alarma. En ning¨²n momento la ministra de Sanidad estuvo a la altura del reto; y el consejero de Sanidad de Madrid demostr¨® adem¨¢s una insensibilidad intolerable. Mientras en EE?UU se arropaba a la persona infectada, refiri¨¦ndose a ella como h¨¦roe, aqu¨ª ocurr¨ªa todo lo contrario. Lejos de valorar el sacrificio de la auxiliar ¡ªque se hab¨ªa ofrecido voluntaria para cuidar a un enfermo de alto riesgo¡ª el consejero intent¨® culpabilizarla. Cada d¨ªa que pasa resulta m¨¢s ins¨®lito que estos dos responsables permanezcan a¨²n en sus puestos.
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